Tribuna
abierta: el volatilizador de dólares
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Las llamadas Tribunas Abiertas (actos
políticos celebrados en plazas públicas) lejos de contribuir a
resultados positivos para la sociedad cubana se han convertido en un tren pesado
que arrastra y sostiene por obligación el contribuyente cubano.
Hasta noviembre de 2001 hemos tenido ¡700 días de Tribunas
Abiertas!*, elevadas a la categoría eufemística de programas
informativo-cultural-formativos, pero que en realidad no superan el rasero de
simples bufonadas dirigidas hacia la población con la intención de
lograr la masificación ideológica.
La primera de estas Tribunas Abiertas se realizó el 29 de diciembre
de 1999 en el municipio Artemisa, ubicado en la provincia La Habana. Desde
entonces a la fecha se han efectuado 133 movilizaciones en 79 de los 169
municipios del país. La más reciente recogida en las estadísticas
tuvo lugar frente al edificio que ocupa la Sección de Intereses de
Norteamérica en Cuba, en la ciudad de La Habana, el 27 de noviembre del año
pasado.
Un total de 17,62 millones de cubanos -según los datos oficiales-
equivalente a 1,6 veces la población nacional, han sido movilizados para
esos actos.
En realidad a muy pocos de esos participantes les interesa lo que allí
se expone por los tanques pensantes del "fidelismo", pero están
obligados a estar presentes si no quieren marcarse con el título de "desafectos
al régimen" o el de "indiferentes al proceso socio-político".
Ambos calificativos pueden ocasionar la pérdida del sustento económico
familiar, en país donde el empleador es ese mismo Estado totalitario.
Lo cierto es que cálculos conservadores señalan que por este
concepto el país ha incurrido en gastos improductivos superiores a los
500 millones de dólares estadounidenses, lanzados al latón de la
basura para elaborar campañas que sólo producen mucho ruido y
pocas almendras, y que nada tienen que enseñar a un pueblo que
verdaderamente se precie de ser culto.
A estas erogaciones debemos añadir el cúmulo de inconvenientes
en que paralelamente se incurre: afectación en el servicio del transporte
colectivo en varios municipios o en provincias enteras, paralización
parcial de producciones y servicios por los que se pagan salarios, materia prima
consumida en la confección de periódicos, semanarios y revistas en
los que se imprimen versiones oficiales de los discursos pronunciados, ocupar
espacios televisivos para retransmitir los actos en todos sus detalles hasta
vencer la paciencia del televidente más parsimonioso.
¿Será absurdo pensar que más beneficioso resultaría
para nuestro pueblo invertir tales sumas en leche en polvo para los niños
o ancianos de Cuba, medicinas básicas para los enfermos u otros productos
alimenticios ausentes de la mesa del ciudadano medio hace décadas?
Hace muchos años, sabemos que para el gobernante cubano lo primero es
el aspecto político-ideológico, y a partir de ahí vienen
las cuestiones socio-económicas. Criterio salomónico, por ir
contra la corriente. El resto del mundo conoce desde hace siglos que lo primario
es lo económico.
¡Pero, ñoooooo, este volatilizador de dólares ya es el
colmo, compay!
*Los datos fueron tomados del trabajo publicado en el boletín
Información Socio-Económica Independiente, Número 11, Año
1, bajo la autoría de la licenciada Marta Beatriz Roque, directora del
Instituto Cubano de Economistas Independientes, y varios números del periódico
oficial Granma. (Nota del autor)
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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