SOCIEDAD
Nuestro mejor amigo
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- El mejor amigo del cubano siempre fue el perro,
pero en la Cuba posterior a 1959 la canina lealtad
fue superada. Hoy el mejor amigo nuestro es el
huevo.
Sí, amigo lector. Esa biológica
realidad que para el especialista es, entre otras
cosas, embrión del futuro pollito o pollita
y que de muchacho lo imaginaba como un parto gallináceo,
ha sido y es el mejor aliado del cubano en esta
casi cincuentenaria lucha por la subsistencia.
La única fuente de proteína animal
que nunca ha fallado totalmente: nunca nos abandona
del todo.
El huevo, con increíble versatilidad y
tolerancia, lo mismo se presta al revoltillo que
a la tortilla. En ambos casos el empleo de grasa
puede reducirse al mínimo. A falta de ésta,
sólo recaba un poco de agua hirviente y
una pizca de sal.
Lo primero suele faltar y hacerse crítico
en muchos lugares. Lo último nunca falta
en un país que parece haberse "salado"
en los últimos 45 años.
Sin pretender escribir su historia más
reciente, es bueno recordar que junto a la leche
y a la carne estuvo entre las primeras promesas
del régimen. Se aseguró inundar
los mercados con estos productos. La fe hacia
las promesas era tal que nos vimos inmersos en
un mar gelatinoso de claras y yemas, desde cuya
orilla una procesión de cerdos, vacas y
gallinas sonreía. Pero lamentablemente
el viejo gallo nos despertó con el canto
triste del picadillo de soya sobre la mesa. El
huevo, sin embargo, nunca se ausentó del
todo, como hicieron la leche, la carne, el pargo,
la langosta y otros más, que por ser tantos,
resultan incontables.
La mente se agota queriendo precisar sus altas
y bajas. Hubo tiempos en que la distribución
era semanal. Llegó a venderse por la libre
durante unos pocos años; después
se distribuían quincenalmente, hasta llegar
al presente, con la cuota personal de 8 unidades
al mes, en la privilegiada Ciudad de La Habana.
Pero los más trágico de todo es
que al huevo lo han dejado solo frente al reclamo
proteico; porque el picadillo de soya y sus incontables
derivados han desaparecido en tan desigual combate.
¿Cómo estirar los 8 huevos para
que llenen el espacio temporal de los 30 días
del mes? La revolución no se mete en eso.
La regulación de las 8 unidades es cosa
de cada cual. Los puede consumir a razón
de dos semanales o bien uno diario durante los
8 primeros días del mes. A fin de cuentas,
éste es un país "democrático",
donde el Estado no se inmiscuye en la administración
que hace la persona de su cuota alimenticia.
Pero por muy buenas dotes administrativas que
se puedan tener, la cuenta no da. Ocho unidades
al mes como fuente casi exclusiva de proteína
"fuerte" no alcanza por mucho que Ud.
se rompa la cabeza sacando cuentas. El clásico
mago, que saca huevos del sombrero de copa siempre
ha estado ausente de este pedazo de suelo caribeño.
El castrismo, por su parte, tan exitoso en multiplicar
miserias, ha fracasado en sus continuas y añejas
promesas de multiplicar los panes, lo peces y
los huevos.
El cubano (el que puede, por supuesto) incrementa
su cuota personal asignada por la libreta comprándolos
a dos pesos la unidad en los establecimientos
estatales o al mismo precio pero a través
de vendedores ambulantes, que furtivamente los
traen desde Artemisa o Quivicán; pero de
mayor tamaño y yema anaranjadita que de
sólo verlos en la sartén dan ganas
de comérselos.
Definitivamente todos tenemos una deuda de gratitud
con este fiel amigo. Es verdad que a veces se
ha tornado escurridizo y travieso, juguetón
y difuso. Pero siempre nos busca porque en el
fondo es eso: un pícaro niño que
gusta de jugar a las escondidas. cnet/03
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