El
reto estéril de Fidel a Europa
Ernesto F. Betancourt. El
Nuevo Herald, agosto. 02, 2003.
En su discurso del cincuentenario del 26 de Julio,
Fidel demuestra que está al final de la
línea y que no le interesa el bienestar
ni del pueblo cubano ni de sus leales servidores.
Ahora los malvados han pasado a ser los europeos,
a quienes ha retado con la renuncia a la ayuda
humanitaria. Significativamente, los despachos
que vienen de Europa revelan que ni las embajadas
de los países europeos en La Habana, ni
la sede de la Comunidad Europea en Bruselas, han
recibido notificación formal de Cuba cancelando
la ayuda. Por tanto, puede que sea otra mera boconada
de un viejo chocho a quien nadie se atreve a mandar
a callar. En cualquier caso, es muy preocupante
que un hombre con poder de mandar a fusilar a
cualquiera que se le antoje, dentro de ese feudo
que se llama Cuba, esté hablando tantos
disparates.
El discurso se distinguió por el silencio
respecto al enemigo favorito, excepto para ofender
a los europeos acusándolos de haberse convertido
en meros instrumentos del imperialismo yanqui.
Parecería que su mente calenturienta ha
llegado a la conclusión de que George W.
ha desistido de la ''conjurita'' de montar una
invasión con la excusa de un éxodo
migratorio. Vale la pena meditar sobre lo que
Fidel dijo y sobre lo que calló.
Dedicó una buena parte del discurso a
revivir La historia me absolverá, aunque
no se sinceró con los diez mil invitados
al acto para confesarles que la frase se la había
plagiado nada menos que a Adolfo Hitler, a quien
leía asiduamente en su etapa de admirador
del nazismo. Tampoco se sinceró confesando
por qué había ocultado su intención
de llevar a Cuba al comunismo, sistema que le
ofrecía una justificación ideológica
perfecta, con el marxismo-leninismo, para instalar
un régimen totalitario en Cuba, además
del apoyo estratégico de la Unión
Soviética para neutralizar a EEUU.
Al describir los logros de la revolución
cayó en contradicciones, pues en un momento
citó que en Cuba había un 90% de
analfabetos, pero después lo bajó
a 22.3%. No mencionó el desplome en la
matrícula universitaria por falta de remuneración
adecuada para los graduados. Al hablar de los
logros en salud, omitió mencionar lo que
saben todos los cubanos: que en los hospitales
a los que tiene acceso el cubano de a pie las
carencias de lo más elemental son abismales,
mientras que en el CIMEQ y otros reservados para
los extranjeros y la nomenklatura hay de todo.
Lo de la vivienda es increíble que se atreviera
a mencionarlo, porque el déficit habitacional
es una de las fallas mayores del régimen.
A La Habana le dicen San Lázaro, en vez
de San Cristóbal, por estar sus edificios
apuntalados con muletas.
Fue altamente significativo que no mencionó
para nada el ingreso per cápita, ni el
producto nacional bruto, ni las exportaciones,
ni la debacle azucarera. El hecho cierto es que,
en 1958, Cuba tenía el tercer ingreso per
cápita en el hemisferio y ahora se codea
con Haití en el último lugar. Ubre
Blanca, con la sonrisa que captara el escultor
de su estatua, como la describiera uno de los
picúos de Granma, tampoco fue mencionada,
ya que la ganadería ha sido uno de los
grandes fracasos de la revolución a resultas
de las genialidades genéticas de Fidel.
Otra área de La historia me absolverá,
y de toda la campaña del 26 de Julio para
justificar la insurrección contra Batista,
que se calló fue la restauración
de la Constitución del 40 y de todas las
garantías constitucionales que ofrecía,
y que hoy son negadas con métodos y crueldades
peores que las que nunca se vieron en época
de Batista. Para ver esto, basta leer el artículo
de Gustavo Arcos --uno de sus compañeros
ese día-- en el New York Times, comparando
el trato que recibieron en las cárceles
de Batista con el que se da hoy a Martha Beatriz
Roque, Oscar Espinosa Chepe, Oscar Elías
Biscet y otros.
Los comentarios en el discurso sobre las relaciones
económicas con Europa son aleccionadores.
Ahora resulta que el que Cuba pudiera importar
más de lo que exportaba a Europa no es
un saldo beneficioso en términos materiales
al pueblo cubano, que pudo consumir esos productos
gracias a créditos que Fidel no ha pagado,
sino otra injusticia de los coloniales europeos.
Sirva esto de lección a los señores
Rockefeller y Andreas, con sus intrigas detrás
de bambalinas para levantar la prohibición
de dar créditos a Cuba; y a los congresistas
y senadores de los estados agrícolas que
cínicamente promueven las exportaciones
de sus granjeros con toda clase de racionalizaciones.
¿Por qué hace esto Fidel? Hay que
preguntarse. ¿Es que está desbarrando
incontrolado e incontrolable? ¿Dónde
está Raúl y por qué no se
le dio prestancia alguna en los medios del régimen,
cuando ese día dirigió el ataque
a Bayamo? ¿Teme Fidel tanto a la disidencia
que ve como una seria amenaza a su régimen
el que los europeos le den acceso a sus embajadas?
¿Ignora Fidel que puede estar poniendo
en peligro el tráfico turístico
europeo a Cuba, o sencillamente no le importa?
¿Es que los generales cubanos son tan cobardes
que no se atreven a poner fin a tanta sandez y
servir a Cuba en vez de a Fidel?
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