Augusto L. Vidaurreta. El Nuevo Herald, Mayo 1, 2002.
Históricamente se han ponderado ''las conquistas'' de la ''revolución
castrista'' en materia de educación y salud pública, servicios que
supuestamente se dispensan en Cuba de forma gratuita. En ese sentido favorable
hemos visto expresarse al presidente Clinton, numerosas asambleas
internacionales y, ahora, se recoge en el primer postulado de la moción
presentada en la Asamblea sobre los Derechos Humanos en Ginebra por varios países
latinoamericanos. Es decir que, para ''suavizar'' los términos, para ''no
ofender'' al déspota, se consigna un reconocimiento totalmente
inmerecido, porque realmente en Cuba ni la educación ni los servicios de
salud son gratuitos.
Veamos por qué: parece ser que todo el mundo ha perdido la capacidad
de análisis o el interés de llegar a alcanzar las verdaderas
verdades. En primer término para calificar una prestación de
cualquier índole, proveniente de un particular, de una organización,
de un gobierno, que se haga sin costo para el beneficiado, habría que
indagar los própositos últimos del benefactor.
El castrismo, al controlar por completo y singularmente los mentados
servicios de uso perentorio para toda la ciudadanía (no hay hospitales ni
escuelas que no sean del gobierno), obtiene con ello el dominio absoluto sobre
el ser humano, dominio que se traduce en sometimiento. Para un movimiento basado
en una ideología, la educación es de vital importancia.
Los castristas no sólo han logrado regir la vida material y cotidiana
de los ciudadanos (libreta de abastecimiento, sistema de transporte, dónde
puedes vivir, etc.) sino que aspiran, y en cierta medida lo han logrado, al
''control de las mentes''. Practican incansablemente el ''adoctrinamiento'' de
todos, pero muy especialmente de la niñez y la juventud, ellos construyen
a su ''hombre nuevo'', un ser adocenado, condicionado. Así, el
usufructuar de manera total la escuela le permite su básico objetivo de
producir fanáticos y esclavos. Está claro que estas
''gratuidades'' soportan el totalitarismo brutal y por ello pierden las virtudes
que tan generosamente se les atribuyen.
Ahora bien, esta moneda tiene otra cara, ya que podemos preguntarnos si
verdaderamente son gratuitas la educación y la salud en la Cuba de
Castro. Asombra cuán poco han penetrado los generosos calificadores de la
actuación castrista al respecto. Ellos (el señor Clinton y los países
proponentes de Ginebra) han pasado por algo que el régimen económico
impuesto en Cuba se llama a sí mismo ''socialismo''' y que, para ellos,
esto significa dominio absoluto, total, íntegro de toda gestión
productiva o de servicios.
La supresión total, absoluta, íntegra de la producción
o los servicios privados. De esta forma en Cuba todo el mundo trabaja para el
estado, el gobierno. Todos los siervos son regidos por las normas castristas,
con un salario estricto. O sea, que usando un término capitalista, todas
las utilidades del aparato productivo de la nación y la de sus servicios
van a parar a manos del gobierno castrista.
Voy a ilustrar con mi propio ejemplo la cuestión: yo ejercía
como abogado dentro de una organización calificada por ellos como
''paraestatal'', regida por el Ministerio de Justicia, en un llamado bufete
colectivo. La relación del abogado con el cliente era a través de
un contrato pretarifado. Cuando el abogado firmaba contratos por 1,000 pesos
cubanos, él percibía 400 y la organización 600. Cuando ese
abogado contrataba por ejemplo 2,000 pesos o más (lo que era frecuente),
el abogado recibía los mismos 400 y la entidad 1,600. O sea, el abogado
jamás podría ganar más de 400 pesos. Por su parte, los médicos
(en mi época allí, 1985), percibían 375 pesos mensuales de
sueldo. Sería curioso ver cuál sería nuestra reacción
si de nuestros ingresos nos quitase el gobierno más del 60%. Si a usted
le quitan de lo que produce tan elevada suma, ¿no está usted
realmente pagando lo que recibe?
En resumen, la educación y la salud castristas no son gratuitas, ello
no es más que un sofisma, una mentira que todos han decidido tragar o por
no pensar o por estar alelados o porque no les interesa la injusticia y la
opresión.
Por favor, no digan más que hay algo bien hecho en la Cuba de Castro.
Abogado y ex preso político cubano, reside en Miami.
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