Oswaldo Paya Sardiñas.
El Nuevo Herald,
abril 21, 2002
La Habana -- La violación de los derechos humanos en Cuba por parte
del gobierno es una realidad que sufren más de once millones de seres
humanos dentro y fuera de la isla. No obstante, el canciller del gobierno
cubano, Felipe Pérez Roque, afirmó en su discurso de Ginebra que
no existe ningún país con la autoridad moral suficiente para
proponer una condena contra Cuba.
Al expresarse así, el representante del gobierno cubano ignoró,
entre otras, las siguientes realidades:
Ante todo, que las resoluciones aprobadas en Ginebra, incluida la última,
no han sido de condena contra Cuba, sino de reconocimiento de algunas verdades
sobre lo que está ocurriendo en ésta.
Por lo demás, esa expresión del señor Pérez
Roque es una usurpación, porque nuestro país tiene más de
once millones de personas --entre los que vivimos dentro y fuera de la isla-- y
es ofensivo que en este caso se identifique al violador de los derechos con la víctima
de las violaciones.
En segundo lugar, sí es verdad que existe un país o, mejor
dicho aún, un pueblo, con moral para presentar decisiones de condena a la
violación de los derechos humanos. Ese país se nombra Cuba; ese
pueblo es el cubano. Pues a pesar de que no podamos llevar resoluciones a
Ginebra, ni hacer peticiones ni cabildeos, los cubanos sí somos víctimas
de violaciones y de ese orden de derecho. De manera que aunque no tengamos voz
allí, sí tenemos toda la moral.
En nuestro país, la coacción verbal es un recurso del poder
político que lo gobierna para instalar la mentira y silenciar toda
posibilidad de reclamos y respuestas. Es así como ese poder ha tenido
efectividad durante mucho tiempo para generar una escena virtual que impida ver
la realidad. Al propio tiempo, ese poder se vale de un sistema de represión
anticipada basado en amenazas y presiones sicológicas a sus opositores.
Recursos estos muy prácticos para mantener el reino de la mentira. Si
bien, todos lo saben, este reino tiene un soporte aún más
profundo: el miedo.
De esta manera, la dictadura se ha podido mantener durante décadas y
ha confiscado, incluso, el lenguaje para proyectar sus mentiras como verdades,
la opresión como si fuera la libertad y la realidad de una mayoría
pobre y sin esperanzas --sometida por una minoría privilegiada y rica--
como el ideal de la justicia social. Esa es la verdadera tiranía impuesta
a nuestro pueblo.
Más de lo mismo ocurre cuando el periódico oficialista Granma
nos llama cabecillas contrarrevolucionarios --al referirse a quienes nos
reunimos con el presidente Vicente Fox cuando visitó La Habana-- y
presentar dicho encuentro como una maniobra maquiavélica del canciller
mexicano Jorge Castañeda o --como en tantos casos anteriores-- llamar
traidor y falto de valor, y amenazar con el desprecio, al representante de
cualquier país que intente una denuncia acerca de las violaciones que se
cometen contra los derechos humanos de los cubanos. Tales intercambios y
denuncias impedirían continuar con la opresión.
Dentro de Cuba ya son muchos los que no quieren seguir sometidos a la tiranía.
Así lo prueban más de 10,000 ciudadanos que, dando su nombre y
dirección, le piden al gobierno un referéndum sobre el Proyecto
Varela. El diario Granma no habla de ello, ni su canciller, Felipe Pérez
Roque. Sin embargo, tampoco el que exista o no una resolución acerca de
las violaciones de los derechos humanos que se cometen en la isla, incluso el
que ésta haya sido aprobada, cambiará esta verdad: el régimen
que impera en Cuba se basa en la negación de los derechos de las
personas.
Nosotros no calificamos ni amenazamos a nadie. Tampoco les pedimos que hagan
nada. No es ése nuestro espíritu. Sólo queremos llamar la
atención sobre la posible paradoja de que en el momento en que la verdad
liberadora está renaciendo entre los cubanos, la mentira sobre el régimen
que nos rige por más de cuarenta años se pueda imponer en el
mundo.
Finalmente, tampoco lo que ocurrió o no ocurrió en Ginebra
podrá hacer cambiar nuestra determinación de lograr la libertad y
todos los derechos para los cubanos.
Presidente del Movimiento Cristiano Liberación.
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