POLITICA
El debate sobre los viajes a Cuba
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- Tanto en el exilio como en el interior de la
isla se ha desatado un apasionado debate sobre
el levantamiento de la prohibición de los
viajes a Cuba por parte de ciudadanos norteamericanos.
Unos dicen que es absurdo no permitir a los norteamericanos
visitar a nuestro país, ya que los turistas
verían la realidad en que vive el pueblo
cubano y los cubanos podrían intercambiar
información sobre el vecino del norte.
Los que están en contra de que se legalicen
estos viajes señalan que el régimen
cubano sería apuntalado con una oxigenación
a su economía proveniente de los dólares
que aportarán los viajeros.
Mientras se espera por la decisión del
mandatario estadounidense, los debates y encuestas
se suceden, basándose en las opiniones
expresadas por figuras de la disidencia externa
e interna, entre otras personalidades. Pero la
realidad se impone y hay algo verdaderamente complejo
en la decisión que posibilitará
o no la puesta en vigencia de la ley. Por un lado,
resulta paradójico pedirle a las leyes
de Estados Unidos que impidan la libertad de circulación
de los ciudadanos de aquel país, por el
simple hecho de estar Cuba bajo la dirección
de un gobierno totalitario. Hay que preguntarse
cómo se resignarán los norteamericanos
a que les limiten sus derechos en ese sentido,
mientras los emigrantes cubanos que viven en varios
estados de la Unión, fundamentalmente en
la Florida, visitan su país de origen y
envían remesas familiares que para muchos
hoy constituyen la base fundamental del sustento
de la economía cubana.
Hay que interrogarse si la afluencia ilimitada
de turistas norteamericanos a la mayor isla del
Caribe cambiará en algo la situación
socioeconómica de su pueblo y si lo hace,
de qué manera será esa influencia.
Se requerirá en primer lugar una inversión
mayor en todos los renglones que permitan una
mejor atención de la avalancha de exigentes
visitantes del cercano Norte. Si verdaderamente
esa entrada resulta un torrente incontenible,
también difícil resultará
el control del movimiento de tantas personas por
el territorio nacional, y el vínculo con
miles de isleños será inevitable.
El intercambio de opiniones y mutuo conocimiento
será cada vez mayor. De alguna manera estos
contactos contribuirán a derribar estereotipos
creados tras largos años de aislamiento
y confrontación ideológica.
Es bueno recordar que el estatus de nación
más favorecida en las relaciones con Estados
Unidos no impidió el desarrollo de los
cambios en Polonia y que aquel país fuera
el puntero de la transición en los países
del desaparecido campo socialista de Europa. Lo
mismo ocurrió con el tirano Ceaucescu,
quien a pesar de fomentar la amistad con Estados
Unidos y manejar las relaciones con ese país
de manera favorable no pudo impedir que los rumanos
lo derrocaran para recuperar sus libertades. De
igual forma los miles de turistas estadounidenses
antes de 1959 no fueron óbice para que
se entronizara el gobierno revolucionario que
dio al traste con la dictadura de Batista. ¿Puede
entonces argüirse que por el hecho de recibir
millones de dólares se puede mantener un
estado de opresión sobre un pueblo, en
este caso el cubano?
Creo que de aprobarse la ley sobre las visitas
de ciudadanos de Estados Unidos a Cuba se derrumbará
uno de los grandes mitos que posibilitan el estado
de inmovilismo que se opone al cambio necesario
en la Isla. El gobierno utiliza el argumento del
peligroso vecino que nos amenaza con su poderío
y con el bloqueo que asfixia nuestra economía.
Pero en Cuba ya se venden productos y medicinas
producidos en territorio enemigo. El comercio
directo entre ambas naciones es cada vez más
factible. La moneda maldita circula por todo el
país, como nunca antes. Ahora el turismo
capitalista, otrora indeseable, resulta bienvenido
por todos en el paraíso socialista caribeño.
¿Hasta cuándo podría el gobierno
seguir hablando sobre las amenazas del acechante
adversario?
El equilibrio habría que buscarlo en la
posibilidad de que también los cubanos
puedan viajar a otros países, incluyendo
Estados Unidos. cnet/43
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