Frank Calzón.
El Nuevo Herald,
marzo 20, 2002.
La característica más invariable de Fidel Castro desde que
asumió el poder en 1959 ha sido su antiamericanismo. Resulta que ahora
nos dice que quiere ayudar a los agricultores americanos y comerciar con Estados
Unidos. Desde su punto de vista, los agricultores americanos serán los
principales beneficiados de la venta de granos y otros productos a Cuba.
La economía norteamericana está lidiando en estos momentos con
el fiasco de la Enron, que puede atribuirse a la manipulación de la data
financiera por parte de dicha compañía, y a la renuencia de los
reguladores del poder ejecutivo y de los legisladores en el Congreso a indagar
con profundidad sobre los manejos de la compañía. Hoy le incumbe
al Congreso averiguar si las supuestas ganancias que dejará el comercio
con Cuba no son otro espejismo. Y también le toca indagar si el
contribuyente norteamericano será nuevamente golpeado en caso de que
tenga éxito la campaña de Fidel Castro por obtener créditos,
seguros de exportación y garantías para realizar dicho comercio.
Dígase lo que se diga sobre la ineficiencia del embargo
norteamericano, uno de los mejores secretos de ese embargo es que le ha ahorrado
a los contribuyentes norteamericanos millones de dólares. Gracias al
embargo, los bancos americanos no figuran en el ''Club de París'', cuyos
bancos miembros tienen que esperar a que La Habana les pague lo que les debe. Si
los bancos americanos fuesen parte de este consorcio de acreedores, ustedes y yo
sabemos bien que hace rato estuviesen presionando al Congreso para que de alguna
manera el contribuyente norteamericano solventara sus pérdidas en Cuba.
La industria agrícola americana piensa que en el comercio con La
Habana le esperan enormes ganancias. Los agroempresarios opinan que ninguna
consideración de política exterior debe interferir con el
comercio, aunque ello fortalezca a regímenes como los de Libia, Irak y
Cuba y bien pudiera en un futuro poner en peligro las vidas de soldados
norteamericanos. Otorgarles beneficios comerciales a los enemigos de Estados
Unidos, especialmente a aquéllos que figuran en la lista de naciones
terroristas del Departamento de Estado, es un contrasentido, equivalente a la
venta de chatarra a Japón en 1930. Japón utilizó parte de
aquellos materiales para fortalecer su poderío militar, que empleó
más tarde para el ataque a Pearl Harbor.
Según se informa en el boletín de febrero del 2002 de
AmChamCuba (la Cámara de Comercio Americana de Cuba en Estados Unidos):
"Los problemas económicos de Cuba siguen en aumento. La
declinación de la economía mundial y la disminución del número
de vuelos internacionales que siguió a los ataques del 11 de septiembre
impactaron fuertemente al país.
El renglón económico más fuerte, el turismo, ha
decaído drásticamente.
La segunda fuente de moneda extranjera, las remesas de familiares
exiliados, también han disminuido.
El retiro de la base de espionaje rusa le cancela a la economía
cubana unos $200 millones por concepto de alquiler.
El vicepresidente cubano, Carlos Lage, ha calificado de 'golpe duro'
la caída de los precios del azúcar y el níquel''.
La venta de productos agrícolas y medicinas se legalizó en
julio del 2000, pero transcurrió más de un año sin que se
realizara ni una venta. Luego de un fuerte ciclón en noviembre de 2001,
la administración del presidente Bush le ofreció al país
ayuda humanitaria. En vez de aceptarla y agradecerle a Estados Unidos su gesto,
Castro convirtió la oferta en un espectáculo publicitario e
insistió en que Cuba compraría $30 millones de dólares en
productos americanos. ¿Su objetivo? Obtener créditos norteamericanos
y seguros de exportación para "futuras ventas''.
Castro está en bancarrota. En 1986 suspendió los pagos de la
deuda externa. Según informe de la agencia de noticias Reuters de fecha
22 de febrero desde La Habana, ''el Ministerio de Comercio Exterior solicitó
recientemente a sus mayores acreedores que formen un consorcio para
reestructurar colectivamente su deuda multimillonaria''. El informe de Reuters añade
que "el Ministerio de Comercio hizo la solicitud a varios bancos europeos y
compañías comerciales, los mismos que hace unos años
extendieron a categoría de medio plazo las deudas de corto plazo, a que
se agruparan para, presuntamente, reestructurar (la deuda) de nuevo''.
''La propuesta indica que Cuba no puede cumplir con los acuerdos de pagos,
incumplidos ya desde octubre'', señaló Reuters.
En los últimos dos años, Francia, Chile, Africa del Sur,
Tailandia y otros países han suspendido envíos y negado seguros de
exportación a Castro.
No obstante, la campaña publicitaria de Castro se acepta sin
verificar la información financiera disponible. Castro necesita
desesperadamente los créditos y subsidios americanos, y la agroindustria
quiere que Washington se los conceda. Pedirle al contribuyente norteamericano
que le conceda créditos a Castro es pedirle que ayude a financiar a un
malapaga internacional. La administración del presidente Bush dijo que no
cuando se le pidió rescatar a la Enron. También debe decir que no
a la propuesta de rescatar a Castro.
Director ejecutivo del Centro para
una Cuba Libre.
© El Nuevo Herald |