Muerte al agresor
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Desde el verano pasado se lucha contra
el mosquito Aedes aegypti en Cuba. Durante el 2001, numerosos despachos
provenientes de la prensa independiente informaron de la existencia de casos de
dengue en la Isla.
En el mes corriente, las más altas instancias cubanas de poder han
correspondido con fuerza al reto de acabar con el Aedes aegypti, como lo
hicieron en el 81.
En La Habana, particularmente debido a la presencia de este vector de
enfermedades, el número de casos de dengue llegó a ser bastante
crecido, a juzgar por la cantidad de personas que repletaron los servicios de
urgencia de policlínicas y hospitales. Aunque las autoridades sanitarias
no han revelado la cifra total de enfermos, el masivo contagio de cientos de
personas hizo suponer que la cifra en cuestión ascendería a
cientos de miles.
La causa de la invasión de los mosquitos no es otra que la de
encontrar una cabeza de playa y una quinta columna bien estructura en los
locales abandonados, los desechos y basura no recolectados durante días,
la proliferación de tanques y recipientes utilizados para almacenar agua,
la suciedad que impera en una ciudad que muy pocos recuerdan hoy mismo cuando
era una urbe limpia.
- Caballeros, aquí están los mosquitos ¡que levantan en
peso a uno! -exclamó un señor que esperaba la ruta 4 al final del
Prado. Tal exclamación con mezcla de asombro me hizo pensar en la
inexistencia de esos "caballos voladores" en plena Habana hace años.
¿Qué pasó? Tal vez las prioridades gubernamentales
hicieron desviar los recursos en otras direcciones. El mosquito halló un
espacio para campear por su libre albedrío, y de pronto nos vimos
convertidos en penitentes autoflagelantes, por la cantidad de manotazos que hay
que darse para espantar a los picantes volátiles.
La guerra anti mosquito comenzó por fin. ¿Cuándo acabará?
Por lo pronto, cordilleras de desechos, escombros, tarecos y otras pudriciones
son lanzadas a las calles en espera de las brigadas de escombreadores.
Un contingente de trabajadores selectos y de jóvenes comunistas
salieron a la calle a dar la batalla. Las calles no serán más de
los mosquitos. ¡Muerte al invasor!
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