Radio Martí
entre la espada y los cambios
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, enero (www.cubanet.org) - Radio Martí ha introducido
recientemente cambios en su programación. ¡Enhorabuena llegan!,
porque la emisora ha venido perdiendo oyentes hasta que ahora alcanzó los
niveles de sintonía más bajos de su historia.
Ya constituyen un pasado remoto aquellos tiempos en que Radio Martí
tenía un alto rating entre los oyentes de la isla y cuando su programación
contrastaba con los aburridos espacios de las emisoras nacionales. Entre 1985 y
1992 Radio Martí fue la emisora más popular en Cuba.
Si embargo, desde hace alrededor de una década todo comenzó a
cambiar para mal.
Retado en su terreno preferido, la propaganda, el régimen de Fidel
Castro reaccionó con efectividad: multiplicó las horas de
transmisión de las emisoras nacionales, inauguró otras y las dotó
con equipos modernos. También se le subió el salario a los
periodistas oficialistas, así como al personal técnico y artístico.
Las medidas dieron resultados. En detrimento de Radio Martí, Radio
Rebelde, Radio Progreso y algunas plantas provinciales recuperaron la audiencia.
Para garantizarse el éxito, el régimen de Castro comenzó a
interferir la señal de Radio Martí con tanto acierto que, desde
hace años, esta emisora es inaudible en numerosas regiones del país.
Por citar un ejemplo, en horario diurno es absolutamente imposible
sintonizar Radio Martí en todo el territorio suroriental de la provincia
Pinar del Río.
Pero la pérdida de oyentes de Radio Martí no sólo se
debió a las eficaces medidas del régimen, sino también a la
química degenerativa de la propia emisora dada por la desaparición
de programas de gran audiencia, como la novela, Puente familiar y La tremenda
corte, entre otros. Además, en oscuras circunstancias, la emisora
prescindió de los valiosos servicios de la periodista Angélica
Mora.
Por otra parte, también fatalmente para la audiencia cubana menos
politizada, Radio Martí se fue convirtiendo poco a poco en la emisora
casi exclusiva de la oposición más radical al régimen de
Fidel Castro y, aunque abunden, no todas las orejas de este lado del Estrecho de
la Florida pertenecen a furibundos anticomunistas. En general, Radio Martí
degeneró en una emisora politizada, viciosamente repetitiva, dudosamente
administrada y efectivamente interferida.
¿Saldo? De acuerdo a consultas realizadas por este periodista en el último
trimestre de 2001 entre 400 residentes de la provincia Pinar del Río, La
Habana, Ciudad La Habana, Matanzas y el municipio especial Isla de la Juventud
(otrora Isla de Pinos), sólo el seis por ciento de ellos escucha Radio
Martí con regularidad, mientras el cuatro por ciento la sintoniza
diariamente y el dos por ciento la considera su fuente de información
preferida.
Si se comparan estos resultados con la época dorada de Radio Martí
(1985-1992) resultarán pésimos, pero en verdad aún tienen
peso, porque significan que miles de cubanos aún escuchan esta emisora.
Sin embargo, la cifra de radioyentes podría descender al punto que ya
no justifique su existencia si Radio Martí no hace cambios en sus
programaciones que satisfagan las necesidades reales de la audiencia de la isla,
si no imprime frescura y modernidad a sus mensajes y si no resuelve
satisfactoria y definitivamente el problema de las interferencias.
¡Casi nada!
Ciertamente, la labor de rescatar a Radio Martí necesita del trabajo,
la pasión y la inteligencia de un genuino salvador.
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