Consejeros
no solicitados
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Con la crisis de Argentina, las
autoridades y la controlada prensa cubana, convertidas en implacables fiscales,
baten palmas y expresan su euforia por las dificultades económicas,
sociales y políticas por las que atraviesa esa nación.
Múltiples horas de transmisión de radio y televisión, y
toneladas del escaso papel disponible para los periódicos, son destinadas
a analizar la situación argentina y brindar recetas, por nadie
solicitadas, mientras se guarda absoluto silencio sobre el desbarajuste
imperante en Cuba, acrecentado en los últimos tiempos.
Para nadie resulta un secreto que el modelo implantado en Argentina hace
unos 11 años ha fracasado. Esto es reconocido, en primer lugar, por
muchos dirigentes de ese país.
La ciega creencia en la espontaneidad de las fuerzas del mercado como
elemento decisivo para alcanzar el progreso económico y social nuevamente
ha probado ser una concepción equivocada. Si bien el mercado constituye
una categoría económica ineludible, la cual empleada correctamente
brinda sus frutos, está demostrada su incapacidad de garantizar automáticamente
la armonía entre la salud económica y la salud social de una nación,
y el sano funcionamiento de la competencia.
La privatización como dogma, y la fijación de una paridad
cambiaria para el peso argentino de inflexible atadura al dólar
estadounidense adoptada unilateralmente han constituido mecanismos conducentes
al desastre.
La privatización puede ser una buena vía para el acceso a
capitales, tecnología de punta y mercados, contribuyendo a la elevación
de la competitividad. Sin embargo, un exceso de esta práctica suele tener
consecuencias negativas para la sociedad, como el aumento del desempleo y la
consiguiente pérdida de la estabilidad social.
Llevar la paridad cambiaria ligada al dólar resultó funesta,
pues mientras Argentina mantuvo invariable la paridad de su moneda, socios
comerciales decisivos como Brasil devaluaron la suya, haciendo menos
competitivas las exportaciones argentinas, a la vez que se abarrotaba su mercado
de baratas mercancías extranjeras. Todo ello actuó en detrimento
de la industria nacional y otros sectores productivos y de servicios.
El fracaso del modelo contrasta con los indudables éxitos económicos
y sociales obtenidos en el pasado por países asiáticos, como Corea
del Sur, Taiwán, Singapur y otros, donde a la vez que se han utilizado
profusamente los mecanismos de mercado, se ha mantenido una política
correctora por parte del estado, lo que ha facilitado por muchos años el
progreso económico y social de esos países.
Los ejemplos de China y Vietnam, aunque en otra dimensión, también
son ilustrativos, ya que indican que naciones que parten de modelos estatistas,
al introducir gradualmente en su economía medidas liberalizadoras, han
obtenido indiscutibles avances en el plano económico y el nivel de vida
de la población.
La economía cubana por su parte, inmersa en una interminable crisis,
con un producto interno bruto (pib) a principio de 2002 inferior en un 13,0% de
los niveles de 1989, cuando se contaba con las subvenciones del bloque soviético,
muestra el fracaso del sistema estatista. Por ello, resulta ridículo el
jolgorio oficial y el pretendido papel de consejeros, cuando la práctica
cubana para lo único que pudiera servir sería para indicar lo que
no se puede hacer en materia económica.
La experiencia ha demostrado que tanto los modelos neoliberales a ultranza
como los estatistas no ofrecen alternativas válidas para el progreso y el
bienestar de los pueblos.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
| 
