La invasión
de las santanillas
Moisés Rodríguez Valdés, Grupo Decoro
CABAÑAS, febrero (www.cubanet.org) - Cualquiera que resida o visite
Cabañas, pueblo costero ubicado en el extremo oeste de la provincia La
Habana, puede sentir de repente en cualquier parte de su cuerpo un escozor
tremendo, imposible de aliviar con ningún medicamento o remedio casero.
La gente se desespera cuando "le entra la picazón", como
expresan algunos al referirse a la sensación dolorosa que puede
sorprender a sus víctimas en la cama a la hora de dormir, junto al
fregadero cuando se lavan los trastos de la cocina, sentados frente al aparato
de televisión a la hora de la novela o en el inodoro en el preciso
instante de quitarle impurezas al cuerpo. Ya no hay sitio en Cabañas
donde refugiarse de la plaga.
El escozor lo produce una especie de hormiga, pequeñísima y
muy agresiva, que en Cuba se conoce popularmente por el nombre de "santanilla".
De este insecto se dice que segrega una sustancia la cual ocasiona la comezón
cutánea que tiene rascándose día y noche a naturales del
lugar y a cuanta persona pasa por él.
Las autoridades sanitarias y los funcionarios del gobierno local conocen del
problema porque las personas se quejan constantemente, pero hasta la fecha no
han tomado cartas en el asunto, lo que ha sido aprovechado al máximo por
las hembras fecundas de esta especie de hormigas. Por tanto, la sociedad de las
santanillas crece rápidamente mientras que la de Cabañas sólo
tiene la opción de rascarse porque no le venden ningún insecticida
para su defensa.
Cabañas, en honor a la verdad, no afronta graves problemas con la
recogida de basura gracias a la acción combinada de los trabajadores de
servicios comunales y de particulares que cargan desechos en sus carretones
tirados por caballo. Pero en cuanto a la proliferación de vectores deben
tomarse medidas urgentes porque, además de la permanente invasión
de las santanillas, con el verano las plagas de mosquitos, jejenes, moscas,
guasasas y cucarachas cercan a los pobladores de tal modo que su salud no se ha
resquebrajado "de milagro", como suelen expresar algunos en esta región.
De tanto rascarse, es común ver a cualquier habitante de Cabañas
con lesiones cutáneas cuyo origen es la acción agresiva de las
santanillas o las picadas de los jejenes y mosquitos.
¿Tendrá que haber consecuencias fatales como las que ahora mismo
tienen lugar en la capital cubana con el dengue y el mosquito Aedes aegypti,
para que las autoridades de Cabañas se percaten que hay comenzar a
fumigar para reducir a volúmenes aceptables las cantidades de insectos en
esta parte del país?
Un signo, al menos uno, ocurrió cuando terminaba este artículo:
la enfermera del consultorio que atiende la zona de Cabañas donde vivo se
presentó en mi domicilio para informar que esta semana llegarían
los fumigadores. Ojalá que se materialice su visita y que cuenten con los
recursos necesarios para comenzar la guerra contra las plagas de insectos que
hacen de Cabañas un sitio de constantes escozores.
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