Los jimaguas
de la necesidad
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, marzo (www.cubanet.org) - Encontrar una garantía para la
sobrevivencia constituye la más acentuada característica de los
cubanos desde hace mucho. Consecuencia de este fenómeno es la capacidad
de desdoblarse, otro de los rasgos que los insulares han mostrado con creces.
Aquí un ingeniero puede convertirse en pintor de brocha gorda. Una
maestra graduada vende durofrío los fines de semana o en sus horas libres
aplica cada día conocimientos adquiridos en un curso de peluquería.
Un arquitecto deviene "pizzero" por cuenta propia y a riesgo de sus
clientes. Un médico, taxista.
Juana, otrora defensora furibunda del régimen de Fidel Castro, se fue
a "luchar por el socialismo" en Alemania del brazo de un germano
cincuentón muy a tono para los cuarenta y pico de la mulata divorciada.
Alberto, maestro de Historia, se acordó que su padre fue babalawo
(sacerdote de la religión Yoruba) y se gana la vida con las predicciones,
acertadas o no, que dispensa a los creyentes.
Tampoco Cheo, el marido de Dalia, imaginó que abandonaría sus
clases de Matemáticas en un preuniversitario en el campo para conducir un
bicitaxi por toda la Habana Vieja.
Si nos atenemos a la lógica de lo formal ninguna situación
ocurriría. Mas en un país donde lo informal suele ser la respuesta
socorrida ante el absurdo cotidiano, la célebre frase "Nada humano
me es ajeno" encuentra justipreciado ajuste.
Obviamente, la realidad de la emergencia transformó lo que muchos se
afanaron en denominar "período especial". Hoy mismo, una
situación transicional casi se puede detectar por el alcance de lo
ocurrido. A la pregunta tan común ¿a dónde parará
esto? solamente me atrevo a responder con un refrán muy viejo: "La
necesidad hace parir jimaguas".
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