¿Cómo
salir de un solar habanero?
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - El solar habanero, fuente de inspiración
para obras de teatro y canciones populares, no es otra cosa que una serie de
habitaciones colocadas a cada lado de un área o pasillo que les impide la
ventilación y la luz solar. Sus baños y lavaderos son comunes.
Exceptuando unos pocos, los solares eran antiguas casonas familiares donde residía
la burguesía habanera, fabricadas antes o a principios del siglo pasado.
Mi amigo Ramón vive en uno de estos solares de Centro Habana desde
que nació hace cuarenta años. Allí vive con sus padres, su
esposa y un hijo de diez años. "¿Es solar? ¡Es una
verdadera colmena vista por dentro!" -me dice Carmen la esposa de mi amigo.
Mi amigo Ramón ha trabajado como ingeniero civil durante veinte años.
Por muchas de sus innovaciones ha recibido diplomas y aplausos de sus colegas.
En ocasiones, es estimulado con una casa en la playa para que pase una semana de
vacaciones con su familia. Pero mi amigo Ramón vive en un solar desde que
nació.
"Ramón construyó esta barbacoa -explica Carmen. Un poco
después de casarnos conseguimos los palos y mucho después las
tablas para el piso. La escalerita fue una odisea, pasaban los meses y no
conseguíamos la madera para hacerla. Dormimos arriba con el niño y
los viejos abajo".
Carmen me aclara que desde hace mucho tiempo dejó de soñar con
un lugar decoroso para vivir, acorde a los ingresos que perciben al mes. "Mis
suegros -revela- tienen cada uno su jubilación y mi esposo y yo
trabajamos, pero de nada nos sirve porque jamás saldremos de una habitación".
La esposa de Ramón se refiere al reglamento de permutas aprobado por
la Resolución 400 del año 2000 de la Vivienda, donde se expone que
los ocupantes de habitaciones o accesorías sólo pueden permutar
con habitaciones o accesorías.
Las accesorías son antiguos locales comerciales del pasado
capitalista, cerrados por el régimen de Fidel Castro. Por lo general, son
lugares pequeños también, sin ventilación ni luz solar. Según
cálculos conservadores oficiales, en estos lugares viven de 200 mil a 300
mil personas en Ciudad La Habana y de las 78 mil viviendas que se consideran en
mal estado una parte son solares o accesorías. Es por eso que quien vive
en un solar aunque se esté cayendo no puede soñar con una
verdadera casa. Los que han sido alojados en comunidades de tránsito o
albergues luego de haber perdido por derrumbe su vivienda se cuentan en decenas
de miles, tienen prioridad para la obtención de un lugar donde vivir, que
muchas veces es una habitación de solar o accesoría.
Con el paso del huracán Michelle, en las provincias centrales de Cuba
la situación empeoró: en el territorio habanero afectó a más
de ocho mil viviendas, casi 300 de forma total.
"Mi esposo Ramón -termina diciendo Carmen- es un buen ingeniero;
es muy inteligente. Aunque así nunca prosperaremos. La vida se nos ha ido
en este solar".
Aunque Carmen nunca ha viajado fuera del país sabe que en cualquier
país del mundo un profesional puede mejorar su calidad de vida. Sin
embargo, en Cuba esto no ocurre así. Ni para mi amigo Ramón ni
para ningún otro que ejerza cualquier profesión.
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