Feria del
libro en La Habana
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - La Feria Internacional del Libro
comenzó el jueves 7 de febrero en la fortaleza habanera de La Cabaña.
Este evento es un mayor acontecimiento cultural cada año; sin embargo, no
escapa a los influjos de la deteriorada situación social, económica
y política en la isla.
En esta ocasión, Francia es el país invitado de honor de la
Feria Internacional del Libro y Miguel Barnet es la figura de las letras cubanas
a quien se dedica este acontecimiento.
Los que han asistido a la feria han podido confirmar que la cantidad de público
este año es superior a la del pasado. Largas filas de personas se
aglomeran en torno a los puntos donde se toman los ómnibus para
trasladarse hacia La Cabaña.
En los últimos tiempos, las autoridades han llevado a cabo una campaña
nacional por la cultura, cuyo objetivo -dicen los funcionarios- es hacer del
pueblo cubano el más culto del mundo. No vale la pena perder el tiempo en
analizar esta pretensión, porque la realidad siempre ha demostrado que
todos los planes del gobierno quedan en la fase de campaña propagandística,
que luego languidece con el tiempo.
Uno de los aspectos que el público más critica de esta feria
es el alto precio de los libros. Para poder adquirir las pocas novedades que se
venden en pesos cubanos es necesario ahorrar el salario de una buena parte del año.
La mayoría de los cubanos no pueden darse el lujo de pagar 20, 25 o 40
pesos por un ejemplar. Sesenta pesos cuestan los tres tomos de Los Miserables,
de Víctor Hugo, cifra equivalente al 25 por ciento del salario promedio
mensual del trabajador cubano.
La dolarización también está presente en esta edición
de la Feria Internacional del Libro. El que disponga de esta moneda podrá
comprar el Kama Sutra, El Corán, ediciones de lujo de La Guerra y la Paz,
de Tolstoi, u obras contemporáneas de Isabel Allende o Gabriel García
Márquez. También en dólares hay helados, confituras de
chocolate y otras que sólo unos pocos padres le podrán comprar a
sus hijos; el resto de los pequeños deben conformarse con mirar a los
privilegiados.
Continúan ausentes de la feria los autores cubanos de la diáspora,
y no porque sean desconocidos, porque cualquier título de Zoé Valdés,
de Cabrera Infante o de Carlos Alberto Montaner serían bestsellers en la
isla. Pero el régimen de Fidel Castro cree que la cultura debe estar
determinada por su ideología y por su política.
Es imposible que un pueblo llegue a ser el más culto del mundo cuando
sus integrantes tienen que dejar de comer para comprar un libro. Además,
la cultura depende en gran medida del libre intercambio de ideas y de que haya
libertad de expresión, condiciones que están ausentes en Cuba.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|