SOCIEDAD
La inseguridad social en Cuba
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org)
- Cuando se menciona el término jubilación,
de inmediato nos viene a la mente que para el
hombre o la mujer trabajadora ha llegado la hora
de descansar en el hogar, junto a hijos, nietos
y demás familiares. Al menos eso es lo
que sucede en muchos países del planeta,
pero no en Cuba.
Y es que este momento tan añorado por
todo trabajador, en nuestra Isla se convierte
en una pesadilla, en una lucha a brazo partido
para sobrevivir con la mitad del salario, recibido
en una moneda que cada vez vale menos frente al
dólar, que marca las pautas en la depauperada
economía cubana.
De hecho, los jubilados en Cuba conforman más
de un tercio de la población, por lo que
representa una enorme masa de hombres y mujeres
que dependen de la llamada Seguridad Social, la
que, con una irrisoria cifra de dinero, pretende
que el otrora trabajador, que tanto aportó
a la nación, cubra sus necesidades más
elementales en un país donde el costo de
la vida anda por las nubes, obligando a estos
desdichados a acudir al amparo de algún
familiar, cuando lo tiene. De lo contrario, tendrán
que ir de puerta en puerta vendiendo su cuota
de cigarrillos o el paquetico de café que
se les vende por la libreta de racionamiento cada
quince días.
Cuando uno mira a los ojos de este gran ejército
de desamparados, comprende en toda su dimensión
lo que han significado más de cuatro décadas
de revolución, y la indescriptible secuela
de odio, miedo y desesperanza que ha dejado en
tres generaciones de cubanos, después de
convertir a una de las naciones más prósperas
del continente en una de las más atrasadas.
La propaganda del régimen, montada alrededor
de la atención al adulto de la tercera
edad, no es más que eso: pura propaganda,
destinada a presentar al mundo una supuesta preocupación
que en realidad no existe, a no ser en letra muerta
dentro de una carpeta en cualquier lujosa y refrigerada
oficina de los funcionaros que debieran trabajar
para que esto se cumpliera.
Para el visitante extranjero no será difícil
reconocer a esta gran masa de desesperados que
como zombies deambulan por las calles de cualquier
pueblo o ciudad de Cuba. Los podrá encontrar
en cada esquina con un manojo de periódicos
que compraron a veinte centavos para revenderlos
a un peso. Y cajitas de fósforos, caramelos,
maní tostado o cualquier dulce casero.
Como cazadores furtivos, siempre están
alertas y vigilantes ante cualquier señal
de peligro, pues es una actividad ilícita
aquí, ya que el gobierno considera que
conduce al "enriquecimiento ilícito".
Los ancianos pueden ser multados en miles de pesos,
y su mercancía decomisada.
Esta es la cruda realidad que enfrentan los jubilados
cubanos que se debaten en la inseguridad social
que padece nuestra nación. Es el panorama
que se abre ante los ojos de cientos de miles
que, horrorizados, miran a un futuro preñado
de incertidumbres y calamidades, decepcionados
del único patrón que conocieron
en su vida, y quien después de haberle
servido incondicionalmente, ahora los abandona
como apestados, a la buena de Dios. cnet/18
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