Imposible
callar
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, febrero (www.cubanet.org) - Una vez más Granma ha
publicado declaraciones sobre las que no se puede quedar en silencio. Las
afirmaciones de dos notorias figuras internacionales -Fidel Castro y Thor
Heyerdahl- que trataré en este comentario aparecieron en la edición
del órgano oficial del Partido Comunista cubano el 9 de febrero.
En entrevista concedida al Granma, el gobernante cubano se refirió a
la posibilidad de que un representante del Fondo Monetario Internacional (FMI)
asistiera a un encuentro sobre temas económicos en La Habana.
Adelantándose a la pluralidad de criterios que puede surgir en un
foro de este tipo, Castro puntualizó: "Hoy se caracterizan esas
discusiones por la altura, el respeto a las opiniones del adversario".
Señoras y señores del planeta Tierra, en los últimos 43
años bajo el actual régimen decenas de miles de cubanos han ido a
parar a las cárceles -también miles han sido visitados, amenazados
y reprimidos por la policía política- y millones han tenido que
exiliarse por intentar ejercer los derechos consagrados en la Declaración
Universal de la ONU, como expresar criterios opuestos al gobierno de manera
respetuosa.
Del famoso antropólogo noruego Thor Heyerdahl en Cuba hay una muy
positiva imagen. Personalmente este redactor recuerda todavía cuando
disfrutó a los 14 años de edad la lectura sobre la expedición
de la Kon Tiki. Luego se supo aquí del gran vikingo por sus
investigaciones en la Isla de Pascua, en el Atlántico Sur, en el Indico.
En sus andanzas, el señor Heyerdahl no sólo confirmó
sus teorías sobre migraciones culturales y antiguas civilizaciones, sino
que también efectuó valiosos hallazgos en la naturaleza humana más
moderna.
"Me preguntan a veces cómo resolver los problemas de los políticos,
y yo les respondo. Pónganlos juntos en el mismo lugar, en el mar, sobre
el mismo océano o bajo el mismo cielo y ustedes van a sorprenderse de la
manera en que van a entenderse, porque son personas" -manifestó en
La Habana el científico noruego.
Y en efecto, Heyerdahl descubrió hace más de treinta años
lo que ahora nos cuenta el Granma. Sobre la endeble cubierta del Rha -símbolo
circunstancial del planeta Tierra- él pudo convivir, trabajar e incluso
triunfar con una tripulación multinacional, pluricultural y de diversidad
filosófica.
Sobre el Rha, en medio del Atlántico, Norman Baker, un yanqui más
o menos clásico, y Yuri Senkévich, un fiel representante del
imperio soviético, pudieron ser, respectivamente y con similar
eficiencia, técnico en comunicaciones y médico navegantes -y
humanos al fin- capaces de charlar, de compartir sueños comunes.
Pero, señor Heyerdahl, ¿se imagina qué gran fracaso habría
resultado para la humanidad si en la expedición usted hubiera impuesto
doctrinas únicas, voz única, decisiones únicas y partido único
donde cualquiera que discrepara hubiera sido echado por la borda del Rha?
Situación como ésta acontece en Cuba ahora mismo.
Quienes en la isla cuestionan el poder excluyente del sistema político
y proponen otras opciones son humillados y/o descalificados por el régimen
de Castro hasta la categoría de "no persona".
Esta situación no puede ser silenciada por nadie que se precie de
representar al género humano. ¿Por qué habría de callárselo?
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