CUBANET .INDEPENDIENTE

15 de enero, 2002


Reflexiones sobre las inversiones extranjeras en la industria del níquel

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) – Hasta finales de la década de los 80, las naciones del bloque soviético fueron un mercado seguro y con precios atrayentes para el níquel cubano, a la vez que suministraban el combustible, las piezas de repuesto y otros insumos para el funcionamiento de las tres plantas de procesamiento del mineral existentes al norte de la oriental provincia de Holguín.

Dos de estas plantas fueron construidas por los norteamericanos antes de la revolución (1959): la de Nicaro, fundada en 1943, y la de Moa, que empezó a funcionar en 1960, y después cerró unos meses a causa de los problemas motivados por su confiscación, hasta que volvió a operar en 1961. La tercera planta, edificada con el concurso de la Unión Soviética en Punta Gorda, y conocida como "Ernesto Che Guevara", se concluyó en 1986, con una capacidad nominal de producción de 30 mil toneladas al año.

Además, se había acordado la construcción de una cuarta planta, similar a la "Che Guevara", con la cooperación de varios países pertenecientes al Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) en la zona de Camarioca, cuya construcción quedó paralizada.

Con la desaparición del bloque soviético se desvanecieron las enormes subvenciones que durante decenios constituyeron las bases de sustentación de la economía cubana. La industria niquelífera quedó sin mercado y sin el suministro garantizado de combustible y otros insumos indispensables. A ello se unían serios problemas tecnológicos en la planta "Ernesto Che Guevara", que impedían alcanzar los niveles productivos para los que había sido diseñada, así como un eficiente uso del combustible.

Todo esto ocasionó una aguda disminución productiva, con la consiguiente mala utilización de las capacidades instaladas y la elevación de los costos, que condujo a la actividad niquelífera a una situación crítica. Las exportaciones del mineral, uno de los principales rubros para la captación de divisas por el país, cayó a niveles sorprendentes, lo cual se muestra en el cuadro siguiente.

PRODUCCIÓN Y EXPORTACIÓN DE NIQUEL + COBALTO 1989-1994


1989

1992

1993

1994

Producción (Miles de Toneladas Cortas)

46,6

32,4

30,2

27,0

Exportación (Millones de pesos)

486,4

214,2

142,4

196,0

Desglose de la exportación:

Sínter de níquel + cobalto

124,8

106,0

60,7

86,3

Oxido de níquel + cobalto

145,5

17,2

15,2

5,0

Sulfuro de níquel + cobalto

216,1

91,0

66,5

104,1

FUENTE: Anuarios estadísticos de Cuba

Lo sucedido en la producción de níquel representa una muestra de lo acontecido en el conjunto de la economía cubana, la cual experimentó un retroceso acumulado del producto interno bruto (pib) del 35% en el período 1989-1993, reduciéndose las exportaciones de bienes en ese período en casi un 80%.

En tales circunstancias, las autoridades cubanas se vieron compelidas a aplicar reformas económicas, fundamentalmente inclinadas hacia el exterior del país, pues las internas fueron meramente cambios cosméticos que con el tiempo han ido desapareciendo paulatinamente.

Entre las primeras transformaciones se encuentra la Ley 77 "Para la Inversión Extranjera", adoptada el 5 de septiembre de 1995. Esta legislación permite la inversión de capital foráneo en todos los sectores de la economía cubana, con excepción de la salud pública, la educación y las fuerzas armadas (salvo un sistema empresarial). Al mismo tiempo, autoriza la constitución de empresas mixtas, sin limitaciones para la posesión de las acciones, incluso es posible, y de hecho existen, entidades de propiedad totalmente extranjera.

Además, la ley contempla garantía contra las expropiaciones; la libre transferencia al exterior en moneda convertible de las utilidades o dividendos obtenidos en la explotación de las inversiones, sin pago de impuestos u otro tipo de gravámenes, así como ventajas fiscales adicionales.

Con anterioridad existía un marco legal para efectuar inversiones en Cuba, el Decreto Ley 50 "Sobre Asociación Económica entre Entidades Cubanas y Extranjeras", del 15 de febrero de 1982, que daba muy pocas posibilidades para la participación extranjera en la economía nacional.

En el contexto de esta nueva política, en 1994 se creó una asociación mixta entre la Compañía General de Níquel de Cuba y la Sherrit Internacional de Canadá, para la operación conjunta de la planta productora de concentrado de níquel + cobalto de Moa, la refinería de Port Saskadchewan, Alberta, y una corporación comercial ubicada en las Bahamas.

Las ventajas para Cuba de esa operación han sido múltiples. Entre ellas se encuentran el acceso a moderna tecnología, la adopción de eficientes prácticas de administración, el aseguramiento de nuevos mercados principalmente en Canadá y Europa, así como el entrenamiento y recalificación de la fuerza de trabajo.

