Grave
panorama
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Dos muertos solamente -según
dijo Fidel Castro ante las cámaras de la televisión- ha causado la
epidemia de dengue en La Habana. A su vez, en esa misma ocasión, la
doctora Ileana Morales Suárez, quien está al frente de la campaña
anti Aedes aegypti, afirmó (mostrando un mapa) que toda la ciudad estuvo
infectada por ese vector.
Ante la magnitud del problema y la realidad de que nada se informó
oficialmente sobre la existencia del dengue en la capital cubana durante meses,
es difícil creer que las víctimas mortales de esa enfermedad sean
sólo dos.
En su intervención Castro pintó una escena muy difícil
de la economía cubana cuando afirmó, entre otras cosas, que el país
no contaba con recursos para comprar los cincuenta camiones recolectores de
basura que se necesitan en La Habana, y precisó que el precio de cada vehículo
es de 100 mil dólares.
Castro también manifestó que "el país está
lleno de salideros (de agua potable)" y que tampoco hay recursos para
resolver esta situación y que lo que se hace en La Habana para solucionar
el problema es una excepción.
Según la prensa oficialista, en Ciudad La Habana "se detectaron
4,726 salideros de agua divididos en tres grupos fundamentales: 383 están
vinculados a los focos (del Aedes aegypti); 3,971 afectan el abasto de agua a la
población, incluidos hospitales y escuelas; 172 se encuentran en 107 vías
por donde pasan 80 rutas de ómnibus".
Si el país no tiene dinero para asuntos tan elementales y al mismo
tiempo tan importantes para lograr un mínimo bienestar para la población,
entonces, ¿por qué -por ejemplo- no se aceptó la ayuda
gratuita que Estados Unidos iba a enviar tras los desastres causados por el
huracán Michelle y compró a ese país lo que iba a ser
regalado?
Al parecer, detrás de la decisión de comprar en vez de aceptar
el regalo están nada más que valoraciones políticas, porque
es muy difícil aceptar un obsequio de quien siempre se está
diciendo que es el más grande enemigo de la humanidad.
Pero si se hubiera aceptado la ayuda estadounidense -creo que los
gobernantes tienen que poner en primer lugar las necesidades de los pueblos, no
los intereses políticos- el dinero para hacer compras en ese país
se podía haber ahorrado para emplearse en la solución de los
salideros en Cuba, así como para comprar los camiones recolectores de
basura que son tan necesarios para mantener un poco de higiene en La Habana.
De acuerdo con lo que dice la prensa gubernamental, desde que comenzó
la guerra contra el Aedes aegypti hace unas tres semanas, más de un millón
de metros cúbicos de desechos sólidos han sido recogidos y aún
quedan varios miles de toneladas más. Al mismo tiempo se confirmó
la existencia de miles de derrames de aguas albañales que deben
eliminarse. No se sabe si esto último se ha podido resolver.
La epidemia de dengue sacó a al superficie la casi total carencia de
higiene en la principal ciudad cubana. Es un verdadero milagro que no se haya
desatado una epidemia más grave aún que la de dengue.
Si se tiene en cuenta que el país parece estar en quiebra (porque no
hay cinco millones de dólares para comprar 50 camiones que recojan periódicamente
la basura en La Habana), ¿qué otra cosa se podrá decir
entonces, cómo será posible evitar que se acumule de nuevo otro
millón de metros cúbicos de desechos o que se desate cualquier
otra epidemia?
Si las ciudades cubanas tuvieran alguna autonomía y no dependieran prácticamente
del gobierno central para todo, este tipo de problema no ocurriría.
Durante décadas se ha podido apreciar que el gobierno de Castro utiliza
los recursos del país en los asuntos que son únicamente de su
interés.
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