La olla
destapada
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Fue necesaria una epidemia de dengue
para que se destapara la verdad que todos repetían sin cesar: ¡qué
sucia está La Habana!
Con ojos casi fuera de las órbitas, los habaneros constataron entre
cuánta churre y mugre sobrevivían.
Una señora que gana unos pesos cuidando bicicletas y paquetes a
urgidos transeúntes en la sala de una vivienda amenazada de derrumbe me
dijo: "Era sabido la cantidad de basura entre estas ruinas, pero lo que se
ha visto en la televisión supera lo imaginado". ¿Cuánto
de desidia y dejadez existe detrás de tal panorama? Bastante, pero
bastante.
Locales semiderruidos y clausurados por años, piscinas inutilizadas,
convertidas en depósitos de un magma purulento, hogar de muchas más
plagas que las siete de Egipto, terrenos cultivables reciclados en vertederos de
basura ilegales, incontables salideros de aguas albañales como fuentes de
verdaderas lagunas de pudrición y mucho más acumularon detritus
suficientes para engendrar no sólo mosquitos, sino una nueva especie de
dinosaurios. Pero, al parecer para suerte nuestra, ni los dinosaurios quieren
renacer, y mucho menos en Cuba.
De batalla anti-mosquito catalogaron las autoridades cubanas la campaña
saneadora de la capital cubana. Sin embargo, mucha más gente se pregunta
ahora mismo si hubo que esperar tanto tiempo para emprender una acción de
esta índole.
"Me doy cuenta de que estamos vivos por milagro", exclamó
una anciana, con ese dejo de quien ha visto casi todo, cuando le pregunté
su opinión sobre el asunto.
Mientras, surge una preocupación añadida sobre cuánto
tiempo demorarán para recoger la basura y los escombros que desde la
semana pasada se apilan en numerosas calles de la ciudad. A pesar de la acción
oficial en este sentido, la basura aumenta en las calles.
Los focos de mosquitos se declaran aniquilados, y al mismo tiempo la gente
se alegra y se espanta al conocer, por ejemplo, que en los alrededores del
Hospital Calixto García se halló el principal foco en el municipio
Plaza. Las piscinas del complejo deportivo Ciro Frías en el municipio
Arroyo Naranjo quedaron para contener un caldo de cultivo excelente para miles
de millones de larvas: en las del Pontón, en pleno centro de La Habana,
eran un foco de infección; en la cisterna de una clínica en el
barrio de Santos Suárez se encontró de todo lo inimaginable, y los
pacientes como si nada...
La verdad mayor y más abrumadora es la ineficiencia de un sistema político-burocrático.
Sin embargo, no deja de ser cierto que estamos vivos, ¡aunque sea por
milagro! Y esto ya resulta una esperanza.
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