Reflexiones
sobre las inversiones extranjeras en la industria del níquel
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) Hasta finales de la década
de los 80, las naciones del bloque soviético fueron un mercado seguro y
con precios atrayentes para el níquel cubano, a la vez que suministraban
el combustible, las piezas de repuesto y otros insumos para el funcionamiento de
las tres plantas de procesamiento del mineral existentes al norte de la oriental
provincia de Holguín.
Dos de estas plantas fueron construidas por los norteamericanos antes de la
revolución (1959): la de Nicaro, fundada en 1943, y la de Moa, que empezó
a funcionar en 1960, y después cerró unos meses a causa de los
problemas motivados por su confiscación, hasta que volvió a operar
en 1961. La tercera planta, edificada con el concurso de la Unión Soviética
en Punta Gorda, y conocida como "Ernesto Che Guevara", se concluyó
en 1986, con una capacidad nominal de producción de 30 mil toneladas al año.
Además, se había acordado la construcción de una cuarta
planta, similar a la "Che Guevara", con la cooperación de
varios países pertenecientes al Consejo de Ayuda Mutua Económica
(COMECON) en la zona de Camarioca, cuya construcción quedó
paralizada.
Con la desaparición del bloque soviético se desvanecieron las
enormes subvenciones que durante decenios constituyeron las bases de sustentación
de la economía cubana. La industria niquelífera quedó sin
mercado y sin el suministro garantizado de combustible y otros insumos
indispensables. A ello se unían serios problemas tecnológicos en
la planta "Ernesto Che Guevara", que impedían alcanzar los
niveles productivos para los que había sido diseñada, así
como un eficiente uso del combustible.
Todo esto ocasionó una aguda disminución productiva, con la
consiguiente mala utilización de las capacidades instaladas y la elevación
de los costos, que condujo a la actividad niquelífera a una situación
crítica. Las exportaciones del mineral, uno de los principales rubros
para la captación de divisas por el país, cayó a niveles
sorprendentes, lo cual se muestra en el cuadro siguiente.
PRODUCCIÓN Y EXPORTACIÓN DE NIQUEL +
COBALTO 1989-1994
|
1989
|
1992
|
1993
|
1994
|
Producción
(Miles de Toneladas Cortas) |
46,6
|
32,4
|
30,2
|
27,0
|
Exportación
(Millones de pesos) |
486,4
|
214,2
|
142,4
|
196,0
|
Desglose de la
exportación: |
|
|
|
|
Sínter de níquel
+ cobalto |
124,8
|
106,0
|
60,7
|
86,3
|
Oxido de níquel
+ cobalto |
145,5
|
17,2
|
15,2
|
5,0
|
Sulfuro de níquel
+ cobalto |
216,1
|
91,0
|
66,5
|
104,1
|
FUENTE: Anuarios estadísticos de Cuba
Lo sucedido en la producción de níquel representa una muestra
de lo acontecido en el conjunto de la economía cubana, la cual experimentó
un retroceso acumulado del producto interno bruto (pib) del 35% en el período
1989-1993, reduciéndose las exportaciones de bienes en ese período
en casi un 80%.
En tales circunstancias, las autoridades cubanas se vieron compelidas a
aplicar reformas económicas, fundamentalmente inclinadas hacia el
exterior del país, pues las internas fueron meramente cambios cosméticos
que con el tiempo han ido desapareciendo paulatinamente.
Entre las primeras transformaciones se encuentra la
Ley 77 "Para la Inversión
Extranjera", adoptada el 5 de septiembre de 1995. Esta legislación
permite la inversión de capital foráneo en todos los sectores de
la economía cubana, con excepción de la salud pública, la
educación y las fuerzas armadas (salvo un sistema empresarial). Al mismo
tiempo, autoriza la constitución de empresas mixtas, sin limitaciones
para la posesión de las acciones, incluso es posible, y de hecho existen,
entidades de propiedad totalmente extranjera.
Además, la ley contempla garantía contra las expropiaciones;
la libre transferencia al exterior en moneda convertible de las utilidades o
dividendos obtenidos en la explotación de las inversiones, sin pago de
impuestos u otro tipo de gravámenes, así como ventajas fiscales
adicionales.
Con anterioridad existía un marco legal para efectuar inversiones en
Cuba, el Decreto Ley 50 "Sobre Asociación Económica entre
Entidades Cubanas y Extranjeras", del 15 de febrero de 1982, que daba muy
pocas posibilidades para la participación extranjera en la economía
nacional.
En el contexto de esta nueva política, en 1994 se creó una
asociación mixta entre la Compañía General de Níquel
de Cuba y la Sherrit Internacional de Canadá, para la operación
conjunta de la planta productora de concentrado de níquel + cobalto de
Moa, la refinería de Port Saskadchewan, Alberta, y una corporación
comercial ubicada en las Bahamas.
Las ventajas para Cuba de esa operación han sido múltiples.
Entre ellas se encuentran el acceso a moderna tecnología, la adopción
de eficientes prácticas de administración, el aseguramiento de
nuevos mercados principalmente en Canadá y Europa, así como el
entrenamiento y recalificación de la fuerza de trabajo.
