Una de las
peores zafras azucareras
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Un rosario de ineficiencias congénitas
del régimen de Fidel Castro auguran desde ahora, cuando recién ha
comenzado la zafra azucarera, que ésta será una de las peores en
nuestra historia.
Puede colegirse que los graves problemas que han aflorado en los plenos
provinciales del Partido Comunista en varias provincias son los mismos para todo
el país.
Es obvio que no puede esperarse una buena cosecha de caña y producción
de azúcar si se ha tenido que reconocer que los campos sembrados carecen
de los volúmenes de caña necesarios, porque no se hicieron las
resiembras adecuadas y a tiempo, ni fueron plantadas las mejores y más
resistentes variedades de caña.
Otro dato alarmante es que el 67 por ciento del área sembrada está
estimado que no sobrepasa la bajísima cifra de menos de 40 mil arrobas
por caballería, y ¡de retoño principalmente! por lo que no
han alcanzado maduración y la consiguiente acumulación de
zacarosa, debido a las constantes resiembras durante años y la no
demolición de cañaverales y nuevas plantaciones. Un alto dirigente
partidista de Villa Clara explicó que por haberse cortado y molido caña
de forma continua año tras año los cañaverales no pueden
hoy disponer de buenas cepas, lo que incide dramáticamente en el
decrecimiento de la producción.
A todo esto hay que sumarle el agravante del enyerbamiento que ahoga a las
plantas no permitiéndole crecer, engrosar y acumular jugo.
Un segundo rosario de descalabros signan el complejo proceso fabril:
reparación de ingenios, equipos industriales y agrícolas, de
transporte, no realizados a tiempo o mal reparados; roturas frecuentes por
obsoletos o mala reparación; falta de caña en los centrales,
porque llega esa materia prima a los molinos sucia, con muchas impurezas, lo que
disminuye la calidad y cantidad de azúcar producida.
Abundan las críticas por el escaso aprovechamiento del tiempo de
labor, que en muchos sitios apenas llega a la media jornada, por lo que no sin
razón el partido, que se ha hecho rector de toda la sociedad cubana,
lanza constantes alfilerazos a los jefes administrativos de inferior categoría
y a los oficialistas sindicatos por lo que llaman "falta de motivación
de la clase trabajadora para que rinda más beneficios al Estado".
El partido y el gobierno, que es lo mismo, cree que para solucionar
problemas tan agudos -que prácticamente han llevado a la industria
azucarera a la ruina- se requiere de formas de pago más exigentes, mejor
atención a las necesidades de todo tipo del proletariado cañero y
mayor convencimiento que hay que trabajar más y mejor, aunque la realidad
demuestra que cada vez se vive peor.
Antes del triunfo castrista de 1959 la producción de azúcar de
caña era la primera industria nacional, al punto que un eslogan de esos
tiempos afirmaba: "¡Sin azúcar no hay país!"
Cuarenta y tres años después, bien puede asegurarse que el cubano
no tiene ni azúcar ni país. Sólo devastación.
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