Rosa marchita
Juan Carlos Cárdenas, APLO
SANTIAGO DE CUBA, marzo (www.cubanet.org) - Sentado en el Parque Central de
la ciudad Palma Soriano, ubicada en el oriente de Cuba, y mientras pensaba que
ya no habría entrevista, la vi cruzar la arteria principal en dirección
adonde yo estaba. Vestía un blue jean y blusa multicolor, calzaba unas
zapatillas de ésas que nosotros llamamos tenis, su pelo impregnado de gel
resaltaba el color rojo con que se lo había teñido. Al llegar a mí
me besó, me regaló una sonrisa sincera. Parecía la misma niña
que yo había conocido, sólo que sus ojos azul intenso ahora
destellan matices de cansancio y lejanía. También ciertas arrugas
precoces adornan su rostro juvenil de sólo 23 años, lo que le
otorga la apariencia de ser mayor de 30 años. Ella me pide que no
publique su nombre verdadero, y por eso decidí llamarla Rosa.
APLO - ¿Por qué abandonaste los estudios y te convertiste en una
jinetera?
ROSA - Bueno, hablando claro, yo nunca fui una superdotada en la escuela,
aunque tampoco fui de las rezagadas. En verdad lo que sucedió es que
mientras más avanzaba en el preuniversitario veía cómo la
mayoría de las que se graduaban no podían escoger las carreras que
quisieran a pesar de sus buenos índices académicos. Por otro lado,
la situación en mi casa iba de mal en peor: sin mi papá, mi mamá
ama de casa y mi hermano en el servicio militar obligatorio. Creo que aguanté
bastante, ¿no?
APLO - ¿Entonces no fue embullo ni tu gusto personal lo que te llevó
a este estilo de vida?
ROSA - No. Llámale manera de no pasar hambre y al mismo tiempo de
estar en onda.
APLO - Supe que eres parte de un grupo de jóvenes que deportaron de
la capital del país para acá, para las provincias orientales de
Cuba. ¿Cómo fue esto?
ROSA - En La Habana, si no transas con los guardias (policías) o te
buscas un buen padrino (proxeneta) que tenga influencia, estás perdida.
Yo estaba quemada con un subteniente de la policía de apellido
Bustamante, más conocido por el seudónimo La Sombra, que me hizo
la vida polvo, ya que nunca le caí bien debido a que no transé con
él. Me encerraron con un grupo numeroso de muchachas de las provincias
orientales que también estaban luchando (voz popular que significa ganar
el dinero necesario para alimentarse y cubrir necesidades básicas), nos
levantaron actas de advertencia policial en las cuales se señaló
que no podemos regresar a La Habana ni de visita porque si no, ya tu sabes... y
nos devolvieron para acá.
APLO - ¿Sigues ejerciendo la prostitución en la provincia
Santiago de Cuba?
ROSA - ¿De qué voy a vivir? ¿Qué va a comer mi mamá?
Hay que luchar.
APLO - ¿Te proteges cuando estás con turistas extranjeros para
evitar enfermedades de transmisión sexual?
ROSA - Claro que sí. Yo no soy boba, aunque estuve con algunos que me
han pedido no usar condón, y como me parecieron estar sanos yo no puse
reparo.
APLO - ¿Tu madre acepta, apoya tu modo de vida?
ROSA - Al principio no quería, pero poco a poco ha entendido. Yo le
he podido comprar televisor de color, ventilador, ropas nuevas, no le falta la
comida.
APLO - ¿En Santiago de Cuba no te acosa la policía como en La
Habana?
ROSA - Donde quiera los hay y te sofocan, pero no es lo mismo.
APLO - En conversación informal antes de la entrevista me dijiste que
varias veces te ha citado la Federación de Mujeres Cubanas. ¿Qué
querían?
ROSA - Que deje esta vida, que trabaje y estudie.
APLO - ¿Qué te ofrecieron para que logres eso?
ROSA - Primero me iban a dar un curso en un taller de corte y costura, pero
esa instalación se pasa la mayor parte del año parada y al
personal que labora allí lo reubican en la agricultura. Por otra parte,
quieren que me inscriba en una escuela que llaman de los cien pesos, pero ¿quién
vive en Cuba con cien pesos?
APLO - ¿Te sientes bien siendo jinetera?
ROSA - Todo requiere sacrificio.
APLO - ¿Cuál es el precio?
ROSA - Ya te he dicho bastante. Recuerda que me prometiste no hacer público
mi nombre.
APLO - Cumpliré la promesa.
Se despidió de mi guiñándome un ojo. Se alejó
calle abajo. Me quedé un rato en el banco del parque revisando mis
apuntes, pensé en un seudónimo para identificar a mi entrevistada
cuando escribiera el artículo. Conocí a esta joven cuando era una
niña radiante de felicidad, cuando era un botón de rosa. Botón
de rosa que se abrió marchito.
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