SALUD PUBLICA
¿Medicina gratuita?
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- Uno de los mitos más anunciados por el
gobierno cubano es la gratuidad de la medicina.
En épocas de crisis, cuando el velero revolucionario
parece naufragar, se nos recuerda a todos los
cubanos que "esta gran conquista social"
se la debemos a la generosidad del sistema.
Como es natural, donde más víctimas
ha cobrado esta propaganda es en el exterior.
Casi semanalmente se nos muestra en la televisión
las alabanzas de académicos, políticos
y artistas extranjeros.
Pero para el cubano de a pie que monta los camellos
para ir a su trabajo, mantiene a su mujer y dos
hijos con un salario ficticio, esto no pasa de
ser una letanía que no tiene ningún
vínculo con la realidad. Paralelamente
a toda esa publicidad de altruismo socialista
se esconde una verdad que dejaría boquiabierto
al que la conozca.
Para empezar pudiéramos hablar de los
servicios médicos gratuitos de "los
humildes y para los humildes". Una higiene
pésima debido a la carencia de agua en
los hospitales, escasez de medicinas -y no precisamente
por el bloqueo como veremos más adelante-
más la negligencia de médicos y
enfermeras, caracterizan a esta potencia médica
de la que muchos cubanos se quejan y a la cual
ridiculizan. No por gusto la gran mayoría
prefiere acudir a un brujo o espiritista que le
cure sus dolencias antes que acudir a la consulta
médica.
Los hospitales de más mala fama entre
los habaneros son el Julio Trigo, en Arroyo Naranjo,
y la antigua clínica Dependientes, en el
municipio 10 de Octubre. Al primero se le conoce
como Coppelia (rememorando a la ya no tan famosa
heladería del Vedado) pues se corre el
riesgo de entrar caliente y salir frío.
Es decir, muerto.
Pero como en la viña del Señor
hay de todo, tenemos también hospitales
privados. La gran mayoría de éstos
trabajan como sanatorios y están en manos
de órdenes religiosas. Su tarifa mensual
oscila entre los 150 y los 110 pesos mensuales
por estadía y tratamiento. Ofrecen también
otros servicios privados, como cafeterías.
El hospital psiquiátrico San Juan de Dios,
en las afueras de Arroyo Naranjo, colindante con
un barrio llamado La Fortuna, atiende alcohólicos,
dementes o personas con desórdenes nerviosos.
El tratamiento, la higiene y la atención
son exquisitas. Al frente de este hospital se
encuentra un padre español que, según
algunos, prefiere atesorar billetes de los pocos
que se atienden allí, que buenas obras.
De la otra parte tenemos hospitales de urgencia
y especializados, como el ortopédico Frank
País y el Cira García, a donde asiste
la nomenclatura del país y donde se atienden
los extranjeros. Sus precios en dólares
son astronómicos. Al menos para nosotros,
pero igualmente sus servicios son impecables.
Cuartos privados, televisión por cable
y todo tipo de medicina disponible. ¿Y
el bloqueo?
Entre los hospitales a los que acude la jerarquía
está el Naval, que atiende al ministerio
del Interior (MININT) y a las Fuerzas Armadas
(FAR). En éstos tampoco se carece de nada,
y al parecer son inmunes a la epidemia del bloqueo,
que sólo ataca a los pobres.
Luego, con un salario que no cubre la canasta
básica de alimentos, con la única
opción de acudir a hospitales semidestruidos
donde se corre el riesgo de morir por los malos
cuidados, y la imposibilidad de denunciar esto
sin que nos llamen traidores, ¿se puede
hablar de medicina gratuita? cnet/32
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