PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 7, 2003

DISIDENCIA
El disidente del barrio

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - La noticia es que no existe barrio -y me refiero a la capital de la república- que no cuente con un disidente. Este disidente será alguien que haya roto los puentes con el "miedo ambiente" y participe con mayor o menor relevancia en la lucha opositora contra el régimen de Fidel Castro. Estos valientes hombres y mujeres son llamados por la gente sencilla "los de los derechos humanos".

La expansión de la disidencia u oposición interna al régimen castrista abarca, según cálculos muy conservadores, varios miles de personas distribuidas a todo lo largo y ancho del territorio nacional. Estas se agrupan en más de un centenar de organizaciones, que en su inmensa mayoría tienen vida efímera, sin que este hecho atente de forma significativa contra la pujanza del movimiento, que se multiplica por participación en un proceso casi ininterrumpido.

La desaparición y nacimiento de grupos no lesiona la fuerza creciente del movimiento, debido a que la cifra de opositores no desciende con la extinción del grupo en que hayan estado participando. Cuando esto ocurre, los opositores que quedan "desconectados" son reabsorbidos de forma inmediata por otros grupos, o frecuentemente forman nuevas organizaciones que integran nuevos reclutas al movimiento civil.

La oposición, representada por estos disidentes de barrio -fragmentada y anárquica- supera en número a los activistas, tanto civiles como militares y paramilitares con que contaron el Movimiento 26 de julio, el Directorio Revolucionario y el resto de las facciones que combatieron al gobierno del general Fulgencio Batista durante la insurrección que puso el poder en manos de Fidel Castro.

La fragmentación representa otro problema adicional para la policía política del régimen, que se ve obligada a incrementar sus presupuestos y efectivos en un combate desgastante e interminable contra personas pacíficas que no conspiran, pero cuya existencia amenaza a un modelo político que estableció sus bases sobre el presupuesto incierto de la unanimidad.

Esta supuesta unanimidad requiere para su mantenimiento partes iguales de miedo y compulsión. Cuando personas sencillas se imponen al miedo y pasan por encima de la compulsión, el modelo comienza a desmerengarse desde la base. Las supuestas verdades que lo sustentan, primero son cuestionadas y luego desmentidas. Entonces este modelo se carcome y cae.

Contra toda expectativa razonable, la mayor parte de las firmas entregadas a la oficiosa Asamblea Nacional del Poder Popular, para refrendar el Proyecto Varela, correspondían a personas que no participan en lides opositoras. Estas personas aceptaron el riesgo de apoyar una iniciativa contra el gobierno por dos razones fundamentales. La primera: están hartas del régimen. La segunda: fueron seducidas por el ejemplo de los activistas anónimos que recabaron sus firmas.

El hoy prisionero de conciencia Héctor Palacios Ruiz , psicólogo de profesión, político de experiencia, director del Centro de Estudios Sociales y ex relator de la agrupación Todos Unidos, expresó sobre este particular, en conversación sostenida meses antes de su arresto durante la última oleada represiva de la primavera negra en Cuba, su optimismo y su confianza en la gestión opositora, señalando como uno de sus logros el Proyecto Varela, por su carácter catártico y por su acción movilizadora de la opinión pública desde la base.

Palacios expuso: "Por cada firma entregada para respaldar el Proyecto Varela, hay mil que lo firmarían si el miedo a perder lo que da sentido a sus vidas y que puede ser el empleo mal pagado que les sostiene, o la eventual carrera universitaria de los hijos en universidades segregadas por motivos de filiación política, no los paralizara".

El disidente del barrio es la realidad que ha logrado imponerse, pasando por pruebas de fuego, como ha sido esta última razzia contra la oposición interna y la prensa independiente. Firmes en sus ideas y resistiendo como caballos percherones, erosionan a la maquinaria represiva más eficiente que ha conocido América. La Cuba civil y democrática del futuro tiene una deuda muy grande con estos hombres y mujeres de a pie, sencillos y anónimos. cnet/47



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