PRENSA INDEPENDIENTE
Agosto 4, 2003

CULTURA
Habana Abierta en Habana Libre

LA HABANA, agosto (www.cubanet.org) - Cine Charles Chaplin, cerca de la conocida esquina de 23 y 12, en el Vedado. Ocho y media de la noche del viernes 1 de agosto. Una multitud de jóvenes asiste a la premier del documental "Habana Abierta", dirigido por Arturo Soto y por el actor Jorge Perogurría (Pichi), éste último en calidad de director debutante. El documental lleva el nombre de un grupo musical formado en la capital a mediado de los noventa, y que desde hace aproximadamente cuatro años vive en Madrid.

La sala está repleta de músicos, artistas, actores, escritores, estudiantes de música, y otros jóvenes de la llamada "farándula", pero de la más exigente, la que gusta del jazz, el rock alternativo, la música de fusión, el cine independiente norteamericano, determinada literatura alejada del gran mercado.

La entrada al cine es por invitación. Pero, a diferencia de otras veces, no hay tantos requerimientos por parte del personal administrativo. Muchas personas logran entrar sin invitación cuando se acerca la hora de la función. No hay, como en otras premiers, ni cordones especiales en la entrada, ni policías organizando la cola, ni reflectores. No hay, en la calle, frente al cine, la cola interminable de automóviles de ministerios, embajadas, prensa nacional o extranjera, organismos de cultura.

Cuando comienza la presentación del documental hablan sus directores. Arturo Soto es lacónico, pide disculpas por problemas técnicos, agradece el apoyo del ICAIC, dice que el documental tiene un solo propósito: que sea como la crónica de ese concierto único de Habana Abierta el 12 de enero de 2003, en el salón rosado de La Tropical, que sea la memoria de la visita de esa agrupación.

Jorge Perogurría también es lacónico. Dedica la premier a dos grandes de la música cubana fallecidos recientemente. Menciona, primero, a Celia Cruz, y el público le devuelve una cerradísima ovación. Pichi menciona después a Compay Segundo, pero los aplausos todavía llenan la sala, y apenas se escucha el segundo nombre que ha pronunciado. Al menos, por un minuto, una parte del pueblo de Cuba le rinde honor de manera casi pública a "la Reina de la salsa".

La proyección del documental fue anunciada por Radio Reloj, y por otras emisoras de radio. Hay expectativa por ver, por primera vez, un material de esta naturaleza. Habana Abierta, es un grupo musical singularísimo, de la vida juvenil underground, de esos muchachos que van a los desfiles patrióticos o las tribunas abiertas por compromiso con sus padres, la escuela, o la profesión, y durante las noches fuman marihuana, consumen hongos, o se empastillan. Muchos se burlan del gobierno y sueñan con salir del país para regresar y poder volver a salir. "La ida y la vuelta" como dirá en el documental el músico Athanay aludiendo a su condición de emigrado.

El documental, como bien apuntó uno de sus directores, es un fragmento de ése día de enero que en que después de varios años Habana Abierta se presentó en público, en su país.

Habana Abierta, más que un grupo, es un espacio de confluencia de varios músicos de una misma generación. Cada cual tiene su estilo, su lenguaje, sus propuestas, pero confluyen para tocar y fusionarse en una corriente que mezcla diversas sonoridades, ritmos, registros, dentro de una tradición y una contemporaneidad, reactualizadas por constantes búsquedas personales que ellos son capaces de articular de manera colectiva. En una canción de su repertorio llaman a su música fusionada "Rockasón" y "Rock con timba", aunque no parecen, a juzgar por lo que dicen en la cinta, preocupados por definir su música ni por aceptar influencias de cualquier latitud.

Pero es indiscutible que tienen un concepto muy sólido de lo que hacen, que han sabido ubicarse dentro de panorama musical cubano y que sus letras también marcan una diferencia con el resto de los trovadores, raperos, roqueros, salseros. Con total libertad están abiertos a la buena música en general, se consideran con ironía un "todoterreno" porque también son capaces de tocar en cualquier espacio.

Un experimento similar, aunque con mayor rigor y calidad, hay que reconocerlo, y con otras intenciones musicales y estéticas, surgirá también en la capital a finales de los noventa. Nos referimos al proyecto "Interactivo" con Roberto Carcacés (el hijo de Bobby). Pero, primero, también hay que reconocerlo, surge y se impone, este fenómeno único llamado "Habana Abierta".

