El Estudiante
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, marzo (www.cubanet.org) - La revolución cubana "quemó"
a muchas gentes. En cada etapa la revolución cubana ha utilizado y
utiliza para su "magna tarea" a diferentes generaciones. Como cada
tiempo de esta revolución tiene sus propias características, cada
generación aporta de sí misma lo que de antemano está
programado. En este sentido la revolución cubana ha demostrado en su
historia una astucia política sin paralelo en la Historia de la
Humanidad. De manera que teniendo cada etapa su propia característica, así
también los individuos o grupos generacionales han tenido su propia
característica; y han sido utilizados y luego desechados.
Muchos de estos individuos han sido personas brillantes. Pero después
de ser desechados algunos han perdido la razón y andan por las calles de
La Habana convertidos en alcohólicos o simples locos.
Los que después del derrumbe del Muro de Berlín no se
ajustaron al nuevo perfil que el gobierno necesitaba para sobrevivir, o no tenían
una amistad que les tendiera la mano, han sido apartados y olvidados.
En el año 1980, a raíz de los sucesos del Mariel, heredé
y decidí vender tres bibliotecas: las de René Ariza, Reinaldo
Arenas y Eduardo Campa Bacallaho.
En esa época conocí al Estudiante. El pasaba todos los días
por la puerta principal del famoso Centro Asturiano, hoy convertido en museo
nacional de arte antiguo. Mis libros los vendía en la puerta principal
del edificio, que en aquellos tiempos era la sede del Tribunal Supremo, y sus
portales de altas columnas se habían convertido, por la falta de
iluminación, en urinario público y dormitorio de vagabundos.
Cuando el Estudiante pasaba miraba mis libros de literatura universal y
nunca compraba un libro; pero se detenía horas y horas a mirar mi mercancía.
Un día yo saqué las obras completas de Vladimir Ilich Lenin en
más de 50 tomos con el objetivo de, si no las vendía, dejarlas allí
mismo al final de la jornada, para que los transeúntes se las llevaran.
Pero esa tarde el Estudiante pasó y compró (gracias a Dios) todos
los volúmenes al precio de 20 centavos.
Anoche yo aguardaba mi turno en un teléfono publico y vi al
Estudiante venir por la calle de los Obispos. Entonces recordé que últimamente
ha dejado de contestar a mi saludo cada vez que me lo encuentro en la calle.
Cuando ya lo tenía ante mí lo saludé y traté de
retenerlo, pero como desde hace varios años su respuesta apenas son unos
monosílabos, quiso continuar su camino. Le pregunté si estaba
enojado conmigo.
- Déjame en paz -dijo. Estoy estudiando.
En la calle de los Obispos han colocado bombillas luminiscentes como globos
de cumpleaños. De manera que pude distinguir el libro que el estudiante
llevaba en la mano: "La guerra silenciosa" de Ignacio Ramonet.
Aquí en La Habana, por temporadas, llegan extranjeros con sus libros,
el Estado los publica, y se ponen de moda como una canción. Para mí
son pastillas de palabras destinadas a adormecer la conciencia de las gentes,
especialmente conciencias como la del Estudiante, que no termina de comprender
que el conocimiento que busca jamás lo encontrará.
Ramón Díaz-Marzo es el autor de la novela "Cartas a
Leandro", publicada por CubaNet.
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