DEPORTES
Por fin Maels aprendió la lección de Matemáticas
SANTA CLARA, noviembre (www.cubanet.org)
- El júbilo no se hizo esperar. La fanaticada
beisbolera expresaba su alegría al conocer
la noticia de la deserción del pitcher
villaclareño Maels Rodríguez. Es
indescriptible la admiración y respeto
que sienten millones de cubanos por este icono
del montículo en Cuba, porque debido a
su esfuerzo, su equipo, Sancti Spíritus,
se incluyó en play off, varias veces, y
por derecho propio se había convertido
en miembro de la selección nacional desde
hacía unos años.
Confieso que yo soy uno de sus admiradores porque
a pesar de su juventud, lanzaba rectas con una
velocidad superior a las 100 millas las que dejaban
con la carabina al hombro a los principales slunders
del país, adjudicándose el mejor
perfomance de strike out de la pelota cubana para
una temporada, con 263. Confieso además
que lo aborrecí también, no porque
silenciara a mi equipo favorito cada vez que les
lanzaba, sino por verlo desde el montículo
ponchando a sus rivales, vestido con la franela
del equipo Cuba o cuando se le veía en
las tribunas abiertas, arengando a las masas en
la llamada batalla de ideas.
Cosa curiosa: "Admiración y respeto"
por un lado y "repugnancia" por el otro.
Posición personal ambivalente, no por el
desarrollo de los eventos deportivos y ni siquiera
por los resultados, porque en el deporte, casi
siempre gana el mejor.
Pero sucede que en la Cuba actual todo se politiza.
Un triunfo del equipo cubano y más en baseball,
es un triunfo de la revolución; una revolución
que tiene amarrados a 11 millones de cubanos de
pies a cabeza, sumergidos en el lodo de la miseria.
Si esa maquinaria funciona así, no puedo
aunque quisiera, aplaudir las victorias de mi
país en ninguna especialidad deportiva.
La propaganda oculta las verdades y desvía
la atención hacia los logros del socialismo
tropical.
Hace alrededor de un año y medio, hablando
con un buen amigo, vasto conocedor del baseball
y más aún en el área de pitcheo,
llegamos a la conclusión que Maels tenía
dificultades en la caída cuando lanzaba
desde la lomita, más la dureza de la arena
del montículo, tarde o temprano le ocasionarían
lesiones en la espalda -el tiempo fue testigo-
y tenían que trabajar más con él
en el aspecto psicológico, porque concentrado
en la velocidad, tiraba muchas bolas. Abundamos
más y más, pero la conclusión
más redonda a que arribamos fue que el
bisoño lanzador de la selección
nacional aún no había aprendido
las lecciones de Matemáticas.
No es que el muchacho, nacido en un campito del
villaclareño municipio de Placetas, dejara
de asistir a la escuela o no pasara por las aulas
de la EIDE. No, él no era capaz de sumar
o extraer correctamente, porque inmerso en el
ambiente deportivo, un salario especial como miembro
del equipo Cuba, viajes a todos los países,
una casa donada por el partido spirituano y alguna
que otra llamada del comandante, eran suficiente
para vivir el hoy, en un mundo de privilegios,
sin pensar en el mañana.
Hablo de Matemáticas por una de las ediciones
del programa deportivo "Al duro y sin guantes"
de la emisora Radio Martí, cuando Edemio
Navas comentaba al guajiro Peña, la edad,
velocidad, récords y triunfos de Maels
en la pelota cubana y en eventos internacionales.
Peña sólo se limitó a afirmar
que con esas características los Yankees
de New York le podían poner en sus manos
un cheque por 250 mil dólares para invitarlo
a firmar con ellos una temporada, donde le podían
llegar a pagar millones...
Eso ocurrió hace dos años. Ahora
navegando en el campo de las probabilidades, creo
que cuando Maels se vio separado del equipo Cuba,
previó lo que significa el olvido y el
ostracismo. Fue entonces cuando recordó
el comentario entre Edemio y Peña, llegado
a sus oídos por la boca de algún
amigo, familiar o quizás por los propios
directivos del baseball, decidiendo lanzarse al
mar, con el firme propósito de conquistar
la cúspide, la de las Grandes Ligas, donde
se juega el mejor baseball del mundo.
Maels allí, como muchos otros en activo
aquí, pudiera seguir el camino de Arocha
-el pionero en traspasar la barrera-, de Arrojo,
los Hernández -Liván y el Duke-,
o de Contreras. Madera tiene suficiente, pero
tendrá que trabajar muy fuerte para corregir
los errores que en Cuba posiblemente nunca le
señalaron. El asunto era ganar y eso él
lo hacía. cnet/46
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