Nelson Rafael DeVega-Pis. Tribuna de Campeche, México
- 23 de abril
(HOUSTON, TEXAS). Soy un feroz defensor de la libertad de expresión.
Creo que lo que digan los demás, porque honestamente así piensan,
se debe respetar. Aunque algunas veces sean opiniones muy opuestas a las mías,
y en ciertas ocasiones comunicadas con palabras o caricaturas ofensivas y hasta
soeces. También considero que nadie debe sufrir encarcelamiento, torturas
o persecuciones por estar opuesto a un régimen político o a una
religión. Desde luego, es obvio, que favorezco la idea de que en un país
se respire un clima de libertad tan seguro y enorme que nadie sienta terror de
que lo vayan a atacar físicamente por expresar sus pensamientos
abiertamente.
Asimismo, creo que se puede establecer una polémica -en muchas
ocasiones es una pérdida de tiempo y esfuerzo intelectual-para señalar
puntos de vista diferentes. Todo esto, desde luego, usando la más
estricta cortesía académica y profesional. Nada de esgrimir
ataques personales para rebatir argumentos intelectuales. Estoy seguro de que
mis dos y medio lectores se han percatado de que estoy hablando de argumentos
puramente especulativos y no de hechos criminales, de cualquier tipo que sean,
ya que estos últimos se pueden exponer a la luz pública porque
son, o deben ser, indudablemente, del conocimiento ciudadano.
Por otra parte pienso que hay ciertos trabajos que por su naturaleza
requieren, de los involucrados en ellos, una obediencia o fidelidad a la jerarquía,
al país o a la institución que se representan. No hablo de nada
ilegal. Me refiero a que una vez tomada una decisión y expuesta una
directriz por -digamos el presidente de una nación- el representante o
funcionario -digamos el embajador- de la entidad arriba citada debe defenderla o
exponerla positivamente públicamente, aunque en lo privado pueda disentir
de la norma, mandato o política a seguir.
Me refiero específicamente a las opiniones expresadas hace unos días
por Ricardo Pascoe, que desempeña el puesto de Embajador de México
en La Habana, Cuba. El presidente de México y la cancillería
mexicana tomaron una postura, en la coyuntura del voto en la Comisión de
Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, de decir que el país azteca estaba
a favor de que se permitiera una visita de investigación por
representantes de ese organismo a Cuba, para comprobar que en la isla se
respetaban los derechos humanos. Esos exámenes periódicos han sido
efectuados y bienvenidos en México y en otros países. Sin
protestas. Democráticamente aceptadas. Pero claro, el "Compañero"
Pascoe no ve, ni la necesidad de estar de acuerdo con el dictado de México
en este asunto, ni permitir que vayan miembros de la Comisión para
investigar si en Cuba se respetan o no los derechos humanos, todo el tiempo, en
todos los casos y con todos los cubanos.
Parece mentira que el "Compañero" Pascoe haya hecho esas
declaraciones desde Cuba en contra del sentir del presidente de México,
ya que Pascoe es el Embajador de México en Cuba, y por consiguiente es, y
debe ser, el portavoz de las normas dictadas por el Poder Ejecutivo mexicano.
Hasta el subsecretario mexicano de Relaciones Exteriores, Gustavo Iruegas,
criticó la manifiesta oposición del embajador Pascoe que
abiertamente se opuso a la resolución mexicana de condenar, a la isla de
la revolución inútil, en la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU en Ginebra.
Dada la amistad y sumisión de Ricardo Pascoe -con y a- Fidel Castro,
su formación trostkista, y su devoción y servilismo a la izquierda
-léase comunismo- se puede concluir que el embajador mexicano está
más del lado de Fidel que de su país. Ya le lavaron en Cuba, más,
si esto hubiera sido posible, el cerebro. ¿Qué dirán ahora
los "fidelófilos" en el Congreso de México, tanto
senadores como diputados, sobre esta actitud? De seguro que no verán, en
su ceguera ideológica, "malinchismo" o inclinación al "entreguismo"
en este mexicano, que debe ser, el máximo representante de México
en Cuba. Según el señor "des-embajador" Pascoe, Cuba no
necesita que vaya nadie a inspeccionarla porque allí se cumplen todos los
derechos humanos a cabalidad. Por favor, permítame que me carcajee: ¡Ja!....¡Ja
¡Requete
Ja! ¡ Jáááá
! Todos los demás países
pueden abrir sus puertas a los investigadores de la Comisión, pero Cuba
no lo hará. Los otros pueblos ¡Sí! que lo hagan, pero Cuba,
la isla inmaculada, super-respetuosa de los derechos humanos ¡No! ¡Ja
Ja
Ja
!
¡Qué risa!
Parece que el "compañero" Pascoe no se percata, y si lo
hace lo ignora por sumisión al partido, de lo que apunta magistralmente
Enrique Krauze en su artículo "Castañeda y los inquisidores"
publicado el 7 de abril de 2002 en la revista "Proceso" (página
57): "
Pero la libertad es una sombra satánica para Fidel y sus
acólitos. Por eso las han erradicado todas: manifestación, reunión,
tránsito, expresión, empresa, sexualidad, sindicalización,
creencia, crítica y, desde luego, la libertad de elección política
".
Vamos a ver si el excelente jinete, que en su reciente visita al norte de México
así lo demostró, Vicente Fox, se deja revolcar por este caballo
encabritado, desobediente y no digno representante de su gobierno en La Habana.
Tal vez veamos al presidente dominar y resolver esta situación tan
embarazosa para México y el Poder Ejecutivo. ¡Ojalá! Además
ya el señor Fox debe haber aprendido la lección que por 43 largos
y penosos años los cubanos refugiados hemos siempre sabido y denunciado,
es decir, que el "coma- andante" Castro es un mentiroso de primera
clase y por mantener su poder traiciona y engaña a todos y siempre. Eso
lo demuestra la grabación que efectuó Fidel en Cuba de una
conversación entre Fox y él, que debería haber sido privada
y confidencial, según petición del mismo Fox. Fidel la hizo pública
frente a la prensa internacional en La Habana, colocando al presidente de México
en una posición embarazosa y difícil. Bueno, Fox ya sabe por
experiencia propia lo cuidadoso que debe ser cuando trate con Fidel, un ser sin
escrúpulos que se ha mantenido en donde está debido al engaño,
las mentiras, las múltiples triquiñuelas y la fuerza.
Sus opiniones a: Nrdevega@aol.com
[Nelson Rafael DeVega-Pis, Ph.D. (1931) en un cubano-estadounidense, nacido
en La Habana, ex maestro del Colegio Champagnat de la Vigía, Camagüey
(1955-1959), ex profesor universitario de Austin College, Sherman, Texas
(1973-1996), ex profesor visitante en el Programa Internacional de la Escuela de
Pedagogía de la Universidad de Alabama (1994-1996), Emeritus de la
American Association of Teachers of Spanish and Portuguese (AATSP) desde 1997,
jubilado y residente en Houston, Texas que ha publicado regularmente sus artículos
en TRIBUNA de Campeche, México y ocasionalmente en otras publicaciones en
los EEUU desde 1980]. |