CUBANET .INDEPENDIENTE

8 de febrero, 2002


Para ganarse la vida

Héctor Maseda, Grupo Decoro

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - La reaparición en Cuba de oficios considerados extinguidos hace alrededor de cuatro décadas, se debe a factores socio-económicos, resultado del encarecimiento de la vida que ha experimentado el país en los últimos diez años.

La elevación del precio en los artículos de uso y consumo familiar supera actualmente 6 u 8 veces el salario promedio mensual del trabajador. De ahí la proliferación de oficios que habían desaparecido, tales como los vendedores ambulantes, amoladores de cuchillos y tijeras, cortadores de cristales, limpiadores de parabrisas, parqueadores, vigilantes de automóviles en lugares públicos. Es un intento del cubano medio para equilibrar sus finanzas.

Un joven plomero, casado y con dos hijos menores, señala: "Yo gano a la quincena 105 pesos, lo que equivale a cuatro dólares. Soy el único que percibe salario en mi hogar, y no me alcanza para cubrir los gastos de una semana. Esta es la razón por la que confecciono pasteles, dulces y otras golosinas en la casa, clandestinamente, ayudado por mi esposa. Salgo por las noches a venderlos. Ella me acompaña, porque como pareja pasamos inadvertdos entre policías e inspectores al acecho. Buscamos lugares públicos que faciliten las ventas. Si esos inspectores te sorprenden, en el acto te confiscan la mercancía y te imponen una multa que puede alcanzar un monto hasta de 1,500 pesos. Es la forma honesta que encontré para sostener a mi familia. La vida en Cuba es cara y los salarios son miserables".

Un señor, próximo a la tercera edad, trabaja como parqueador-vigilante de vehículos. Nos comenta: "Yo no tengo licencia para este trabajo, pero necesito vivir. Además, no quiero sudar la gota gorda para el estado. Paga poco y exige demasiado. Al principio me cuidaba mucho de los controladores, pero en la actualidad nos toleran. Reconocen la utilidad de nuestra labor y acaban por autorizarnos aunque no tienen potestad para ello. Yo le pago la mitad de los impuestos a un amigo que posee autorización para ejercer, a la vez que él me protege y nadie se mete conmigo. Un día malo me permite ganar 100 pesos. En ocasiones tengo mayores ingresos. Somos cientos los que nos dedicamos en La Habana a esta actividad. Dividimos las áreas de parqueo como buenos hermanos. Es cierto que esto tiene sus riesgos y limitaciones. Si algún ladronzuelo sustrae una grabadora o cualquier accesorio de un coche, tienes que pagarlo con tu dinero. La limitación es que no te permite el gobierno ejercer el oficio lejos de tu lugar de residencia.".

En mis investigaciones acerca del surgimiento de los nuevos empleos, llegué a la intersección de las calles 23 y Avenida del Puerto, uno de los sitios donde se dan cita varios limpiadores de cristales de autos. Me detuve y observé durante unos minutos su podo de operar. Quedé sorprendido de cómo en pocos segundos pasan el trapo húmedo por el parabrisas, escurren el agua con el microharagán, y por último frotan el paño seco sobre el vidrio, dejándole impecable. Sus rápidos movimientos sobre la parte delantera del automóvil introduce una pincelada artística y no menos graciosa a su labor, al punto que obliga al dueño del coche a ser dadivoso. Al rato me acerqué a uno de estos "profesionales del trapo", joven, discapacitado mental.

"Como usted verá, yo no puedo trabajar en otro lugar por mi dificultad. Aquí me divierto bastante y gano dinero para cubrir mis necesidades. Vivo solo. Mi mamá murió hace dos años. Mi papá no me quiere en casa. Vivo con unos amigos. Cuando me aburro de estar aquí me traslado para otro semáforo. Así trabajo y me divierto. Si quiere, usted me puede ver en Infanta y Carlos III, Infanta y Zanja, Belascoaín y Carlos III, 23 y 12, y aquí".

Lo cierto es que el llamado período especial en Cuba, debido a la desaparición de los subsidios provenientes del campo socialista, dio lugar a la desintegración financiera de la familia cubana, y contribuyó a revivir "oficios" que antaño eran atribuibles solamente a los desempleados crónicos, personas de poca disciplina laboral o de muy bajo nivel cultural. Pero la necesidad hace parir hijos mulatos, como reza el refrán. Cientos de miles de cubanos se vieron en la calle al cierre del 80 por ciento de las industrias y servicios del país, y aunque el estado cubrió una gran por ciento del salario de los desempleados durante los dos primeros meses, y el 60 por ciento los cuatro meses subsiguientes, decenas de miles de trabajadores quedaron desvinculados del trabajo.

Si a esto le sumamos el alza de precios en los artículos de primera necesidad sin el correspondiente aumento salarial, tendremos una visión general de los cambios socio-económicos que afectaron las finanzas del cubana en estos últimos diez años.


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