Donde se
violan los derechos
Tania Díaz Castro
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - ¡Que nadie me diga que en Cuba no
se violan los derechos humanos!
El mes de marzo me trae muy malos recuerdos. Mis hijas menores y yo estábamos
durmiendo. No eran las cinco de la madrugada. Ocurrió el 10 de marzo de
1990 del siglo pasado. Poco tiempo ha transcurrido.
Tocaron a la puerta bruscamente. Eran varios hombres de la policía
política de Fidel Castro. Tenían órdenes de registrar mi
casa, algo que les ocupó un par de horas. ¿Qué buscaban? ¿Escritos
y denuncias de violaciones a los derechos humanos que habíamos enviado a
la ONU, a las agencias de prensa extranjera acreditadas en La Habana? ¿O
quizás misiles debajo de nuestras camas?
Se llevaron todos los papeles del Comité Cubano Pro Derechos Humanos,
del Partido Pro Derechos Humanos, fundado el 20 de julio de 1988. Nada dejaron.
De puro milagro no se llevaron a mis dos pequeñas hijas, aterradas,
llorando.
Junto a mi archivo completo, cuyas copias seguramente ya tenían los
agentes castristas, porque todos nuestros documentos eran públicos, me
llevaron a los cuarteles del Departamento de Seguridad del Estado, donde estuve
seis meses. ¿El motivo? Hoy pudiéramos reírnos del motivo,
porque han pasado los años y el Movimiento de Derechos Humanos en Cuba se
ha fortalecido. El motivo fue haberle enviado yo una carta de felicitación
al poeta Armando Valladares, por el triunfo obtenido en la Organización
de Naciones Unidas, donde ese mismo mes de marzo el gobierno de Cuba fue acusado
de violar los derechos humanos del pueblo cubano.
Por esta razón sería procesada por el supuesto delito de
rebelión. Así me lo dijo tranquilamente el actual coronel Rodolfo
Pichardo, mi torturador psicológico durante todo el tiempo que permanecí
en sus cárceles.
El señor Pichardo, experto en doblegar hombres y mujeres, me habló
de la gran posibilidad que existía para que yo fuera fusilada. Sería
la primera mujer cubana que pasara por eso.
Para él, yo era una traidora a la Patria, sólo por pertenecer
al grupo de luchadores por los derechos humanos.
Durante los interrogatorios que me realizaron altos militares castristas,
pude constatar el odio y el desprecio que sienten las autoridades del gobierno
cubano por los derechos humanos.
- ¡Derechos! ¿Qué derechos? - me preguntaban casi a gritos.
Los derechos los decidimos nosotros. Somos nosotros los que sabemos de qué
forma se otorgan los derechos al pueblo.
No voy a narrar aquellos diabólicos interrogatorios que terminaban en
portazos, amenazas, miradas vengativas por parte de ellos. No voy a narrar cuántas
veces me sentí completamente muerta, sin pensamientos que se rebelaran a
admitirlo, sin mis espejuelos para ver de cerca y de lejos, sin escuchar
siquiera el movimiento de un insecto, el sonido de algo humano.
¡Que nadie me diga que en Cuba no se violan los derechos humanos! ¡Que
nadie me lo diga!
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