Son cinco músicos. Kelvis Ochoa, Boris Larramendi, Vanito Caballero, José Luis Medina, Alejandro Gutiérrez. Al principio se llamaron "Habana Oculta", una alusión a su condición de marginados de la escena nacional, y estuvieron también Raúl Frómeta, Pepe del Valle, y otros.

Aunque el grupo Habana Abierta, sea capaz de llenar un teatro, o de repletar el salón de La Tropical (como puede verse en el documental) o de poner a circular miles de copias de sus discos, es un fenómeno de minorías. No lo pasan por la radio (apenas) ni por la televisión (casi un milagro), no se venden sus álbumes, no hay afiches, camisetas, no hay entrevistas, no hay conciertos.

Nada de esto hubo (o casi) mientras vivían en Cuba. Nada de esto hay (una pizca) mientras viven en Madrid.

Un fenómeno de minorías, de la vida underground de la ciudad. De ahí que su nombre original fuese Habana Oculta. Este énfasis por catalogarlo de "grupo de minorías" no es para nada peyorativo ni intenta rebajar la calidad de sus talentosos músicos y letristas. Es un énfasis meramente descriptivo para cartografiar el mundo y el público por donde se ha movido, y se mueve, pese a no vivir en Cuba.

Y esta condición de emigrados los hace más vulnerables al olvido. De ahí las palabras de Arturo Soto de que el documental sea una memoria de la visita. En la actualidad estos músicos son tan "fantasmáticos" como lo fueron antes de irse. De ahí la necesidad de este documental que el público disfrutó y agradeció.

Arturo Soto y Jorge Perogurría lograron captar el flujo espontáneo y vivificante de un concierto sin pretensiones ni posibilidades materiales para un espectáculo. Las limitaciones de recursos (durante el concierto y para el rodaje de la cinta) fueron compensadas por la alegría de los músicos, una atmósfera distendida, un carácter informal, y los deseos irrefrenables por entregarse a un público ávido.

"Dame un cachito pa´vivir, yo lo que quiero es un cachito pa`vivir" exclaman los cantantes de Habana Abierta. Es un estribillo de los tantos que han puesto a bailar y a disfrutar a una parte de la juventud cubana.

Pero no es un estribillo cualquiera, sino tal vez, emblemático, una especie de contraseña entre los músicos y su público. En ese estribillo se sintetiza, quizás, en un canto nada quejumbroso, toda la cosmovisión de estos artistas, hacia el hedonismo más abierto (y hasta "desvergonzado"), al vitalismo de una generación cansada y castrada.

Escuchar a Habana Abierta es una invitación a lo que popularmente el cubano medio de los últimos años ha denominado "la gozadera", término polisémico, ambiguo, y sin ánimo de exagerar pudiéramos decir que, en sentido general, hasta casuístico.

Pero no es la "gozadera" que promueve la música salsa, o la denominada "timba"; que es una "gozadera" que llama a la vulgaridad, o que es más sexual (y debido al machismo,"genital"), y que es una "gozadera" respetuosa de muchos convencionalismos y estereotipos sociales y culturales.

De hecho el término no lo utilizan los jóvenes seguidores de Habana Abierta, en su mayoría jóvenes artistas, músicos, estudiantes de arte. Aunque el público que gusta de esta agrupación comprende dos generaciones, como un puente, por esta razón la edad oscila entre 15 y 40 años.

La "gozadera" a la que invita Habana Abierta es siempre más reflexiva, es una actitud después de cavilar sobre lo efímero de la vida (de la etapa de la juventud, más bien). Hedonismo, vitalismo, un poco de anarquismo, cierta frivolidad a veces, astucia, y también un poco de ingenuidad. Nada de discursos épicos, ninguna mención al sacrificio o los valores trascendentales y gloriosos. Todo quiere ser alegría sin obligaciones ni deberes, en todo caso hay reclamo por el derecho a la sensualidad, al placer, a fugar (y esto lo entiende como una responsabilidad individual) de una cotidianidad cargada de sinsabores, escasez, limitaciones de todo tipo.

Es una "gozadera" como resultado de una rebeldía amarga, sin salida. Habana Abierta deja la sensación de ser un disfrute en grande, pero un disfrute como placer que se rebela, como si se tratara de un ajuste de cuentas con alguien o con algo.

Muchos fragmentos de las canciones de Habana Abierta se convierten en críticas o alusiones indirectas (o a veces directas) a la vida social y económica de la Cuba actual. Sin embargo, no hay un afán costumbrista, ni periodístico por asumir esas "realidades". Tampoco existe una voluntad por afirmar un gesto marcadamente político, sino por una actitud de evasión de cierta política asfixiante que no da espacio para vivir ni gozar.

