CUBANET .INDEPENDIENTE

5 de febrero, 2002


Memorias de la Plaza (X)

Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Desde la mañana en que Calixto Alcaide fue a visitarme, a nombre de la UNEAC y de la Contrainteligencia a la Plaza de Armas supe que mi suerte como escritor estaba echada. Mis libros se pudrirían en las gavetas de las editoriales, mi nombre sería borrado de las listas benefactoras y añadido a otras nóminas menos cómodas. Podía despedirme de invitaciones a festivales y recepciones, de nombramientos como jurado o miembro de comisiones y hasta del saludo de algunos intelectuales que, sabiéndose eternamente bajo sospecha, se abstendrían de hacerlo, más por temor que por convicciones.

Era un hecho que me había pasado al bando de los enemigos. Si publicaba en libelos de Miami, si escribía sobre temas que los periódicos oficiales no se atrevían a tocar, si vivía al margen de las orientaciones del Partido para vadear un momento difícil de la Revolución, no cabía dudas de que yo era "un gusano de mierda", "un intelectual mediocre", "un tipo que nunca estuvo claro".

Así fue. Mi libro "Amar a fondo", que resultara premiado en el concurso Ismaelillo de la Unión de Escritores en 1984, no ha sido publicado; mi novela "Una guerra oscura por los sueños", que fuera premiada en el concurso La Edad de Oro de 1985, no se ha imprimido; mi poemario "Fábrica de antojos", también premio de La Edad de Oro en 1993, no se ha editado. Cualquiera diría, a estas alturas, que nunca existí como escritor. Para ello no fue necesario que la Policía Política o que el Ministerio de Cultura o que el Partido emitiera una resolución o un decreto o una disposición, simplemente cuando se supo que yo era periodista independiente le cayó la calambrina al más pinto de la paloma.

Asumí, sin dolor ni rencores, mi nuevo status. Estaba convencido de que con el tiempo las autoridades culturales de mi país hablarían de madurez, de tolerancia, de pluralidad, y aunque lo hicieran demagógicamente, obligados por los vuelcos económicos y sociales que se producirían, los intelectuales cubanos saldrían ganando; y eso me reconfortaba, era parte de lo que me había impulsado. Y con el tiempo he visto hacerse realidad aquellos versos apócrifos de Wichi Nogueras: "Se podrá viajar a Francia / y tener un maquinón / y meterse a maricón / sin perder la militancia". Eran demasiados los escritores y artistas que abandonaban las filas rojas. Desertaban de viajes oficiales, se agenciaban contratos sin regreso, conseguían becas intemporales, se buscaban invitaciones, se arriesgaban en balsas. Hubo quien denominara este éxodo como exilio rosado o de baja intensidad, pero lo cierto es que las arcas intelectuales cubanas se estaban trasladando de paisaje.

Las autoridades culturales se apresuraron a "coger la gotera". Se desató una alocada carrera rescatista. Reconocimientos, premios, viajes, cargos públicos para los olvidados, los preteridos, los estigmatizados. Aquí no ha pasado nada. Los errores de las administraciones anteriores no se repetirán. La libertad de expresión es total. La censura no existe.

Mientras tanto, yo vendía libros viejos en la Plaza de Armas. Los nuevos afortunados en la nueva política de rescate, sobre todo aquellos furibundos izquierdistas que ya no eran muy necesarios, venían con los ejemplares de sus bibliotecas, solapados en un portafolios de los buenos tiempos, para hacer una transacción rápida y sin la pérdida de la imagen de intelectual bienaventurado. Despotricaban un poco contra el gobierno para congraciarse conmigo, me agradecían los "fulitas" que les pagaba por sus libros y luego, si los encontraba en lugares públicos, comprometedores, adoptaban posturas ensimismadas, distantes, que les permitían eludir el saludo.

Fue el momento en que, después de más de veinte años de veda, se reimprimieron los libros de Lezama, de Piñera, de Dulce María Loynaz. Aparecieron antologías que incluían a Gastón Baquero, Heberto Padilla, Severo Sarduy. Si por un lado esto benefició mi negocio del libro en la Plaza (no podría calcular los ejemplares de "La carne de René" o de "Paradiso" o de "Jardín" que vendí), por el otro, lo perjudicó. La proliferación de las reediciones abarató las ediciones más antiguas y éstas habían sido mi fuerte desde que empecé en el negocio. Pero, como dice el vulgo, nada es eterno y ya se avecinaban decretos, disposiciones, restricciones que harían del negocio en la Plaza un empleo tortuoso.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como fuente.


[ TITULARES ] [ CENTRO ]

Noticias por e-mail

La Tienda - Libros , posters, camisetas, gorras

In Association with Amazon.com

Busque:


BUSQUEDA

Búsqueda avanzada


SECCIONES

NOTICIAS
Prensa Independiente
Prensa Internacional
Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
Inglés
Aemán
Francés

SOCIEDAD CIVIL
Introducción
Cooperativas Agrícolas
Movimiento Sindical
Bibliotecas
MCL
Fraternidad de Ciegos
Seguidores de Cristo
Estudios Sociales
Ayuno

DEL LECTOR
Cartas
Debate
Opinión

BUSQUEDAS
Archivos
Búsquedas
Documentos
Enlaces

CULTURA
Artes Plásticas
Fotos de Cuba
Anillas de Tabaco

CUBANET
Semanario
Quiénes Somos
Informe Anual
Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887