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Acusan a diplomáticos
argentinos de vender pasaportes en Cuba
Buenos Aires, 14 ago (EFE).- Argentina suspendió
a sus dos representantes diplomáticos en
La Habana debido a que un juez federal ordenó
su detención y su traslado a Buenos Aires
bajo la acusación de vender pasaportes
a emigrantes cubanos.
Se trata del primer secretario Eduardo Porretti
y el consejero José María Aller,
a quienes se les ordenó que permanezcan
en la sede diplomática hasta que se tramite
su repatriación, confirmaron hoy a EFE
fuentes de la Cancillería argentina.
Los portavoces indicaron que dos funcionarios
de la embajada de Argentina en México han
sido trasladados a La Habana para reemplazar a
los diplomáticos acusados.
Señalaron que el juez federal Carlos Ferreira
Pela informó ayer, miércoles, a
la Cancillería que pidió la captura
de los diplomáticos bajo el cargo de vender
pasaportes a cubanos a finales de la década
de los 90, cuando Estados Unidos no exigía
a los argentinos una visa para el ingreso a ese
país.
Para traer a Aller y Porretti a Buenos Aires
viajaron a La Habana agentes de la Policía
Aeronáutica, señalaron a EFE fuentes
de la Fuerza Aérea.
El juez mantiene un cerrado silencio sobre estas
actuaciones.
Mientras, los portavoces de la embajada de Cuba
en Buenos Aires evitaron hacer comentarios y afirmaron
a EFE que se enteraron del asunto por medio de
las informaciones del periódico.
El asunto es el primer escándalo diplomático
que afronta el presidente argentino, Néstor
Kirchner, quien asumió el 25 de mayo pasado,
y ha dado señales de mejorar las relaciones
con Cuba.
La representación diplomática argentina
en La Habana fue reducida a su mínimo nivel
a finales de 2000, a raíz de que el presidente
cubano, Fidel Castro, llamó "lame
botas yanqui" al por entonces jefe del Estado
argentino, Fernando de la Rúa.
El conflicto diplomático se desató
poco después de que Argentina votara a
favor de que la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas investigue la situación
de Cuba, posición apoyada por Estados Unidos.
Fidel Castro fue uno de los jefes de Estado que
asistió a la toma de posesión de
Kirchner y el presidente cubano se quedó
tres días en Buenos Aires, donde dio una
conferencia pública a la que asistieron
miles de estudiantes universitarios y activistas
de izquierdas.
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