Más de
doscientos cubanos abandonan el paraíso terrenal
Miriam Leiva
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Abandonar el paraíso terrenal
resulta absurdo. ¿A quién se le pudiera ocurrir semejante disparate?
Un extranjero que lea la propaganda del gobierno cubano a través de
Internet o de la prensa cubana o escuche la radio o vea la televisión
nacionales, seguramente llegaría a esta conclusión.
Pero si de pronto se enterara por los medios de difusión
internacionales que doscientos cubanos han pedido asilo en el aeropuerto madrileño
de Barajas el 9 y 10 de marzo. O que varios cientos habían corrido a la
embajada de México en La Habana el 27 de febrero con igual propósito,
entonces tendría que pensar profundamente.
Es posible que esos cubanos, mayoritariamente jóvenes, no recuerden
las vicisitudes vividas en diversas embajadas algunos años atrás.
Es probable que los llegados a Madrid desconozcan la negativa de asilo por España
a unos cien que intentaron igual resultado en diciembre de 2001.
Sería descabellado pensar que alguien escuchara en Radio Exterior de
España cualquier indicio estimulador de semejante éxodo. En los últimos
años, la Unión Europea, y por tanto España, ha endurecido
las leyes de inmigración. Esto resulta comprensible, ya que cada país
tiene que enfrentar las consecuencias principalmente en el plano económico.
Debe descartarse una confabulación de tantas personas para en sólo
dos vuelos encontrarse concertadamente. Muchas de ellas pueden haber dado a
conocer las intenciones a sus allegados, pero otras ni siquiera lo comentarían
debido al grado de represión existente en Cuba, donde la mayoría
se ha acostumbrado a repetir las consignas de las campañas del momento.
Esa doble moral tiene carcomidas las mentes y ha destruido todo el sistema de
valores morales.
Por otro lado, el complicado y costoso proceso de emigración
impuesto demanda reunir el dinero, o recibirlo del exterior, lo cual es bastante
difícil para la mayoría de los cubanos. Luego se debe contar con
amigos o familiares que cursen una carta de invitación debidamente
legalizada. Añádase el pago de 55 dólares por el pasaporte,
150 dólares por el permiso de salida o "tarjeta blanca", que no
siempre es otorgada a pesar de la inversión. Finalmente, debe obtenerse
el pasaje de ida y vuelta, así como dinero suficiente para pagar el
impuesto del aeropuerto y los gastos inminentes en el país de
desembarque.
Además, existe la posibilidad de fallar en el intento y ser regresado
a Cuba, donde puede enfrentar problemas laborales, por lo menos. No obstante,
peor suerte han tenido quienes se aventuraron a la embajada mexicana, donde
fueron golpeados, intimidados por perros o apresados por la policía.
Varios cientos corrieron esa suerte. Aún muchos permanecen detenidos.
Un día se conoce acerca de estos espectaculares hechos. Mas, la gota
de agua diaria pasa inadvertida quizás por los muchos años de
repetición. De manera peligrosa, los cubanos continúan haciéndose
al mar y muchos perecen.
Otros cientos de miles han probado suerte en la lotería de visas de
la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, hoy impedida por
el gobierno cubano. De todos modos, más de 20 mil reciben sus visas
anualmente por otros motivos.
¿Cómo es posible que tantos ciudadanos deseen emigrar, si el
paraíso terrenal se encuentra en Cuba?
Si la propaganda permanente del gobierno cubano muestra los males del
infierno capitalista, ¿por qué tantos cubanos se arriesgan a un
futuro desconocido y peligroso?
Ciertamente, buscan mejoría económica, pero también añoran
la libertad de expresión y un futuro más promisorio para sus
hijos.
Lamentablemente, durante más de cuarenta años al pueblo,
nacido en gran parte durante este tiempo, se le ha inculcado que quien desee un
cambio debe gestionarlo en el exterior. La mente ha sido moldeada, y la represión
inhibe. La cultura del miedo y la doble moral hacen sus estragos.
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