Una locomotora
con demasiados vagones
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, febrero (www.cubanet.org) - De quimérica o demencial
pudiera calificarse la producción de alimentos a partir de la llamada
agricultura urbana. Desde el punto de vista del gobierno de Fidel Castro todo
marcha bien, se logran cosechas increíbles y aumentan las áreas de
cultivo con riego.
No es la intención de este artículo restarle importancia a
esta manera de producir alimentos, aplicada exitosamente en otros países.
Pero no sólo de ilusiones vive el cubano, que necesita con urgencia poner
sobre su mesa alimentos de calidad, variados y a precios pagables, que le han
faltado durante décadas.
La agricultura urbana es complemento pero nunca la principal fuente de
alimentos de cualquier país.
Es absolutamente improbable que con un área de 0,001 hectárea
(16 metros cuadrados) por habitante se pueda lograr la satisfacción de
los alimentos básicos de más de once millones de personas.
Este dato se obtuvo del confuso escrito publicado el 13 de febrero por el
periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista cubano,
donde ni el exagerado optimismo de su autor logra definir exactamente cuál
es la verdadera situación de los productos agrícolas en la dieta
de los nacionales.
La agricultura urbana de Cuba no es eficiente. Así lo confirman
reiteradas justificaciones de los funcionarios a cargo de esta actividad
productiva: "Aún está lejos de su potencial", "Es
insuficiente todavía", "Hay que consolidar sus resultados",
"No se alcanzaron las cifras planificadas" y otras muchas. La
deficiencia en esta esfera también se constata en los altos precios a que
se venden los productos de la agricultura urbana.
Paradójicamente, miles de fincas están arruinadas, sin equipos
ni insumos, invadidas por la maleza, mientras que experimentados agricultores se
desempeñan en otros sectores de la producción o los servicios. El
gobierno de Fidel Castro invierte recursos y tiempo de trabajo en la agricultura
urbana, pero no detiene el deterioro de los terrenos agrícolas.
¿Qué sentido tiene experimentar nuevas formas de criar ganado
vacuno y bovino cuando costosas instalaciones nunca han sido explotadas
eficientemente por desaciertos administrativos?
El régimen de Castro trata de minimizar su incapacidad de producir
productos agrícolas, pero la realidad indica que fracasaron sus grandes
planes. También oculta la corrupción de los funcionarios del ramo
y su voluntarismo. Sin embargo, éstos y otros males propios del sistema
están presentes en la agricultura urbana.
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