CUBANET .INDEPENDIENTE

23 de abril, 2002


A paso de bastón: visitar a Fara

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, abril (www.cubanet.org) - Visitar a mi colega Fara Armenteros ha devenido además de un placer una aventura peligrosa. Nuestro contacto se ha hecho cada vez más frecuente, debido a responsabilidades compartidas en la coordinación del trabajo de los periodistas independientes colaboradores de CubaNet. Es normal que nos telefoneemos a diario y debo emprender un viaje de más de diez kilómetros hasta su hogar casi todas las semanas, distancia que a bordo de mi motocicleta (briosa y resabiosa, valga la cacofonía) es de por sí jugarse la vida, tratándose de La Habana.

Fara Armenteros es ya una clásica abuela cubana de piel negra, cuya generosa humanidad de más de 200 libras de peso la hace proclive a la bonachonería. Pero es periodista independiente cubana. Su hogar, algo así como uno de nuestros vivaques para tertulias, brilla por una humildad que desmiente las opiniones vertidas sobre nuestras supuestas riquezas mercenarias en otras "tertulias", en este caso las mesas redondas televisadas del gobierno de Fidel Castro. En casa de Fara la gente "llega y planta", se dice en castellano de Cuba.

La Cooperativa de Periodistas Independiente, el Grupo de Trabajo Decoro, La Unión de Periodistas y Escritores Cubanos Independientes (dirigida por Fara) y la agencia Cuba-Verdad, principalmente, han sido protagonistas en lo que va de año de un serio esfuerzo de colaboración y coordinación entre lo que pudiera llamarse la "CubaNet de la isla", cuyos frutos ya se están cosechando. Uno de ellos es la reorganización de la Federación de Periodistas Cubanos (FEPEC); otro, la estructuración de las comunicaciones con la "CubaNet del exilio", la cual ha dado mejoras en todos los sentidos. Por todo ello, mi contacto con Fara es casi diario.

Por teléfono, casi nunca problemas. Pero viajar hasta su hogar es una aventura peligrosa, más si se tripula una motocicleta como mi nombrada El Engendro, que lo mismo salva la vida que resbala en 31 de diciembre, sin un traguito de ron encima. ¿Por qué tanto riesgo? Porque viajar desde mi hogar en el municipio Centro Habana hasta el domicilio de Fara en el de Diez de Octubre, implica tomar por la calzada del mismo nombre, inmortalizada por Eliseo Diego en su magnífico poemario titulado con la verdadera y original identidad de esa arteria citadina: En la Calzada de Jesús del Monte.

Jugarse la vida. La Calzada de Diez de Octubre es más o menos estrecha, pese a ser una de las más importantes avenidas de la ciudad. Por ella circula día y noche un festival de vehículos de todas clases, cuyas distintas velocidades promedio son incoordinables en términos de flujo de transporte: metrobuses o "camellos", autos, motocicletas, bicicletas, carros tirados por caballos y mulas, transeúntes desprevenidos y más o menos tendientes al suicidio, diríase enloquecidos por el pensar en las vicisitudes cotidianas.

Llama la atención la notoria cantidad de automóviles privados que se dedican al transporte de pasajeros, casi todos modelos anteriores a 1959 y llamados por la población "almendrones". Me atrevo a estimar que transportan a no menos del 30 por ciento de los pasajeros en la populosa calzada, y creo que peco de conservador.

Pero el peligro mayor de la Calzada de Diez de Octubre no está ni en los vehículos a montón ni en los peatones distraídos o imprudentes. Su trampa mortal puede compararse con el paso a través de un campo minado, pues el conductor de cualquier tipo de vehículo sabe que deberá recorrer un largo paseo repleto de agujeros en el pavimento -¡agujeros, nada de huequitos!- o de reparaciones de éstos de tan mala calidad como para recordar aquel dicho mexicano: "¡No me defiendas, compadre!". Imagine transitar por una incontable sucesión de agujeros y pequeñas elevaciones nacidas, al parecer, porque los supuestos reparadores no se molestan en aplanar el pavimento como se debe para así lograr un camino de paso estable. Entonces, si se conduce una motocicleta el acto deviene ejercicio acrobático: sortea el agujero, bordea la colinilla y sufre de estrabismo entre mirar hacia delante y vigilar por el espejo retrovisor al "almendrón" que se te encima, más el ligero aderezo del infractor de turno. Además, evitar las tentaciones: ¡qué ninfas, pero qué ninfas en la Calzada de Diez de Octubre!

Visitar a mi colega Fara es un auténtico placer. Pero llegar a su hogar, lo aseguro, es algo más que el reto del cariño y la colaboración entre periodistas independientes reportando desde Cuba bajo el gobierno de Fidel Castro, tan ocupado en asuntos como los de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que ni tiempo tiene de pavimentar las calles como Dios manda, en su carácter de responsable máximo, precisamente por ser gobierno.


Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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