Enhorabuena,
la diplomacia
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Cuando hace unos días el
opositor Partido Solidaridad Democrática de Cuba (PSD) presentó a
la opinión pública su Plataforma de Política Exterior, una
persona sin vínculos con el movimiento cubano por los derechos humanos
pronunció una frase: "Enhorabuena, la diplomacia".
Que conozca este periodista, es la primera vez que una agrupación
opositora al gobierno de Fidel Castro, al interior de Cuba, elabora un documento
que le sirva de punto de partida para evaluar los acontecimientos
internacionales y su impacto sobre la Isla. Otras organizaciones similares se
han pronunciado en tal o más cual momento sobre aspectos de política
exterior. Pero no pensado en un modo sistémico de abordar los complejos
problemas asociados a esos procesos, que en el caso de Cuba tienen la especial
importancia que caracteriza a los países de economías abiertas.
Tal vez aquí es donde se encuentra el valor del documento elaborado
por el más numeroso partido opositor del país, cuya tendencia política
es la liberal. Por ello, quizás, en las carencias de ese documento es
donde se halla su principal aporte. La Plataforma de Política Exterior
del PSD evita pronunciarse sobre puntos específicos de la diplomacia
vigente en Cuba, e insiste en definiciones claras sobre aquellos principios que
deben regir los asuntos internacionales cubanos.
Por ejemplo, faltan definiciones sobre el tema de la política de
sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos hacia Cuba. Pero en
la defensa que se hace de la libertad de comercio como principio regente de las
relaciones económicas internacionales ya se evidencia qué partido
tomar ante un hecho como aquél.
Lo decisivo, lo básico, está en una toma de posición a
favor de las políticas exteriores basadas sobre el imperio de los
derechos humanos, entendidos en su indivisibilidad y universalidad. En tal
sentido, la Plataforma de Política Exterior del PSD demanda de las
autoridades cubanas la ratificación de los pactos internacionales de
Derechos Políticos y Civiles, y Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, así como sus protocolos facultativos. Para el PSD, la política
exterior no puede ser un monopolio de lo que llama el Estado-gobierno cubano,
como ahora ocurre. Todos, sin exclusiones, tienen derecho de participar en la
concepción, formulación y ejecución de la diplomacia isleña,
sea desde el gobierno o desde cualquier institución de la sociedad civil.
Lógico pensar que sin las libertades que promueven dichos pactos, no
reconocidos por el gobierno de Fidel Castro, hablar de participación
popular en política exterior no pasa de ser un eufemismo.
Pero al estrecho vínculo existente entre las políticas
exteriores e interiores de Cuba, por inevitable geopolítica, pese a la
ligazón profunda entre la Isla y el mundo, por distintos caminos, cabe
recordar que la diplomacia de Cuba es uno de los aspectos más sujetos a
la censura del gobierno de Fidel Castro. Millones de cubanos ni siquiera han oído
hablar de los pactos internacionales de Derechos Políticos y Civiles, y
Económicos, Culturales y Sociales, y ni siquiera imaginan que la Isla no
es Estado parte del Convenio Internacional para la Eliminación de las
Peores Formas de Trabajo Infantil, para citar un ejemplo bien digno de preguntar
por qué. La prensa oficiosa calla sobre estos aspectos, y las escuelas
cubanas se distinguen por ausencia de formación en derechos humanos,
entendidos por tales sus internacionales instrumentos jurídicos. Son
claves; pero claves que contribuyen a explicar las carencias del cubano de a pie
en cuanto al conocimiento y ejercicio de sus derechos inalienables, entre ellos
el de ser sujeto, no objeto, de las políticas exteriores.
Por ello, pienso que vale, ante el esfuerzo del PSD, decir como el amigo
citado: "Enhorabuena, la diplomacia".
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