Si
te abandonamos, Martha Beatriz...
Eleonora Bruzual. El
Nuevo Herald, agosto 17, 2003.
Si te abandonamos, ¿cómo podríamos
caminar con la cara en alto? Los hombres y mujeres
de buena voluntad; los que deseamos seguir siendo
llamados demócratas, los que luchamos por
la dignidad; la gente limpia, la gente buena,
los que miramos de frente y con honor, exijamos
la liberación inmediata de una mujer emblemática
de la honestidad y la dignidad de los cubanos
amantes de la libertad: Martha Beatriz Roque Cabello,
con su aspecto de madre buena, de tía amada,
bonachona, sencilla.
Martha Beatriz, la economista brillante, la profesional
destacada, la luchadora, la guerrera de la paz
en una isla donde impera la barbarie disfrazada
de revolución. Donde reina un tirano abyecto,
peor que cualquiera de los que integran esa larga
lista de dictadores que hacen de nuestro continente
latinoamericano tierra abonada para que en ella
florezcan las mentiras, para que perduren los
farsantes, se entronicen los asesinos. Latinoamérica,
donde aún hoy este senil personaje, repulsivo
cual hiena, todavía es llamado ''presidente''
cuando el único calificativo que le va
a la medida de sus crímenes es el de asesino,
el de opresor, el de farsante. Castro el abominable
personaje de una tragedia vieja, como viejo es
el drama del calvario cubano.
Martha Beatriz, con tus 58 años y ahora
una condena a 20 años de privación
de libertad, eres la prisionera de conciencia
que hace tambalear al autócrata. Escribo
y pienso que eras una niña cuando ese demonio
llegó a tu isla para quedarse y devastarla.
44 años después te impone vivir
en una celda aislada, inmunda, inhóspita.
Te impone condiciones infrahumanas, creyendo que
con eso quebrará tu espíritu. A
ese truhán pretenden erigirle pedestales
unos forajidos ganados para la violencia. A ese
verdugo creyeron posible crearle mitos eternos,
y hoy, aunque unos saltimbanquis deprimentes le
inviten, le celebren, le alcahueteen, no es más
que un cadáver insepulto. Un espanto maléfico.
Un favorito del diablo.
Por Martha Beatriz vaya mi voz, vaya el desgarrado
grito de una mujer venezolana que ve llegar con
horror para su tierra el mismo mal, la misma peste,
el mismo engaño, pero que me sentiría
indigna de llamarme libre si no antepongo a mi
miedo, a mi lucha nacional, la pelea sin cuartel
por esos disidentes abanderados de la decencia.
Por esos hombres y mujeres condenados por ser
poseedores del más maravilloso atributo
del alma: la dignidad.
Por Martha Beatriz, cuyo temple de acero no blinda
su doliente corazón contra los estragos
que un régimen brutal le causa. A ella
quisiera hacerle llegar mi mano, mi hombro, mi
fuerza, mi coraje. Decirle que resista, que ella
es para mí modelo, emblema, causa. Que
no nos abandone. Que por ella luchamos y por ella
triunfaremos. Que la necesitamos con nosotros,
que ella nos nutre de valor, de gallardía.
Y que al tirano y sus secuaces les exigimos su
libertad.
Pido a todos solidaridad, posiciones comprometidas,
arrojo. El mito perverso de un bandolero disfrazado
de luchador social se ha derrumbado. Castro ya
es lo que siempre fue: la hiena sanguinaria, ávida,
insaciable. El déspota depredador que sólo
cuenta hoy con sujetos de su misma ralea, pretendiendo
emular su vergonzante historia. Gritemos por Martha
Beatriz, fundadora de los no reconocidos Instituto
de Economistas Independientes y Asamblea para
el Desarrollo de la Sociedad Civil de La Habana.
Por Héctor Palacios Ruiz, Miguel Galván
Gutiérrez, Osvaldo Alfonso Valdés,
Ricardo González Alfonso, Iván Hernández
Carrillo, Víctor Rolando Arroyo, Luis Enrique
Ferrer, Héctor Maseda, José Luis
García Paneque, Julio César Gálvez,
Arnaldo Ramos Lauzurrique. Por el poeta Raúl
Rivero Castañeda... Por los que no nombro,
pero siento. Por ese centenar de poetas, periodistas
e intelectuales privados de su libertad, de sus
derechos fundamentales plantemos cara, gritemos
fuerte, tan fuerte que la cobardía de un
miserable que no se mueve si no está rodeado
de esbirros, que atenta impune contra la dignidad,
porque es ella pasto fácil para la barbarie,
se cimbre. Para que sienta que ya sus seudoglorias
se disolvieron como pasa cuando al estiércol
le cae agua... Gritemos por los millones de cubanos
despojados de la esperanza, despojados del decoro
por una rata bípeda que viste aún
de verde olivo.
Martha Beatriz, no estás sola, amiga,
compañera, luchadora de hazañas
hermosas. Estamos contigo y tu suerte es nuestra
suerte. Mujer de luz, resiste, sé que muchos
escucharán mi grito, se sumarán
a mi petición y podremos arrebatarte de
las garras de ese criminal. Pronto, Martha Beatriz,
habremos de encontrarnos, abrazarnos, descansar
un poco y comenzar la gran tarea de reconstruir
tu patria y la mía.
ebruzual@cantv.net
www.mujereslegendarias.com
|