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verde que las palmas
Caridad Cristina Alvarez, Grupo Decoro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Mario y Aimee están casados.
Ambos son especialistas de Salud Pública. Recientemente tomaron quince días
de vacaciones después de laborar ininterrumpidamente más de un año.
Cobraron su salario mensual y el descanso retribuido en sus respectivos centros
de trabajo. Se dispusieron a disfrutar el receso.
Cuando llegaron a la casa y reunieron el dinero ganado éste llegó
a 865 pesos, cifra equivalente a 33.26 dólares al cambio actual.
Mario le dijo a su esposa: "Hace tiempo que no te puedo llevar a pasear
porque el dinero no nos alcanza pero hoy he decidido salir contigo. Estoy
cansado de tanto camello y de tantas presiones. Nos vamos a fiestar".
"Te has vuelto loco" -contestó Aimee.
"No, loco me voy a volver si no salgo a despejar un rato. Así
que llama por teléfono a Manolo y a Rosita para invitarlos a salir con
nosotros y pídeles que te sugieran algún sitio en moneda nacional
donde podamos disfrutar sin gastar mucho" -apuntó Mario.
"Bien, como tú digas, pero después no te quejes cuando no
haya ni un peso para comprar un refresco" -expresó Aimee.
Concertaron la salida para las ocho de la noche y se decidieron por el
restaurante Los Siete Mares, ubicado en 23 y J, en la zona capitalina conocida
por El Vedado. Allí comerían pescado y tomarían algunas
cervezas cubanas a diez pesos la botella. Al concluir la cena caminarían
Rampa abajo hasta el Malecón, donde finalizarían el alegre paseo.
Era un plan magnífico.
Cuando llegaron a Los Siete Mares los embargó la felicidad, pues no
había cola. El capitán los condujo amablemente hacia una mesa, les
extendió la carta y se alejó silenciosamente. Mario y Manolo
intercambiaron opiniones con sus respectivas parejas y acordaron lo que iban a
pedir. El capitán se acercó solícito al ser llamado por el
grupo.
"Por favor, nos trae cuatro jugos de piña, Pescado Canciller
para todos y cuatro cervezas lo más rápido posible" -ordenó
Mario.
El capitán comenzó a anotar el pedido pero se detuvo y dijo: "Pescado
Canciller no tenemos, la cerveza se terminó temprano hoy".
"Pero -objetó Mario- es que aparece en la carta".
"Sí -expresó el empleado- pero lo que está escrito
en la carta es para venderlo en dólares, las ofertas en moneda nacional
son limitadas. ¿Comprende usted?"
"Entonces, ¿qué podemos comer?" -preguntó Aimee
mientras agarraba la mano de su esposa por debajo de la mesa para que él
no dijera lo que reflejaba su rostro.
El capitán contestó: "Lo único que tenemos en
moneda nacional es el jugo de piña, pero no está muy frío,
pescado empanizado y ensalada de tomate. El postre se acabó también".
Los cuatro se miraron con profunda tristeza y ordenaron la única opción
con una conformidad que rayaba en la decepción.
En la mesa vecina un grupo de personas, entre las que se encontraban dos
balseros de visita en Cuba, disfrutaban de la oferta dolarizada sin límites
ni dificultades.
"Gracias a la revolución de Fidel Castro el dólar es más
verde que las palmas" -concluyó Mario.
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