Se regala
enfermedad del aparato digestivo
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, febrero (www.cubanet.org) - Ser propietario de alguna enfermedad
del aparato digestivo en Cuba es algo que nadie debe envidiar porque padezca
otro mal considerado superior, porque hasta sentir un poco de acidez puede
convertirse en algo insoportable pues ¿con qué la va a calmar?
Conseguir píldoras o suspensiones antiácidas es un problema en
esta isla de maravillas médicas. Hasta donde conoce este redactor, en
ningún sitio las venden de manera liberada y conseguirlas en las
farmacias es labor tan ardua como encontrar una aguja en un pajar.
Para los cubanos con enfermedades del aparato digestivo, que requieren de
pruebas de gastroenterología y de medicamentos como la Cimetidina u otros
similares, su situación es muy difícil y tienen pocas
probabilidades de curarse debido principalmente a la escasez de recursos. Esto
quedó confirmado mediante la encuesta informal realizada en la consulta
del médico Guillermo Fernández Maqueira por este periodista en el
municipio Consolación del Sur, en la provincia Pinar del Río, por
la cual se pudo constatar que la mayoría de los enfermos del aparato
digestivo afrontan problemas con las medicinas necesarias para su tratamiento.
Para comprar la Cimetidina, por ejemplo, hay que tener el tarjetón
(una especie de libreta de racionamiento de medicinas), que sólo tiene
validez por tres meses por lo que hay que renovarlo continuamente. Para adquirir
el tarjetón, primero hay que hacerse las pruebas que demuestren que se
tiene la enfermedad. Pero los aparatos para realizar las gastroscopías,
una de las pruebas principales de diagnóstico en esta especialidad,
suelen romperse con mucha frecuencia en el hospital Abel Santamaría,
situado en la ciudad Pinar del Río, adonde tienen que acudir los enfermos
para someterse a esa prueba. Lo mismo sucede con la placa, en este caso porque
falta el bario, sustancia que hace visible al aparato digestivo.
Otro problema es la dieta que requiere este tipo de enfermo. Para la mayoría
es imposible conseguir los alimentos que necesita. Sólo las personas con úlceras
pueden adquirir insuficientes cantidades de leche, carne y viandas. Por tanto,
igual que los sanos, ellos terminan por ingerir lo que encuentren.
El caso de los cubanos con enfermedades del aparato digestivo no es una
excepción. Lo mismo le ocurre a los que tienen otros males. El año
entero se lo pasan de farmacia en farmacia con la receta en la mano para casi
siempre encontrar las siguientes respuestas: "¡Ya se acabó!, o "No,
ese medicamento no viene aquí desde el año pasado".
Con frecuencia los enfermos acuden a las iglesias que reciben donaciones del
extranjero o recurren a la bolsa negra, donde asombrosamente no falta ningún
medicamento, por supuesto a precios muy elevados, pero que casi siempre se
terminan pagando debido a la necesidad.
Quizás por esto es que cada día hay más matrimonios que
sólo tienen un hijo. Imagínense cuántas úlceras y
miserias se ahorran por concepto de menos nacimientos.
Por esto de tener una enfermedad del aparato digestivo y no poder curarme,
porque no nací en Nueva Zelandia o en Marte, es que como tantos otros
compatriotas he decidido regalar el mal que me daña. Quien lo reciba no
debe preocuparse porque se le acabe pronto, pues ya es casi crónico
producto del mal tratamiento y de los casi veinte años que lo padezco.
Se la regalo a cualquiera sin distinción de raza, sexo, religión
o ideología. Cualquier interesado puede dirigirse a Lázaro Raúl
González, calle 21, edificio 22, apartamento 9, Herradura, provincia
Pinar del Río, Cuba 24 500.
Entretanto, si no está interesado en adquirir mi regalo, igual se le
agradece si me puede enviar Ranitidina.
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