Dichos factores no sólo elevaron la eficiencia de la planta de Moa, sino también coadyuvaron a mejorar sensiblemente la gestión en las otras dos plantas de propiedad estatal, la de Nicaro y, muy especialmente, la "Ernesto Che Guevara", que tenía serias dificultades técnicas heredadas de la anticuada tecnología soviética; entre otras el consumo excesivo de combustible por tonelada de mineral procesado.

La industria del níquel cubano realmente se recuperó. De las 27 mil toneladas producidas en 1994 (un 42% inferior a lo alcanzado en 1989), a partir de 1995 comenzó a incrementarse la producción, llegándose a 71,400 en el 2000 con un plan de 75,500 para el 2001 que, según cifras preliminares se ha cumplido.

Las exportaciones de los productos niquelíferos fueron de 394,4 millones de dólares en 1999, el doble de lo efectuado en 1994. Según lo informado por el Banco Central de Cuba, en el 2000 el ingreso en la balanza de pagos de bienes y servicios proporcionado por las ventas al exterior del níquel constituyó el segundo del país después del turismo, desplazando al azúcar y sus derivados. Para la Sherrit International, como para otros inversionistas extranjeros, los negocios en la isla han tenido indudables ventajas, pues se han efectuado con plenas garantías de una absoluta "tranquilidad laboral", mediante la explotación de los recursos materiales y humanos cubanos, mientras a los nacionales se les prohíbe hasta la creación de pequeñas empresas, e incluso, los limitados espacios permitidos para el trabajo por cuenta propia se vienen cerrando.

Debe destacarse que la fuerza de trabajo requerida por las asociaciones económicas con capital foráneo, excepto los miembros de los órganos de dirección en la administración, según el artículo 23,1 de la Ley de Inversiones Extranjeras, es suministrada por las llamadas Unidades Empleadoras, entidades estatales que contratan a los trabajadores y les pagan en la desvalorizada moneda nacional, pero cobran los salarios en dólares a dichas asociaciones.

De acuerdo con la ley, cuando una empresa mixta o de capital totalmente extranjero considera unilateralmente que un trabajador no satisface las exigencias laborales, simplemente puede solicitar a la Unidad Empleadora que lo sustituya. Si el empleado en cuestión desea reclamar su derecho, no puede hacerlo directamente, sino a través de la Unidad Empleadora, única facultada para dirimir el asunto con la parte extranjera.

En tales condiciones, no sorprenden las declaraciones del presidente de Sherrit International, Mr. Ian W. Draney, quien en una entrevista concedida a la revista norteamericana Business Week, publicada en su edición europea el 17 de marzo de 1997, refiriéndose a Cuba señaló: "Este país es la mejor oportunidad de inversión en el mundo". Esta valoración no se ha quedado en palabras, puesto que esta compañía canadiense después de su primera inversión a la industria niquelífera ha ampliado su negocio, convirtiéndose en la mayor entidad extranjera por el monto de sus activos. En la actualidad participa además en el turismo, las telecomunicaciones, la prospección y explotación de yacimientos de petróleo, la industria alimenticia, la agricultura y la generación de energía eléctrica.

Aunque oficialmente no son conocidos los montos exactos de los activos de Sherrit International en Cuba, de los alrededor de 2,500 millones de dólares embolsados en inversiones extranjeras, estimados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en su balance preliminar del 2001, la participación de esta firma canadiense pudiera estar próxima al 30% del total. Independientemente de las regulaciones laborales que fija la Ley de Inversiones Extranjeras lesivas a los intereses de los trabajadores cubanos, la Sherrit International ha puesto en práctica una serie de medidas para beneficiar a sus empleados, por lo menos en lo relativo a su gestión en la planta de níquel de Moa, de acuerdo con informaciones publicadas por The Economist Inteligent Unit en 1997. En primer lugar, ha procurado crear un ambiente de trabajo más agradable al existente antes de establecerse la asociación, entre otras, acciones para proteger al personal contra accidentes laborales y la emisión de gases perjudiciales a la salud humana. Además, se establecieron determinados pagos en dólares según la eficiencia productiva de la planta, y se ha proporcionado a los empleados acceso a materiales de construcción para la reparación de sus viviendas, un problema que resulta de vital importancia en el país.

Estos estímulos han elevado la moral laboral en la planta de Moa, lo que redunda en la estabilidad de la fuerza de trabajo y en el interés del colectivo en realizar una gestión productiva eficiente.

La experiencia de las inversiones extranjeras muestra la existencia de un considerable potencial productivo, fundamentalmente basado en una fuerza de trabajo con una calificación relativamente alta en relación con otros países en desarrollo, que sólo requiere estímulo y organización, elementos incapaces de ser brindados por el sistema estatista imperante en la Isla. Resulta paradójico que la inversión extranjera, junto al turismo y las remesas provenientes de Estados Unidos, hayan sido los factores que hayan permitido la supervivencia del caduco régimen cubano.


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