La
oposición independiente
Reinaldo Bragado Bretaña.
Diario Las Américas, agosto 19, 2003.
La oposición en Cuba, como cualquier
oposición de cualquier país, está
en desventaja con el poder. En el caso de nuestra
patria, esa desventaja es más profunda
porque se enfrenta a un poder totalitario. Sin
embargo, hay que enumerar algunas características
de la oposición cubana y quiero, al enumerarlas,
dibujar con claridad el carácter independiente
que la caracteriza.
En primer lugar debo señalar que, aunque
no tiene una base ampliamente popular -ningún
movimiento de avanzada en la historia ha tenido
una base ampliamente popular, siempre son comenzados
por un pequeño grupo y después se
suma el resto, pero con cautela, sí es
de extracción mayoritariamente popular.
Uno de los sellos distintivos es que sus fundadores
y los primeros que los siguieron, en una inmensa
mayoría, provenían de las cárceles
donde habían cumplido condenas por delitos
de carácter político. En otras palabras,
los activistas o miembros de la oposición
eran -y son mayoritariamente-, además de
activistas, víctimas ellos mismos de la
maquinaria de represión, eran perseguidos,
en el mejor de los casos marginados. Muchos que
no procedían de las prisiones después,
justamente por su trabajo de oposición,
fueron a parar a las cárceles. Basta citar
el ejemplo de la reciente ola represiva y las
insólitas condenas que el régimen
repartió sin consideración alguna
y como siempre ha hecho.
El método empleado por la oposición
en Cuba es de carácter civilista, estrategia
difícil, arriesgada, de larga incubación
y muy peligrosa para el régimen. Téngase
en cuenta el daño extraordinario que le
ha hecho la oposición a la dictadura en
el campo internacional y el caro precio que paga
Castro por reprimirlos. El otro daño es
la contaminación interna de las ideas libertarias,
y basta ver el número de agrupaciones que
hoy existen -prácticamente incontables-
comparado con las escasas decenas de activistas
en el comienzo del movimiento.
Cuando por diversas razones los activistas u
opositores salen al exterior del país,
al exilio, siguen siendo lo que eran en la isla,
pero comienzan a trabajar desde el exterior en
estrecha vinculación con sus compañeros
que quedaron atrás. Esos opositores exiliados,
que comprenden a cabalidad las necesidades de
los que quedaron dentro porque fueron parte de
ellos, trabajan para resolverlas y poner al servicio
de los que aún padecen la represión
lo que les sea necesario. Además de la
difusión de sus denuncias y trabajos periodísticos,
más la publicación de sus libros
y otros factores, se les envía apoyo económico.
Nada más lógico y muchos quisieran
que ese tipo de apoyo desapareciera para que la
vida cotidiana de la oposición sea más
dura dentro de la isla.
Dado el carácter internacional y la acogida
que ha tenido la oposición independiente
y legítima cubana, y los méritos
que ha alcanzado ante los ojos de la comunidad
internacional, se interesan en ella los medios
de prensa, las personalidades internacionales
-religiosas, políticas, civiles, culturales-
y las embajadas radicadas en Cuba. No hay ningún
pecado en difundir una obra de bien. El pecado
radica en querer desacreditar una obra de bien.
Desde la revolución americana de 1776,
pasando por nuestra propia gesta independentista
y la Europa ocupada por los nazis, la ayuda del
exterior siempre estuvo presente. Que pregunten
a los europeos si los bombardeos aliados los convertían
en opositores al nazismo dependientes de una potencia
extranjera. ¡Por favor! El único
elemento negativo en la ayuda que va del exterior
hacia la oposición cubana es que no sea
mayor. Además, los grupos de oposición
de la isla mantienen relaciones con todas las
embajadas, incluyendo las de los países
miembros de la Unión Europea. No puede
ser de otra forma porque una lucha tan desigual
necesita del concurso de todos los que tengan
buena voluntad.
Los intentos por socavar el prestigio de una
oposición que ha pagado un alto precio
por el lugar alcanzado en las peores cárceles
de la isla es una obra de miserables. Ninguna
campaña de desinformación logrará
mezclar trigo y paja. A estas alturas todos sabemos
quién es quién en nuestro escenario
político.
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