PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 14, 2003

SOCIEDAD
Quioscos y bodegas (I)

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Nada más semejante y a la vez menos parecido a la tradicional bodega que los actuales quioscos recaudadores de divisas o "quioscos en fulas", como suele nombrarlos la población.

La semejanza reside en el aspecto funcional, lo cual hace que estos quioscos cumplan la encomienda que siempre estuvo reservada a las bodegas. Es decir, aquel comercio donde la familia realiza sus compras rutinarias destinadas al diario consumo, compuestas, en lo esencial, de productos alimenticios.

La diferencia estriba en la forma y apariencia, ya que el quiosco es una estructura metálica en forma de cajón, idéntico a la forma de un contenedor para carga y almacenamiento. Surgidos como imperioso reclamo del período especial, adolecen de los inconvenientes propios de la improvisación: pequeños, estrechos, calurosos, entre otros.

A ellos acude el ciudadano común y el no tan común en pos de la botella de aceite comestible, de la pastilla de jabón de olor o de baño, de la mantequilla, del paquete de salchichas y de la de otros tantos artículos indispensables para la cocina doméstica y para el aseo personal.

Ocasionalmente acuden tomadores para disfrutar de unas cervezas de latica. Suelen ser esos bebedores ambulantes y a cielo abierto que gustan de lucir una combinación de bermudas y camiseta de dibujos chillones, apropiadas para exhibir las axilas abundantes en vellosidades, con lo cual proclaman y creen reafirmar su condición de machos caribeños. La gruesa cadena de oro al cuello y el Rolex que centellea cuando alza la latica de cerveza y empina la cabeza dice, además, que estamos en presencia de un tipo duro y solvente. El mensaje va dirigido a las muchachas que con sus pantalones bien por debajo del ombligo yacen paradas en la cola.

Así pues estos comercios (quioscos por la forma y bodegas por la función y contenido), forman parte de nuestra vida habitual y se unen, como una lámina más, al abanico de nuestras costumbres. No obstante, atraen a suficiente personal como para que frente a ellos se formen colas a veces largas y siempre tediosas. El volumen de clientela y marchantería depende, en buena medida, del lugar de ubicación del quiosco y del grado de competencia.

La asiduidad con la cual a ellos se acude depende del grado de invento o de la cantidad y potencialidad de FE (familiares en el extranjero) con que se cuenta. La mayoría de los cubanos concurre a ellos aunque sea una vez al mes. No podía ser de otra forma frente a la realidad de una libreta de racionamiento, cuyas racionen tienden a disminuir con el decursar del tiempo, como contagio con el paso del cangrejo.

Al quiosco van algunos para comprar un simple sobre de refresco instantáneo de 10 centavos y otros para adquirir un buen número de ellos, a fin de elaborar refrescos que luego venden en su casa o fuera de ella a un peso el vaso, o los emplean en la elaboración del "durofrío", que también venden en los mismos lugares a igual precio que el refresco.

También va la pobre casera en pos de una tableta de caldo de pollo para con ella darle algo de sabor a los spaguettis recién llegados a la bodega; porque así, pelados, no hay quien se los coma.

Va además la abuelita, una vez a la semana, luego de haber reunido unos pocos centavos, para comprarle al nieto una de esas chambelonas de ahora tan llenas de colores y tan pintorreteadas, que hasta los viejos se ven tentados a probarlas. Ella, cuando mira a los nietos, no deja de sentir una profunda lástima. "Los pobres -piensa- sólo han conocido de privaciones y al parecer el futuro que les espera está amenazado por mayores miserias".

En los momentos actuales los quioscos están visiblemente desabastecidos. Cuando indago con los dependientes, se lamentan por la insuficiente entrada de mercancías. A veces no se encuentra en ellos la mantequilla; otras veces falta la tableta de caldo de pollo y ocasionalmente sucede lo mismo con el aceite comestible.

Tal realidad no tiene explicación a la luz de razonamiento económico ni a los efectos de la experiencia práctica. Los únicos bodegueros cuyos negocios vi quebrar en mi niñez, fueron aquéllos que no vendían (lo cual no era recuente); un comerciante con clientela era, con toda seguridad, una persona próspera. Pero como bien se ha dicho muchas veces por los máximos dirigentes del castrismo, hay cosas que sólo son posibles bajo el socialismo. cnet/03



Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba controla el acceso a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente
.

IMPRIMIR



PRENSAS
Independiente
Internacional
Gubernamental
IDIOMAS
Inglés
Francés
Español
SOCIEDAD CIVIL
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
DEL LECTOR
Cartas
Opinión
BUSQUEDAS
Archivos
Documentos
Enlaces
CULTURA
Artes Plásticas
El Niño del Pífano
Octavillas sobre La Habana
Fotos de Cuba
CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Eléctronico

DONACIONES

In Association with Amazon.com
Busque:

Palabras claves:

CUBANET
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887

CONTACTOS
Periodistas
Editores
Webmaster