Podríamos, a la manera de catálogo, citar fragmentos de canciones. De "La vida es un divino guión":

"Allá en La Habana está muy duro el mambo / está más alto de la cuenta el mango / están pasando coles por lechuga y papas por malanga / Yo me molesto pero no me presto / toma mi sopa, mama, aquí en su concepto / y dice un poco de lo que hay / y un poco de lo que hace falta/ la vida es un divino guión / ya sé que sí / ya sé que no / mi vida es un divino guión / Quedó bonito pero se destiñe / ya no es lo mismo que cuando éramos fiñes / pioneros por el comunismo, ilusión cosmonautas / Todas las ratas se van tras la flauta /José Martí fijó la pauta / El elefante tiene cuatro patas y una memoria que te aplasta / Yo no me fui /Yo me alejé un poquito /Desde más lejos se oye más bonito / Mi corazón procesa, sufre, baila y canta lo que sangra / ! Qué rico suena un rocanrol con timba /Habana Abierta te lo trae de pinga / Un poco de lo que hay / un poco de lo que hace falta / Los de derecha giran a derecha / los de la izquierda a izquierda / y yo ya me aburrí de esos viajecitos en círculos / Yo viajo recto aunque no soy flecha / Yo te lo afirmo y te le pongo fecha, por si sospechas, por si sospecha, chivatón".

Y en esta otra:

"Bajando con equipaje me vi / picando media mañana / La radio aflojando salsa otra vez / desde frente a mi ventana / Las cosas que he visto en esta ciudad / pero la vida que se derrama / Piñol fraseando canciones de ayer / una bronca, llegó fiana / Besito a mi padre, lloraba mamá / Sentía que me estrujaba / De pronto el gorrión que sentía al partir / chocaba con una calada / teniendo yo que decir / Hace calor en La Habana, mi hermana / y cuéntame de Madrid (…) / Y sé muy bien lo que necesito / no quiero que me digan qué debo hacer / Poco me importa si es un ratico / así mientras me dure aprovecharé / Fui Friqui, donante, mecánico y hasta chofer / fui ruso, ignorante, llevando en la piel / resistir / como un divino reptil / Hace calor en La Habana, mi hermana / y cuéntame de Madrid / ¿Qué quiero, qué quiero yo?/ Un cachito pá vivir / !Ay, dame mi cachito pa´vivir! / Dame mi cachito / !Pá vivir!

En el documental hay breves pero valiosas declaraciones de varios artistas. Algunas con cierto sustrato político aunque aludan a la cultura, y en específico a la música. Pero ya sabemos que en Cuba es muy difícil, a veces, hablar de cultura sin aludir aunque sea indirectamente a la política. Este fenómeno es parte de una angustia que sienten los artistas de la isla por haberse ideologizado el arte y la cultura bajo el llamado "proceso revolucionario", con abiertas o sutiles intenciones de manipulación y adoctrinamiento.

David Torrens, Polito Ibáñez, Carlos Varela, Luis Alberto García, y otros, aluden a la música cubana como una sola, sin distinción geográfica ni de ningún tipo, y cada uno explica lo que entiende por "Habana Abierta". Es aquí donde las respuestas se vuelven significativas, sutiles, astutas, valientes, y muy sinceras.

La Habana Abierta es de todos. En un momento Vanito Caballero alude, en una referencia en forma de saludo, a Miami y a La Habana, con alegría, sin pretensiones politiqueras (ni de un lado ni del otro).

En medio de un clima, político y cultural, donde se habla con devoción obsesiva de la patria, de una "batalla de ideas", de odios y venganzas, de traiciones y enfrentamientos, donde una vez más se llama a los ciudadanos (a sus cuerpos y mentes) al sacrificio, a una fe casi religiosa en el partido comunista y sus líderes, la música de Habana Abierta, convoca a que esos cuerpos y mentes se liberen del peso de una historia, de una ideología, se entreguen a la libertad más pura del placer y la levedad.

Como dijo uno de ellos "Habana Abierta en La Habana Libre" con toda la carga semántica oculta (no olvidemos el primer nombre del grupo) que tiene esa frase. Aunque Boris Larramendi pudo referirse al famoso hotel de la esquina de 23 y L, también estaba hablando de otra cosa.

No todo tiene por qué ser ni tan abierto ni tan oculto. Ya lo dice un grafitti en una pared habanera que recoge la cámara (al vuelo) en uno de los momentos memorables del documental: "Evite Ser". cnet/44


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