Mi amigo
Miguel
Alejandro González Raga, Agencia Camagüeyana de Prensa "El
Mayor"
CAMAGUEY, abril (www.cubanet.org) - Miguelito hace ya mucho dejó de
ser Miguelito para convertirse en Miguel, pero los que como yo lo conocemos
desde el diminutivo lo seguimos llamando así. En el barrio son muchos los
que lo hacen a fuerza de oírlo repetir tantas veces.
Desde muy pequeño, no sé exactamente la fecha, que nunca he
preguntado por no recordarle el aciago momento, Miguelito perdió su brazo
derecho; pero esta limitación él la asumió con valentía
y desde niño no permitió que le restara felicidad.
Así, jugaba pelota y lo hacía bien para su limitante, nunca
permitió que aquello afectara su normal desenvolvimiento.
Ya con unos años más sigue siendo igual, a diario lo veo ir y
venir en su bicicleta ora acarreando un saco ora transportando una mujer o un
amigo.
Nunca trató de ocultar la falta de su brazo, ni le hizo mucho caso a
esta ausencia, demasiado evidente además, cosa ésta que aunque mi
amigo no quiera lo convierte en un impedido físico.
Por estos primeros días del mes, Miguelito, algo insólito en él,
apeló a su condición de minusválido para de esta manera
evadir la cola, la tremenda cola que se formó en la bodega para comprar
la exigua cuota de víveres que asigna el gobierno mensualmente.
Y cuál no sería su sorpresa cuando la dependienta, muy apegada
a los procedimientos, le comunicó que debía traer el carné
de la asociación cubana de limitado físico motores (ACLIFIN) para
poder despacharle sin necesidad de hacer la cola, ya que así está
establecido.
Miguel quedó en silencio, observó el espacio vacío que
debía ocupar su brazo y comprobó una vez más su ausencia.
Olvidando la falta de sentido común de esta disposición, sólo
comentó: "La condición de impedido físico entonces no
depende de la limitación física, sino de la posesión del
carné".
Ante el silencio que se produjo, sólo atiné a recordarle
bajito: "A ti te falta el brazo, a ella la materia gris".
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