PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 6, 2003

REPRESION
Memorias de un interrogatorio

Claudia Márquez Linares

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - El oficial "Aramís" me confesó que había estudiado en la Escuela Primaria "Quintín Bandera". Todo parece indicar que nacimos en el mismo barrio, pero nuestros destinos, gracias a Dios, han sido muy diferentes. Mientras estudiaba en la Escuela Primaria "José Machado", en la Habana Vieja siempre tuvimos un enemigo bastante temido. Eran los estudiantes de la "Quintín Bandera". Ambas escuelas están ubicadas bastante lejos aunque en el mismo municipio de la Habana Vieja.

Cuando alguien gritaba: "¡Por ahí viene la gente de Quintín Bandera!" se formaba el corre corre. Era una escuela de mala fama, sus alumnos eran agresivos y formaban la bronca de pandillas en cualquier esquina. Era preferible no buscarse problemas y seguir de largo cada vez que coincidíamos en competencias deportivas con los alumnos de esa escuela.

Le halaban el pelo a las niñas y les subían la saya del uniforme. Andaban con palos en las manos y lanzaban piedras si se fajaban con alguien de otra escuela. Se veían niños irrespetuosos, aunque seguramente había algunos a los que se les podía llamar niños decentes. También eran famosos por su bajo nivel académico y porque andaban siempre con el uniforme desarreglado.

¿Quién me lo iba a decir? Casi quince años después un alumno de ésos iba a ser mi interrogador en la Sección 21 de la Seguridad del Estado en Marianao. Antes del triunfo revolucionario este lugar, paradójicamente, era la sede del BRAC (Buró Represivo contra Actividades Comunistas). Detrás de un cómodo Buró este oficial me diría que si yo quería a mi hijo y me recordaría a cada rato que mi esposo ha sido condenado a 18 años como si a mí se me hubiese olvidado tan rápido.

Lo que tampoco olvido fácil son sus técnicas de interrogatorio o "conversación" como a ellos les gusta llamarle. Ya lo había hecho el 19 de marzo de 1999 y utilizó las mismas frases repetitivas, la misma expresión de sus manos y rostro y las mismas solapadas amenazas. Me imagino que habrá estudiado de los manuales de la extinta KGB. Sin venir al caso y a intervalos me preguntaba si mi madre estaba bien. Lo mismo hizo en el año 99. Quizás por ese motivo "la conversación" me pareció tan aburrida e insustancial.

Lo acompañaba Marcos, un joven que dijo que practicaba fútbol, al parecer para que me fijara en su atlética figura. Este joven afirmó que los 75 fueron juzgados porque corría peligro la seguridad nacional. Me pareció tan indignante y absurdo que no tuve menos que decirle: "Sé sincero contigo mismo, y mírate dentro de ti mismo: ¿tú crees que 75 personas pacíficas tenían en peligro la seguridad del país?" No sé si de veras se miró dentro de sí, pero no repitió más tal sandez.

Marcos hacía hincapié y repetía que ellos no eran represivos. Pero el hecho de que si a mi esposo, un hombre pacífico que solamente esgrimía sin miedo sus opiniones sobre el gobierno, la economía y la sociedad, y cuyo delito fue crear un partido opositor que pide libertades económicas, políticas y sociales para los cubanos, fueron capaces de pedirle cadena perpetua y luego condenarlo a 18 años, entonces no hay mayor ejemplo de que éste sí es un gobierno represivo.

Fidel Castro asaltó el Cuartel Moncada y la dictadura de Batista lo condenó a 15 años. Mi esposo abogaba por los derechos de los cubanos de manera pacífica y el propio gobierno de Castro lo condenó a un régimen de máximo rigor en el que puede ver a nuestro hijo cuatro veces al año, porque la visita es cada tres meses.

También Marcos afirmó que el Proyecto Varela era inconstitucional y que aunque fueran un millón de firmas esto era la dictadura del pueblo. A veces pensé que conversaba con dos robots, pero tenía que mantener la calma. Durante un interrogatorio no vale la pena discutir. Mi respuesta fue que si sólo lo hubiesen firmado 10 cubanos para mí tenía mucho valor. El hecho que 10 ciudadanos den su número de Carnet de Identidad y su dirección particular es un acto tan heroico como cualquier otro y que tiene un valor incalculable debido a los peligros que ese paso les puede acarrear.

Fueron dos horas escuchando a un hombre que mostraba su cinismo con total impunidad. Pero también demostró miedo sin darse cuenta. "Cuando aquí haya un cambio, tú Claudia, vas a venir vestida de camuflaje con un fusil en la mano y vas a decir, 'a ése sepárenlo', y me vas a fusilar". Me quedé sorprendida con esa imagen que utilizó, pues psicológicamente se traicionó a sí mismo y me demostró que está seguro de que en Cuba habrá un cambio y que él ya no estará entonces en el bando del poder. Le respondí que era una mujer pacífica. Sólo aspiro a la libertad para todos los cubanos. Los ajustes de cuenta sólo engendran violencia.

Por primera vez en mi vida pude darme cuenta de que un ex estudiante de la "Quintín Bandera" también puede sentir miedo aunque años atrás me parecía imposible.

Mi mayor aspiración es que mi hijo crezca en una sociedad donde pensar diferente a la línea del Partido Comunista no signifique tu aniquilación como individuo. Confío en que esa Cuba libre llegará más temprano que tarde.



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