Desgarramiento
de la familia cubana
Miriam Leiva
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Una señora contaba cómo
fue a dar a un hospital psiquiátrico luego de la salida de su hijo y su
nieta al extranjero. En Cuba, la desarticulación de la familia se ha
convertido en algo usual tras 43 años de partida hacia el exilio de más
de un millón y medio de habitantes. Han habido varias etapas con
distintas motivaciones, pero lo cierto es que aún persiste y no se sabe
cuándo cesará.
En 1959 lo hicieron mayoritariamente personas vinculadas a la tiranía
de Fulgencio Batista. Luego, en los años 60, se marcharon aquellos
afectados por las leyes de confiscación y los temerosos del comunismo.
También miles de padres enviaron a sus hijos con la esperanza de
seguirlos, atemorizados de perder la patria potestad.
Durante años hubo un proceso de estigmatización de quienes
dejaban su patria. Se les llamaba "gusanos" pues -según los
portavoces del gobierno- "se plegaban al imperio", o sea Estados
Unidos. A los que solicitaban permiso para salir del país se les privaba
del trabajo y debían esperar dos años laborando en duras faenas
agrícolas.
Pero, al parecer, el gobierno cubano llegó a la conclusión de
que las tensiones sociales desaparecen si los afectados se extinguen. En octubre
de 1965 el propio gobierno estimuló la salida, al habilitar el pequeño
puerto de Camarioca para que se marcharan quienes lo deseaban. Cientos de barcos
arribaron a la isla para recoger familias cubanas. Esta fue la primera gran
oleada migratoria.
Llegaron los "mítines de repudio" cuando los Comité
de Defensa de la Revolución (CDR) injuriaban a los potenciales emigrantes
frente a sus casas, y les arrojaban todo lo que tenían a mano. Esto
ocurrió en 1980. Fue la etapa en que se permitió la entrada masiva
de cubanos a la embajada del Perú y la apertura del puerto de Mariel.
Igualmente, miles de cubanos salieron entonces hacia un futuro incierto.
El último gran éxodo masivo sucedió en 1994. Entre
enero y septiembre salieron alrededor de 37 mil personas. Si hasta entonces
quien intentaba salir ilegalmente del país era enviado a prisión,
en esa ocasión las autoridades se hicieron de la vista gorda, y el
Estrecho de la Florida se cubrió de balseros. La invasión a las
costas sureñas llevó al gobierno norteamericano a habilitar la
base naval de Guantánamo, en Cuba, para acogerlos mientras se decidían
sus destinos.
Ese año, en agosto, tuvo lugar la primera manifestación de
protesta pública en las calles céntricas de La Habana. Había
fenecido recientemente el campo socialista, con sus repercusiones políticas
y la crisis económica aguda en Cuba. De tal forma se libraban de un
segmento de la población cuyo descontento iba creciendo, potencial chispa
de disturbios de incalculables consecuencias.
Con posterioridad, el gobierno estadounidense brindó la posibilidad
de aspirar a visas a través de un sorteo, en el que han participado
cientos de miles de individuos y decenas de miles de familias han sido
favorecidas, mas la parte cubana impidió en 2001que esto continuara.
Por otra parte, nunca han cesado los intentos de llegar a las costas
floridanas en las peligrosas y nunca aconsejables balsas, pero en los años
90 se intensificó una nueva modalidad: la de las lanchas rápidas
procedentes de Estados Unidos, que mediante el pago de miles de dólares
recogen a cubanos que también se juegan la vida en estas embarcaciones.
En general, el número de personas fallecidas en el Estrecho de la Florida
se estima muy elevado.
Antes se marchaban los hijos de los "otros", de los
contrarrevolucionarios. En el siglo XXI también se marchan militantes del
Partido Comunista o sus hijos, forjados en la tradición del "hombre
nuevo". Ya no hay definiciones, sino deseos de tener noticias de los
familiares lejanos. Los "comunitarios" que comenzaron a visitar Cuba
después de los acuerdos con Estados Unidos en los años 70,
mostraron que los cubanos podían abrirse paso y ser prósperos.
Desde entonces sus aportes en remesas han ayudado a sus familiares, y el
gobierno ha podido sobrevivir la crisis en parte gracias a ellos.
Las autoridades cubanas han tratado de definir los deseos de evasión
como emigración económica, pero quien haya vivido en Cuba todos
estos años sabe que la presión política ha resultado
insoportable para muchos que jamás se propusieron una acción
armada. Manifestar una forma de pensar diversa a la oficial ha privado, por lo
menos, de trabajo o ascenso. Los hijos no han tenido posibilidades de laborar en
la mayoría de los centros existentes ni de obtener carreras
universitarias. Basta recordar el planteamiento gubernamental: "La
universidad es para los revolucionarios".
Privaciones económicas las hay. Pero el verdadero sustrato está
en el voluntarismo político que no permite el desarrollo adecuado de la
economía y tiene al cubano impedido de dar riendas sueltas a su
creatividad y laboriosidad.
Si la situación económica continúa deteriorándose,
es probable que las salidas en frágiles embarcaciones vuelvan a cobrar
gran auge.
Mientras que muchos padres e hijos han logrado establecerse en el extranjero
exitosamente, los sentimientos de añoranza por la tierra donde nacieron,
se criaron y de la cual tuvieron que desarraigarse, no los abandonan. Tampoco
quienes se han quedado atrás logran deshacerse de la nostalgia. Esos son
los más afortunados. Existen muchas personas que aún esperan a sus
hijos, sueñan con ellos, luego de muchos años de haber salido en
balsas.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|