¡Píntese
de blanco, compadre!
Héctor Maseda, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, mayo (www.cubanet.org) - Las autoridades cubanas alardean de
practicar la igualdad racial en nuestra sociedad. Sin embargo, la conducta que
asumen en varias ramas de la economía y los servicios, pero sobre todo en
los cargos de dirección, prueban que la realidad apunta a otra dirección.
Un ejemplo de esto se encuentra en el sector turístico. El ministro
cubano del ramo, Ibrahim Ferradez, señaló en la asamblea municipal
del Poder Popular, celebrada en la Isla de la Juventud (periódico
Victoria, julio 2001), que 100 mil trabajadores laboran en la industria que
dirige. De ese total, el 30 por ciento son negros o mestizos. Lo que no dijo
este funcionario es que esa cifra cubre los puestos de trabajo menos remunerados
y de menor responsabilidad, a pesar de que el 53 por ciento de la población
en Cuba no pertenece a la raza blanca.
Una situación similar ocurre con las entidades estatales asociadas al
capital extranjero u otras actividades relacionadas con cargos ejecutivos en
instituciones vinculadas a la recaudación de dólares y otras
monedas fuertes.
Vicente Fabá Calderón, inteligente joven recién
graduado como capitán de salón y cantinero, obtuvo excelentes
resultados práctico-docentes en los cursos que concluyó. Su
condición de mestizo, y el hecho de no contar con familiares que ocupen
posiciones claves dentro del estado, lo condenan a la discriminación
laboral y lo obligan a aceptar trabajos que no le interesan a otras personas.
"La única opción que me dieron en personal y cuadros al
concluir mis estudios fue la de atender las áreas verdes del hotel
Habana-Libre Tripp, si deseaba mantenerme en el giro. Tuve que aceptar, a pesar
de que este trabajo no tiene nada que ver con mi perfil ocupacional. Además,
el salario es muy bajo. Otros colegas de mi curso que no alcanzaron mis
resultados académicos ni son más confiables políticamente
que yo, desempeñan mejores plazas. Ellos tienen familiares o amigos bien
colados en la administración y, además, son blancos. En Cuba no
vale tener talento. Hay que tener un buen árbol al cual arrimarse y ser
un blanco puro".
Pero no siempre los negros y mestizos de la Isla son relegados a un segundo
plano. En disciplinas relacionadas con la gastronomía popular, la
agricultura y la construcción, que se caracterizan por ser pobremente
remuneradas, los negros y mestizos son mayoría.
Jorge trabaja en una cafetería estatal del municipio habanero 10 de
Octubre. Es negro, un hombre honesto, y me habló de su experiencia
laboral: "Llevo tres años en el giro y no me gusta apropiarme de lo
que no me pertenece. En mi turno somos varios empleados. Todos le roban al
usuario y al estado. Hasta el administrador de la unidad. Yo me negué a
ello y comenzaron las presiones y las campañas contra mi persona. Incluso
llegaron a pensar que yo era un inspector clandestino. Finalmente el dirigente
del establecimiento habló conmigo y me emplazó: 'Te sumas al
equipo o te vas de aquí, ¡decídete!' Acepté, ¡qué
remedio!, yo tengo una familia que mantener. No quiero convertirme en un Quijote
moderno porque los molinos que debo enfrentar son de acero reforzado. Ahora yo
también robo. Vivo y dejo vivir. En definitiva mi salario es poco. No
estoy satisfecho con lo que hago, pero éstas son las reglas del juego. Te
adaptas o pereces".
En la construcción ocurre otro tanto. Manuel es un mulato albañil
de 35 años. Lleva diez en el sector y dos en una obra social en el
municipio Centro Habana. Con desfachatez me dice: "Yo me llevo todo lo que
puedo. Si los demás lo hacen por qué yo no. El problema es vivir.
Eso sí, hay que nadar y guardar bien la ropa".
Esta realidad se le encuentra Ud. en todos los municipios del país,
provincias y barrios. El problema gira alrededor de la desproporción que
existe entre los bajos salarios y el costo elevado de la vida.
Las autoridades cubanas guardan con esmero cualquier información que
pudiera arrojar claridad acerca del empleo, subempleo y desempleo dentro de la
población negra, así como de su nivel de vida real, inferior al
también insuficiente nivel de vida de la población blanca.
Lo cierto es que todos los regímenes totalitarios tienen a mano
poderosos recursos que justifican, atenúan o disfrazan sus verdaderas
intenciones.
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