PRENSA INTERNACIONAL
Diciembre 23, 2003

¿Seremos como el Che?

Ileana Fuentes. El Nuevo Herald, 22 de diciembre de 2003.

Pensemos qué puede pasar en la psiquis de una niña cuya infancia se desarrolla en medio de símbolos y héroes masculinos.

El uniforme verde olivo perenne de la alta dirigencia no es accidental: va con la perpetuación del gran guajiro macho, del gran combatiente, en el subconsciente colectivo, incluyendo, y muy especialmente, el subconsciente de las mujeres. De ahí que ''la pleitesía y el sometimiento'' a que se refiere la crítico literaria Helena Araújo encuentre su máxima expresión en la frase periódica de la presidenta vitalicia de la Federación de Mujeres Cubanas, enunciada a nombre de las mujeres de la isla: ''Comandante en jefe: ¡ordene!'' Lealtad en masa a la iconografía masculina --no hay iconografía femenina-- de la revolución.

Ladisleisy de la Caridad ha cumplido los siete años. La libreta de racionamiento de su familia, a partir de ese momento, no incluirá la ración de leche diaria que le tocaba hasta el día de ayer. A partir de hoy, según las autoridades de salud y el régimen, ni Ladisleisy ni el otro millón de niñas cubanas necesitan más fuentes alimenticias de calcio. Desde ese momento, a Ladisleisy se le ha programado la osteoporosis para cuando sus gastados huesos lleguen a la tercera edad.

Además, Ladisleisy tampoco verá un bistec ni un hígado salteado en su plato durante su infancia, ni en la adolescencia, ni mucho menos cuando entre en la fuerza laboral. Los burócratas, inconscientes de las necesidades alimenticias femeninas, también le han programado anemia crónica, mucho antes de llegar a la menopausia. A las Ladisleisys de Cuba se le violentará la salud desde la cuna.

Y que se prepare, porque al tiempo que le quiten la leche de su dieta le pondrán alrededor del cuello la pañoleta roja de los pioneros. Ahí comenzará la transformación de su psiquis. Porque en los pioneros no se jugará a las muñecas, ni a los yaquis, ni parchís. En los pioneros se ensayará a menor escala toda una disciplina que servirá más adelante, sobre todo a los varones, para enfrentar el servicio militar obligatorio, y a las hembras, la militancia en las milicias territoriales y en las microbrigadas de la construcción.

En los pioneros se dará el primer golpe oficial a la autoestima de las niñas, obligadas a interiorizar como modelo al mal llamado ''guerrillero heroico'', a un rebelde con causa fracasado, a un inepto administrador de finanzas, a un médico que colgó el estetóscopo, a un sujeto que despreciaba a los cubanos, que era grosero y déspota con las mujeres, y que además, como si todo esto fuera poco, era un frío asesino. De los casi 20,000 fusilamientos efectuados en Cuba en los primeros tres años de revolución --muchos de ellos sin siquiera haberse celebrado juicio--, el argentino trasnochado firmó la sentencia de muerte de más de la mitad de ellos.

Ladisleisy de la Caridad ha cumplido 13 años. Es hora de enfrentar la violencia institucional que conlleva la escuela al campo. En la escuela al campo trabajará y estudiará simultáneamente, sin saber que el estado la está explotando y que el trabajo infantil está prohibido por Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo, y condenado por Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Su alimentación será horrenda, a no ser que sus pobres padres hagan milagros y le lleven cada dos semanas una jaba llena de comestibles.

Tendrán que llevarle ropa, sábanas y almohadillas sanitarias, medicamentos para las picadas y las erupciones de la piel, algún antidiarreico comprado en dólares en la shopping. La vida de la adolescente Ladisleisy de la Caridad será una constante pesadilla en la escuela al campo, donde su educación no es en realidad una prioridad del MINED, y donde tendrá que defenderse como fiera contra el acoso sexual de profesores y administradores, jugar el papel que le toca en la división laboral de género, y las presiones sexuales que sobre ella han de ejercer los machos que la rodean. Hay que leerse el libro de quien fuera hasta hace unos años la autoridad máxima en educación sexual en Cuba, la Dra. Mónika Krause (Mónika y la revolución), para entender el atropello sistémico y sistemático contra las jóvenes cubanas.

Cuba no es ni remotamente el ''paraíso de los niños'', como afirma la propaganda. Las niñas cubanas también son objeto y víctimas de la violencia general y de la violencia del machismo que reafirma día a día el sistema. ''¿Cómo dice usted, comandante?'', preguntará años más tarde una agotada Ladisleisy de la Caridad, abandonada con sus hijos en Manicaragua, porque el marido se montó en una balsa. "¿Dijo usted que seríamos como el Che?''


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