PRENSA INDEPENDIENTE
Noviembre 3, 2003

SOCIEDAD
La inseguridad social en Cuba

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Cuando se menciona el término jubilación, de inmediato nos viene a la mente que para el hombre o la mujer trabajadora ha llegado la hora de descansar en el hogar, junto a hijos, nietos y demás familiares. Al menos eso es lo que sucede en muchos países del planeta, pero no en Cuba.

Y es que este momento tan añorado por todo trabajador, en nuestra Isla se convierte en una pesadilla, en una lucha a brazo partido para sobrevivir con la mitad del salario, recibido en una moneda que cada vez vale menos frente al dólar, que marca las pautas en la depauperada economía cubana.

De hecho, los jubilados en Cuba conforman más de un tercio de la población, por lo que representa una enorme masa de hombres y mujeres que dependen de la llamada Seguridad Social, la que, con una irrisoria cifra de dinero, pretende que el otrora trabajador, que tanto aportó a la nación, cubra sus necesidades más elementales en un país donde el costo de la vida anda por las nubes, obligando a estos desdichados a acudir al amparo de algún familiar, cuando lo tiene. De lo contrario, tendrán que ir de puerta en puerta vendiendo su cuota de cigarrillos o el paquetico de café que se les vende por la libreta de racionamiento cada quince días.

Cuando uno mira a los ojos de este gran ejército de desamparados, comprende en toda su dimensión lo que han significado más de cuatro décadas de revolución, y la indescriptible secuela de odio, miedo y desesperanza que ha dejado en tres generaciones de cubanos, después de convertir a una de las naciones más prósperas del continente en una de las más atrasadas.

La propaganda del régimen, montada alrededor de la atención al adulto de la tercera edad, no es más que eso: pura propaganda, destinada a presentar al mundo una supuesta preocupación que en realidad no existe, a no ser en letra muerta dentro de una carpeta en cualquier lujosa y refrigerada oficina de los funcionaros que debieran trabajar para que esto se cumpliera.

Para el visitante extranjero no será difícil reconocer a esta gran masa de desesperados que como zombies deambulan por las calles de cualquier pueblo o ciudad de Cuba. Los podrá encontrar en cada esquina con un manojo de periódicos que compraron a veinte centavos para revenderlos a un peso. Y cajitas de fósforos, caramelos, maní tostado o cualquier dulce casero. Como cazadores furtivos, siempre están alertas y vigilantes ante cualquier señal de peligro, pues es una actividad ilícita aquí, ya que el gobierno considera que conduce al "enriquecimiento ilícito". Los ancianos pueden ser multados en miles de pesos, y su mercancía decomisada.

Esta es la cruda realidad que enfrentan los jubilados cubanos que se debaten en la inseguridad social que padece nuestra nación. Es el panorama que se abre ante los ojos de cientos de miles que, horrorizados, miran a un futuro preñado de incertidumbres y calamidades, decepcionados del único patrón que conocieron en su vida, y quien después de haberle servido incondicionalmente, ahora los abandona como apestados, a la buena de Dios. cnet/18



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