Dichos factores no sólo elevaron la eficiencia de la planta de Moa,
sino también coadyuvaron a mejorar sensiblemente la gestión en las
otras dos plantas de propiedad estatal, la de Nicaro y, muy especialmente, la "Ernesto
Che Guevara", que tenía serias dificultades técnicas
heredadas de la anticuada tecnología soviética; entre otras el
consumo excesivo de combustible por tonelada de mineral procesado.
La industria del níquel cubano realmente se recuperó. De las
27 mil toneladas producidas en 1994 (un 42% inferior a lo alcanzado en 1989), a
partir de 1995 comenzó a incrementarse la producción, llegándose
a 71,400 en el 2000 con un plan de 75,500 para el 2001 que, según cifras
preliminares se ha cumplido.
Las exportaciones de los productos niquelíferos fueron de 394,4
millones de dólares en 1999, el doble de lo efectuado en 1994. Según
lo informado por el Banco Central de Cuba, en el 2000 el ingreso en la balanza
de pagos de bienes y servicios proporcionado por las ventas al exterior del níquel
constituyó el segundo del país después del turismo,
desplazando al azúcar y sus derivados. Para la Sherrit International,
como para otros inversionistas extranjeros, los negocios en la isla han tenido
indudables ventajas, pues se han efectuado con plenas garantías de una
absoluta "tranquilidad laboral", mediante la explotación de los
recursos materiales y humanos cubanos, mientras a los nacionales se les prohíbe
hasta la creación de pequeñas empresas, e incluso, los limitados
espacios permitidos para el trabajo por cuenta propia se vienen cerrando.
Debe destacarse que la fuerza de trabajo requerida por las asociaciones económicas
con capital foráneo, excepto los miembros de los órganos de
dirección en la administración, según el artículo
23,1 de la Ley de Inversiones Extranjeras, es suministrada por las llamadas
Unidades Empleadoras, entidades estatales que contratan a los trabajadores y les
pagan en la desvalorizada moneda nacional, pero cobran los salarios en dólares
a dichas asociaciones.
De acuerdo con la ley, cuando una empresa mixta o de capital totalmente
extranjero considera unilateralmente que un trabajador no satisface las
exigencias laborales, simplemente puede solicitar a la Unidad Empleadora que lo
sustituya. Si el empleado en cuestión desea reclamar su derecho, no puede
hacerlo directamente, sino a través de la Unidad Empleadora, única
facultada para dirimir el asunto con la parte extranjera.
En tales condiciones, no sorprenden las declaraciones del presidente de
Sherrit International, Mr. Ian W. Draney, quien en una entrevista concedida a la
revista norteamericana Business Week, publicada en su edición europea el
17 de marzo de 1997, refiriéndose a Cuba señaló: "Este
país es la mejor oportunidad de inversión en el mundo". Esta
valoración no se ha quedado en palabras, puesto que esta compañía
canadiense después de su primera inversión a la industria niquelífera
ha ampliado su negocio, convirtiéndose en la mayor entidad extranjera por
el monto de sus activos. En la actualidad participa además en el turismo,
las telecomunicaciones, la prospección y explotación de
yacimientos de petróleo, la industria alimenticia, la agricultura y la
generación de energía eléctrica.
Aunque oficialmente no son conocidos los montos exactos de los activos de
Sherrit International en Cuba, de los alrededor de 2,500 millones de dólares
embolsados en inversiones extranjeras, estimados por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe en su balance preliminar del 2001, la
participación de esta firma canadiense pudiera estar próxima al
30% del total. Independientemente de las regulaciones laborales que fija la Ley
de Inversiones Extranjeras lesivas a los intereses de los trabajadores cubanos,
la Sherrit International ha puesto en práctica una serie de medidas para
beneficiar a sus empleados, por lo menos en lo relativo a su gestión en
la planta de níquel de Moa, de acuerdo con informaciones publicadas por
The Economist Inteligent Unit en 1997. En primer lugar, ha procurado crear un
ambiente de trabajo más agradable al existente antes de establecerse la
asociación, entre otras, acciones para proteger al personal contra
accidentes laborales y la emisión de gases perjudiciales a la salud
humana. Además, se establecieron determinados pagos en dólares según
la eficiencia productiva de la planta, y se ha proporcionado a los empleados
acceso a materiales de construcción para la reparación de sus
viviendas, un problema que resulta de vital importancia en el país.
Estos estímulos han elevado la moral laboral en la planta de Moa, lo
que redunda en la estabilidad de la fuerza de trabajo y en el interés del
colectivo en realizar una gestión productiva eficiente.
La experiencia de las inversiones extranjeras muestra la existencia de un
considerable potencial productivo, fundamentalmente basado en una fuerza de
trabajo con una calificación relativamente alta en relación con
otros países en desarrollo, que sólo requiere estímulo y
organización, elementos incapaces de ser brindados por el sistema
estatista imperante en la Isla. Resulta paradójico que la inversión
extranjera, junto al turismo y las remesas provenientes de Estados Unidos, hayan
sido los factores que hayan permitido la supervivencia del caduco régimen
cubano.
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