Palabras
finales de un amigo
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, marzo (www.cubanet.org) - Meses antes de morir, Poncito me
dijo que el mundo que se avecinaba nosotros no lo comprenderíamos. Cuando
dijo "nosotros" no me gustó que me incluyera en su incomprensión.
Yo no sabía que en esos momentos a él le quedaba poco tiempo de
vida, y ya lo sabía. Me lo estuvo ocultando hasta el final. Lo máximo
que me dijo una madrugada fue:
- ¡Fíjate si vivimos un mundo cruel, que cuando uno está
enfermo debe ocultarlo!
Así que nunca imaginé en Poncito tanto valor. Y nunca imaginé
que Poncito se fuera así, no más. A veces teníamos
problemas de carácter, pero siempre le deseé lo mejor, aunque dejáramos
de frecuentarnos por temporadas.
Dos días después de su muerte pensé que había
tenido suerte. Al fin se escapaba de un mundo que se le estaba haciendo
imposible. Nos dejó en un planeta que, efectivamente, está
comenzando a presentarse incomprensible.
Poncito no vivió para ver el derribo del World Trade Center. Entonces
habría corroborado sus premoniciones, la primera señal de un mundo
terrible que ha comenzado a funcionar, donde nosotros, los jóvenes del
siglo pasado, quizás no tengamos un lugar.
En este mundo al parecer ya van quedando pocos lugares donde se pueda vivir
en paz. Mi última esperanza era Suecia y, sin embargo, recientemente las
agencias de información divulgaron la noticia de un individuo que
escopeta en mano irrumpió en el Parlamento sueco y asesinó a
sangre fría a varios funcionarios del gobierno.
Este mundo, a pesar del adelanto tecnológico, se ha tornado más
bárbaro y desolado que la Edad Media. Pero Poncito, ¿por qué
no te quedaste un poco más de tiempo? Hace falta gente con experiencia
para ayudar a las nuevas generaciones.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|