Pacífica
por mi padre
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - El hombre más pacífico
que he conocido en mi vida es mi padre. No lo digo por agradecimiento o por
amor, sino porque es verdad. Jamás lo vi de pelea con alguien ni lanzar
un puñetazo. Tan pacífico era mi padre -murió a los 85 años
en Miami- que incluso cuando discutía lo hacía con voz moderada,
porque según él, una voz alta podía resultar una ofensa,
una agresión.
Solía mi padre picar carne con tijeras porque en vez de bistecs le
gustaba en trocitos, para no tener que usar cuchillo, como los chinos y los
japoneses.
Allá por los años cincuenta (del siglo pasado) su pacifismo le
costó el divorcio de mi madre, sólo por no dar una trompada al
hombre que, en medio del carnaval (mientras se encontraban sentados en el muro
del Malecón), trató de propasarse con la autora de mis días.
Mi padre permaneció ecuánime, mirándolo fijamente, sereno,
y lo único que hizo ante el atrevido fue alejarse del lugar, llevando del
brazo a mi madre, quien calificó aquel gesto como indiferencia.
Creo que de mi padre heredé mi respeto por la paz, mi rechazo a la
violencia y mucho más a la guerra, aunque no deje de comprender que hay
guerras necesarias, como por ejemplo la de Afganistán, única
solución para liquidar gran parte del movimiento terrorista del mundo.
Pero, por ser tan pacifista como mi padre es que en épocas bien
lejanas me dijeron más de una vez que si no portaba un arma y no usaba
traje militar, jamás sería una buena revolucionaria. Esto me
ocurrió cuando al mes y medio de ingresar en la escuela de milicias "Lidia
Doce", deserté de allí sin dar explicación alguna.
Yo no era aún mayor de edad y recordaba a cada momento el rostro
apesadumbrado de mi padre cuando me vio alejarme vestida de miliciana por las
calles de la ciudad.
Mi segunda experiencia fue cuando llené una planilla para trabajar
como escritora de programas radiales en el Instituto Cubano de Radiodifusión,
organismo que abarca los dos únicos canales de televisión cubanos
y las emisoras de radio, propiedades estatales. A la pregunta sobre qué
opinaba del internacionalismo proletario, respondí que no estaba de
acuerdo. Por aquellos años Cuba participaba en distintas guerras,
organizaba guerrillas en el extranjero y disponía de millones de dólares
para esos fines. Su ambiente guerrerista no me gustaba, mucho menos los 70 mil
cubanos sobre las armas.
Así, en aquella ocasión no obtuve el empleo, sino siete años
después, cuando no me vi en la necesidad de ser sincera, y decir que yo
era tan pacífica como mi padre.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|