La maldición
del Panda
Juan Carlos Cárdenas, APLO
SANTIAGO DE CUBA, marzo (www.cubanet.org) - Panda es la marca de los nuevos
televisores que el gobierno de Fidel Castro adquirió en China y cuya
manera de venta ha exaltado valores negativos en la sociedad cubana, como
sentimientos impuros y quebrantamiento del respeto debido entre conciudadanos.
Los Panda se distribuyen en asambleas populares que se realizan en la zona
donde residen los aspirantes a la compra de estos aparatos o en sus centros
laborales.
Este procedimiento se adoptó por indicación estricta del
gobierno de Castro, y para comprar uno de estos Pandas se requiere que el
solicitante esté afiliado a la Central de Trabajadores de Cuba (o sea al único
sindicato permitido en el país), ser buen trabajador, lo que significa
ser incondicional a la política del Partido Comunista, así como
mantener una activa y correcta postura política-ideológica. Estos
son los principales requisitos para obtener uno de esos equipos.
No importa que un cubano tenga 20 ó 30 años de trabajo ni que
sea un empleado competente: si no está integrado a la fila de los dóciles
no podrá comprarle un televisor a su familia.
Sobre este asunto nos dio su testimonio Bárbara Fábregas,
empleada del hospital pediátrico de Palma Soriano. Ella nos reveló
cómo dos trabajadoras de esa instalación del Ministerio de Salud Pública
se agredieron con palabras obscenas, pues tanto la una como la otra sostenía
que tenían más méritos para adquirir el televisor Panda.
En la fábrica de tabacos ubicada en esta misma localidad, algunos
trabajadores revivieron extintos desacuerdos en la asamblea donde se discutía
el derecho de compra de los Panda.
"No vale la pena perder amistades de años por comprar uno de
esos Panda que, dicho sea de paso, se han convertido en las manzana de las
discordia" -sentenció la señora Fábregas.
La generalidad de los consultados sobre este asunto de los Panda
coincidieron en que habrá nuevos y desagradables altercados en las próximas
asambleas de asignación de estos televisores, tanto en los centros de
trabajo como en las diferentes barriadas. Y este vaticinio es acertado si se
tiene en cuenta que la mayoría de las familias de Palma Soriano no tienen
televisor debido a la pobreza y a las pocas opciones de desarrollo real
existentes en Cuba.
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