Dengue
en Cuba El dichoso problema del
mosquito
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Dice el argot popular que por fin el
dichoso problema del mosquito "explotó como Cafunga", una
expresión útil para indicar un estado intolerable de un asunto, o
válida para informar la destitución de un individuo a causa de
malas mañas.
Por lo pronto, a bombos y platillos, y participación hasta de las
tropas especiales, diríase, el gobierno de Fidel Castro acabó de
declarar la guerra total a la proliferación en Cuba del mosquito
transmisor del dengue hemorrágico y la fiebre amarilla, Aedes aegyptis.
George W. Bush ha quedado pequeñito ante la furia decretada contra el
miserable insecto.
Entretanto, los periodistas independientes que desde 1997 han venido
denunciando el peligro latente, no saben si reír o elogiar ante el por
fin reconocido hecho. Cientos, miles de reportes han informado a lo largo de años
sobre el crecimiento de aquellos sitios donde el condenado animalito pone los
huevos que pueden conducir a una epidemia como la acaecida en 1981, cuando el
dengue hemorrágico infestó a más de 300 mil personas.
¿Puede hablarse en estos momentos de siquiera un brote epidémico
de dengue? Por ahora, todos los informes parecen confirmar que en Cuba se están
dando casos aislados de la enfermedad. Pero lo que sí se ha visto es lo
reportado por los periodistas independientes. Un sostenido aumento de lugares
proclives a la existencia del mosquito: basura sin recoger, escombros sin
retirar, aguas estancadas en lugares abandonados a la buena de Dios, como los
antiguos cines habaneros Rex y Duplex, y una situación observable en la
ciudadanía, que por fuerza de sus propias dificultades deviene creadora
de focos de cría para el Aedes aegyptis. Sólo en el municipio 10
de Octubre, ante las carencias de agua corriente, la población ha
acumulado tanques para guardar el líquido en los interiores de las
viviendas, en número tal que representan el 51 por ciento de todos los
locales registrados en ese territorio. Todo un dato. Sobre los mosquitos, y
sobre el agua.
Por lo general, esos tanques carecen de tapas, debido a su diseño, y
al modo informal como se les obtiene; otro dato curioso.
El tipo de colectores que la población emplea no se vende en los
establecimientos públicos. Pero cifras preliminares del gobierno
capitalino aseveran que la población posee no menos de 55 mil de esos depósitos.
¿Cómo los adquirió? Si el gobierno de Fidel Castro decidió
por fin enfrentar el dichoso problema del mosquito, ¡enhorabuena! No
obstante, por el modo en que lo está haciendo, vale observar dos
tendencias indicativas de si, en términos ciudadanos "existe
gobierno".
Primero: una vez más se comprueba el modo reactivo con que el
gobierno de Fidel Castro está actuando ante los acontecimientos de su
circunstancia: desde hace años se conoce del problema. Pero sólo
se toman medidas de verdad positivas cuando el peligro se constituye en amenaza.
Desde la despenalización de la tenencia de divisas, hasta el actual
dichoso problema del mosquito, ¿ha existido diferencia?
Segundo: una cierta tendencia a descargar en la ciudadanía, por parte
de la prensa oficiosa, no sólo parte mayor de las culpas, sino también
parte importante de los costos. Si se analizan los últimos reportes de
aquella sobre la "guerra total" que se libra contra el condenado
mosquito, se hace evidente el acento en la responsabilidad de la población,
y en lo que ésta puede hacer para prevenir la proliferación del
insecto. Miles de cubanos, entre ellos este periodista, pueden testificar cómo
han recibido en sus domicilios una visita semanal de los inspectores sanitarios,
al parecer ciegos ante un depósito de escombros ubicado a menos de veinte
metros de las viviendas. Por ello, la pregunta es: ¿qué deseos puede
tener una población de colaborar en esta empresa si en su mismo lado
observa la desidia del poder?
El dichoso problema del mosquito, como lo ha llamado Fidel Castro, contiene éstas
y otras aristas. Una de ellas deber ser seguida a lo largo de la contienda. Por
ahora, ni en la televisión, ni en fotos de prensa, se ha visto el rostro
del ministro cubano de Salud Pública. Ni una palabra del Dr. Carlos
Dotres.
Quizás lo haya atrapado el dengue.
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