El paso del
tiempo
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA VIEJA, marzo (www.cubanet.org) - En este mundo nuestro existen
cosas terroríficas ante las cuales, a veces, algunas personas sucumben.
Pero hay otras que no lo parecen tanto y también son terribles.
Los jóvenes son los que más sufren el paso del Tiempo cuando
lo sienten. Y en Cuba, una de las experiencias que más se percibe es el
paso del Tiempo.
El inmovilismo del gobierno no le permite a ningún individuo
desarrollar su individualidad independiente a los decretos del Estado.
La percepción que los más jóvenes tienen del Tiempo es
diametralmente opuesta a la que percibimos nosotros, los más viejos. La
conciencia de un joven se alarga como una cámara lenta, y veinticuatro
horas en la vida de un hombre de más de cincuenta años, para un
joven son veinticuatro meses.
Cuando el joven está gozando significa que no es conciente del paso
del Tiempo. Y gozar la vida es tener proyectos, realización personal.
Es una paradoja, pero en los actuales momentos son los jóvenes
cubanos los que más sufren el inmovilismo de un sistema político
que no les ofrece ningún aliciente para amar a la vida. El joven cubano
de nuestros días sufre con más nitidez que los viejos el espectáculo
de una vida donde sólo abundan los discursos, los congresos, los
simposios, y ninguna alternativa para el desarrollo integral de la persona
humana: trabajar en lo que más le plazca, pero también jugar.
Con los primeros destellos de la conciencia se aprende que ayer nunca más
será hoy. Y a medida que la conciencia se hace más conciente, el
Tiempo crece hasta convertirse en un monstruo que sólo podría ser
derrotado por el futuro. Mas como para Cuba no hay futuro posible por ahora,
nuestros jóvenes se convierten, desde el punto de vista de la percepción
sicológica del Tiempo, en ancianos con el ímpetu de un cuerpo
joven; y eso duele.
¿Estrategia de vida para no sufrir el paso del Tiempo?: Trabajar, amar,
disponer de pequeñas o grandes actividades que conviertan las 24 horas de
un día en una eternidad desapercibida, dejándole a los poetas y a
los artistas la preocupación por el paso del
Tiempo. Por eso en Cuba casi toda la población quiere escapar por la
puerta de la creación artística desde que las condiciones
objetivas para llevar una vida normal comenzaron a ser destruidas en el año
1959, a partir del cual comenzó una lenta pero gradual destrucción
de aquella endeble sociedad civil.
En Cuba los medios de información en las manos estatales del gobierno
sólo permiten la opción que repite viejos eslogan políticos
tendientes a ocultar la necesidad de libertad. Entonces los días, junto
con las semanas, los meses y los años, se juntan en una amalgama ante la
cual la conciencia del hombre, que sólo quiere vivir y no filosofar,
incapaz de hallar una solución intenta abrir cualquier brecha que lo
conduzca a la libertad.
Y esta brecha puede ser una botella de ron, un pito de mariguana, o la
irrupción violenta en una sede diplomática como ocurrió el
pasado 27 de febrero, cuando un ómnibus urbano con 21 ocupantes se
proyectó contra la sede diplomática de México en Cuba, inútilmente.
Y así son los modos de escapar de este Tiempo Totalitario cubano que
nos aplasta; de este MANICOMIO NACIONAL rodeado por las aguas infestadas de
tiburones del mar Caribe. No obstante, hay muchos cubanos que no han encontrado
ninguna puerta de escape (aunque sean puertas falsas) y terminan suicidándose
o perdiendo la razón.
Las revoluciones sociales que se estancan son como la inmensa explosión
de un volcán que arroja su lluvia de fuego sobre una Patria que queda
sepultada en la inmovilidad, la muerte y el tiempo congelado de un museo que
nadie visita. (Porque de eso tratan los barrios marginales en Cuba: de lugares
que nadie visita)
En Cuba los que aún no sienten que el Tiempo en la Isla está
detenido son aquellas almas que nacieron para ser esclavas. Y de reunión
en reunión, de congreso en congreso, no pueden percibir que se han
convertido en Jinetes sin Cabeza. Pero los que aún, a pesar de estar
inmovilizados, son capaces de pensar, sólo esperan la oportunidad que les
permita escapar del museo histórico en que se ha convertido el país.
Intentar penetrar por la fuerza en recintos diplomáticos para huir de
este país, lanzarse en una balsa a cruzar el Estrecho de la Florida, y
otros actos de violencia que sobrevendrán en los próximos tiempos,
es algo natural que se desatará por sí mismo mientras no llegue la
libertad para los cubanos.
Los que intentan escapar de Cuba no son delincuentes, sino hombres y mujeres
que sólo quieren vivir sin el rol protagónico de un Estado
Policiaco que para colmo, en 43 años, ha sido incapaz de ofertarle a la
población vivienda y alimentos.
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